viernes, 26 de febrero de 2010

Cornelio: La historia truncada

Ampliado al final ...

Escribe Andrés Pérez Baltodano (END, 26 de Febrero): También quiero pedir al amigo Manuel Fernández (END 24/02/10) que lea el libro del cual se extraen los artículos que publica END.Espero que en sus páginas encuentre explicaciones que lo convenzan de que, contrario a lo que él argumenta, “la subversión ética de la realidad” no es una propuesta “idealista”. En ese libro yo señalo que “todo posicionamiento ético es un posicionamiento condicionado por un espacio histórico y territorial determinado. Este espacio constituye la plataforma existencial desde el que la mente percibe, construye y reconstruye la realidad. Las relaciones sociales, las instituciones, las estructuras de poder, la economía, los valores y la cultura dominante, forman parte de esta plataforma existencial y deben ser considerados en cualquier proyecto de transformación de la realidad”.

No pudiera estar más que de acuerdo con la cita dentro de la cita, sino fuera por un pequeño detalle, que a uno se le escapa en la primer lectura. Comienza diciendo que todo posicionamiento ético es un posicionamiento condicionado por un espacio histórico y territorial determinado. Perfecto. Sin embargo sigue: Este espacio constituye la plataforma existencial desde el que la mente percibe, construye y reconstruye la realidad.

Pues para él, como dice en el mismo lugar en otra parte: No existen, pues, elementos “verdaderos” o “ciertos” u “objetivos” en eso que llamamos la realidad. La realidad social es una construcción en la que participan los significados que le imponemos a la materialidad, los hechos y las circunstancias de la historia. A tal que al final la plataforma existencial resulte ser nada más que una pura construcción respectivamente reconstrucción mental. Pues bien, eso es –con todo debido respeto- Idealismo puro, y en su variante subjetivista crudo porque elimina hasta el discurso entre varios y la interacción social.

No fuera nada remarcable, si no esa desconstrucción de la plataforma existencial a la vez abriera la puerta para importar a diestra y siniestra conceptos de otros contexto históricos, sin preocuparse mucho ni de dónde viene, mejor dicho cómo han venido formándose, ni mucho menos perder tiempo en analizar la historia –pues si todo está ya solo en la mente, no hay objeto ni objetivo para que estudiar y analizar diferencias entre esos contextos –aquel, del que se importa y aquel, al que se importa-, ni tampoco preguntarse hasta donde la historia personal propia condiciona el traspaso. Y ahí el asunto se vuelve tan erróneo como peligroso.

Ilustremos ese punto. Dice APB: “La diferencia entre Costa Rica y Nicaragua está marcada por el mayor éxito que han tenido nuestros vecinos del sur para definir e institucionalizar normas que gobiernan la lucha por la política, la defensa de los intereses económicos, y la distribución de las oportunidades sociales. La prueba: somos los nicas los que nos refugiamos en Costa Rica –escapando del caos en que vivimos-- y no al revés. Y por favor no caigamos en la simpleza de decir que esto se debe a la debilidad de la economía nica y a la mayor fortaleza de la economía tica, como si las economías cayeran del cielo por obra y gracias de la voluntad de Dios. Lo nuestro no es, en primera instancia, un problema económico; es un problema de anomia: carencia de normas institucionalizadas.”

  • Pero se le olvida a mencionar
    que ya en el siglo XIX la estructura de la tenencia de la tierra en CR y NI eran diferentes -no hubo latifundios- a tal que también la caficultura se introdujera de una forma diferente -de ejemplo sin trabajo forzado como en Nicaragua-,
  • que desde 1905 CR se encamina institucionalmente en forma diferente –no hay caudillos sino partidos-,
  • que la CR de hoy se inicia 1949 con una revolución -la de Pepe Figueres-, contra un fraude electoral, la que -una vez también democráticamente legitimada- nacionalizó la Banca, los Seguros, Energía y Telecomunicaciones con el fin -medio logrado- de proporcionar un desarrollo más equilibrado al país sin olvidar tampoco que fue la acción social -desde manifestaciones hasta huelgas masivas- lo que defendió esas conquistas cuando por medio del TLC se las iba a eliminar.

Continua APB lacónicamente: Ni la derecha ni la izquierda han demostrado capacidad para resolver este problema. Ni la una ni la otra han logrado entender que el orden social depende de nuestra capacidad para convertir “la fuerza en derecho y la obediencia en un sentido de obligación”. Esta transformación implica la construcción de visiones ética-normativas de la realidad.

La cita es de Rousseau y se enuncia así en cierta forma el programa de la segunda ola de la ilustración, o sea un programa de hace más que 200 años donde no obstante Alejandro Serrano no se cansa a subrayar –citando de un correo de él-: En relación a tu correo y tu pregunta, creo que la ausencia de lo que constituyó el racionalismo y la ilustración en nuestra realidad histórica ha dificultado la reafirmación del Estado de Derecho y la gobernabilidad democrática en nuestros países, igualmente que las transformaciones económicas y sociales. Creo que parte importante de nuestros problemas obedecen a ese vacío originario.

Suponiendo que los términos Ni la derecha ni la izquierda se refieren a la nicaragüense, ciertamente no se logró a completar ese programa, pues por otros lares si se ha logrado bastante en ese camino, y hasta antes que los términos derecha-izquierda apareciesen como la geometría en los asientos de las bancadas en la Constituyente de la Revolución francesa, de ejemplo en la Revolución Gloriosa de Cromwell o el absolutismo ilustrado de Federico el Grande y Joseph II de Austria, ambos entre otros para reconstruir sus países después de guerras devastadoras.

Ahí comienzan a brotar las percepciones de APB –para no decir falacias-, aludiendo como si las masas de Paris éticamente inspirados por Rousseau se fueron a asaltar La Bastilla y como si no hubiese habido antes la convocatoria de los Estados Generales de Francia para solventar la bancarrota de la corona imponiendo aún más impuestos al único destacamento –el III- que los pagó, de otros nuevos obstáculos para el comercio y las incipientes industrias ni hablar.

Pero dijeron que no, tal como lo habían dicho ya antes los ciudadanos de Boston desencadenado la Revolución de las 13 Colonias, del conocimiento público general en Francia por los centenares de soldados rasos franceses regresando con la tricolor de esa primera Revolución americana haciéndola el estandarte de la Revolución francesa.

Nada en contra que mano a mano se construyó nuevas visiones ética-normativas creando a la par tanto en los EE.UU. como en Francia nueva legalidad y nueva institucionalidad, mas sin embargo, consta esas salen más de la negociación política concreta en base del balance de fuerzas que de una visión única y hegemónica. En la versión final de la Declaración de la Independencia, de ejemplo, se eliminaron los incisos contra la esclavitud negra del original de Jefferson, precisamente porque ni los delegados de Nueva York estaban dispuestos a firmarla con esos incisos, de las colonias más sureñas dependientes en gran medida del trabajo de esclavos, ni hablar.

Tal cual como ABP opera fuera de contextos –pues para él son solo construcciones mentales-, él no solamente trunca la historia real europea, sino que nos quita además el acceso a la historia propia de Nicaragua, o sea su descripción en el artículo “La vida política nicaragüense se aproxima a la caracterización de Hobbes, precisamente porque nuestras “instituciones” carecen del sustento ético-subjetivo que sirve para estabilizar y dar sentido a la realidad” es superficialmente fenomenal para decirlo al suave.

La historia de las instituciones nicaragüenses, en particular del Poder Judicial es demasiada compleja para reducirse a un mero asunto de falta de ética –vea al respecto Una pesada herencia colonial – el sistema judicial de Nicaragua- donde en concreto en sus inicios –las Leyes Nuevas- se mezclan puntos de vista éticos –vea las posiciones opuestas de Bartolomé de Las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda en la La controversia de Valladolid, con choques de interés económico entre encomenderos por un lado contra corona e iglesia por el otro –encomendados no pagaron ni impuestos ni décimo-, siendo precisamente Nicaragua (aquel entonces incluyendo Costa Rica) el terreno, donde Bartolomé de las Casas hizo gran parte de las experiencias que lo llevaron a escribir la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, documentando el inicio de 490 años con la Destrucción como Modelo de Desarrollo, la que tampoco hemos logrado superar, perdiendo así lo último de la selva natural, que se nos quedó.

Sin embargo para APB precisamente la selva le sirve de referencia negativa diciendo primero: La política que no está enmarcada dentro de reglas que condicionan la defensa de los intereses y la lucha por el poder no es política: es la selva. La política implica la participación de normas que, aunque de manera imperfecta, definen el sentido de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo moral y lo inmoral. Sin normas, sin instituciones legitimadas, sin criterios y referencias éticas, la vida es, como lo señalaba Hobbes, “solitaria, pobre, desgraciada, corta y brutal”. Para continuar: La historia se alimenta de la lucha por el poder y la defensa de intereses particulares. La vida social, sabemos, está inevitablemente plagada de tensiones y contradicciones. Pero para elevarse sobre su condición animal y para vivir en sociedad, los humanos tenemos que enmarcar la lucha por el poder y la defensa de nuestros intereses dentro de normas éticas que eviten que lo que impere sea, simplemente, la ley del garrote y “la lucha de todos contra todos”.

En ese contexto, es conveniente saber que Hobbes escribió El Leviatán exiliado en Francia contra la Revolución Gloriosa, siendo las brutalidades de la Guerra Civil en Inglaterra su modelo de la selva. Escrito como una defensa racional de la monarquía, se lo considera como el teórico por excelencia del absolutismo político. En esencia se reduce a la tesis, que siendo por naturaleza del hombre ese lobo al lobo, se debe poner orden ético desde arriba para elevarlo por encima de su condición animal, tal como lo cita ABP, supongo yo, concordando en esa idea con Hobbes.

Sabemos hoy por las investigaciones detalladas de la etología que ese modelo de la naturaleza es rotundamente falso. Basta ver a Disney Channel para darse cuenta que se forman manadas de lobos precisamente porque no hay una lucha de todos contra todos, sino sin actuar en forma coordinada en la caza de sus presas y el cuido de sus crías, la manada y cada lobo mismo, más por ende la especie como tal no sobreviviría. Dudo profundamente que ABP les atribuya ética a los lobos como base de su organización.

Simultáneamente al Leviatán John Locke publica sus Dos tratados sobre el gobierno civil, Influyendo de forma determinante en las ideas de la Revolución Gloriosa y la Declaración de Derechos Británica de 1689. Para él el problema es a la inversa: hay que ponerle coto al poder de los poderosos –los jefes de manada-, naciendo el estado de la libre concertación entre iguales, que le asigna a esa institución ciertas funciones en el beneficio de los intereses de todos. De paso, Locke antes que Montesquieu es inventor del concepto de la división de los poderes del estado para evitar la tiranía. Entiendo que Locke no es tan del agrado de ABP, pues declara a la religión como un asunto estrictamente privado que no deba incidir en organización y funcionamiento ni de la sociedad ni mucho menos del estado.

Quiero cerrar con la visión mucho más humanista de Carlos Marx que ABP. Para Marx el carácter humano no nace de la imposición de un orden, reflejándose en el apriori de una ética abstracta, sino en la capacidad de formar sociedad –algo mucho más que manadas- para en conjunto, modificar las condiciones de vida tal que no se tenga que luchar solamente para sobrevivir –el reino de las necesidades para él es el reino animal-, sino para desarrollar plenamente las capacidades que tenga cada quién, entrando al reino de la libertad, donde la libertad de todos es la condición de la libertad de cada uno y vice versa.

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