lunes, 24 de agosto de 2009

Cornelio: Incapaz a organizarse

Estimado Andrés,

yo no sé cuanta experiencia vivida tenés en la problemática Nicaragüenses y Organización, pues yo he acumulado mientras un poco más que 24 años. Y hay una constante –independiente del segmento o sector, nivel de educación, área de interés, escala-: Las/los Nicaragüenses son incapacitados/incapaces para auto-organizarse con el fin de resolver/remediar un problema/interés común/compartido por medio de esfuerzos conjuntos, a no ser que algún externo –una autoridad superior- o algo externo –un financiamiento- las/los motive. Dicho de otra forma, la falta de una visión compartida de Nicaragua es –al menos por mi experiencia acumulada- solamente la cima del tempano.

Comenzamos con algunos ejemplos sencillos: tanto en mis tiempos en la UNI como en mis tiempos en Ave María College, había el problema recurrente que la cantidad de computadoras en los laboratorios no daba para que al cualquier hora del día hubiera siempre cantidad suficiente para satisfacer la demanda, más aún cuando la demanda se concentraba en algunas horas del día.
Yo conocía este problema de mis propios días de estudiante, donde por ésta razón las salas de terminales estaban abiertas entre 16 a 24 horas del día –fines de semana incluidos-, siguiendo a la tradición de las salas de lectura en bibliotecas de presencia –donde no puedes llevarte el libro, solo consultarlo-, que en las universidades de Gotinga y Bonn –donde estudié- desde siglos –literalmente- estaban abiertas 24/7.
En Bonn había un esquema simple de auto-regulación: cada estudiante tenía derecho a usar una terminal de computadora hasta por media hora, después de la cual tenía que cederla a otro estudiante, se hubiese. En consecuencia durante horas picos del día se tenía solamente ésta media hora mientras en la noche a veces se tenía toda la noche sin interrupción. El esquema se implementaba en forma muy simple: había una pizarra con filas –una fila por cada terminal- y dos columnas. Al entrar a la sala y encontrar un terminal libre, se apuntaba la hora de entrada en una de las columnas. Al no encontrar ningún terminal libre, se buscaba en la pizarra aquel terminal, cuyo tiempo de uso ya había terminado o estaba mas cerca por terminar y se ponía la nueva hora inicio en la otra columna. Al acabarse el tiempo del usuario anterior, el nuevo usuario se iba donde el terminal, pidiendo al otro amablemente a terminar su trabajo. Éste al salir de la sala borraba su hora de inicio de la pizarra.
Como vés un sistema simple, justo, sin intervención de superiores y auto-adaptándose a la demanda. Intenté a implementar este esquema en la UNI y AMC pero fracasé dos veces. Las/los estudiantes simplemente no estaban dispuestos ni a hacerle caso a su compañera/o ni a pedirle algo. En el caso de AMC escribieron una carta de protesta al Academic Dean, demandando que se contratase a un CPF –un guardia universitaria- porque –como escribieron- para ellos era denigrante tanto pedir como recibir pedidos más aún –siempre según ellos- que esta obligación tenia efectos negativos graves sobre sus relaciones interpersonales.

Ahora bien, comportamiento similar en la vida día a día vos lo puedes observar cuando en un cruce falla un semáforo –antes de ceder 50 cm todo el mundo se queda pitando durante horas-, cuando la gente grita “culpa de la policía” cuando en frente de su casa se bota basura etc.. O sea tengo muy, muy pocas experiencias donde –en Nicaragua- se establezca primero en consenso reglas de conducta para después hacerlas valer en interacción directa con los otros peers.

Del comportamiento individual pasemos al de grupos. Vos escribes Hablo de espacios públicos en donde la sociedad pueda organizarse democráticamente para defender sus derechos y aspiraciones. O sea para ti casi automáticamente el fin de la organización es la defensa. !Ojo! para mi –en el contexto de mi socialización- la organización es en primer instancia un instrumento para resolver por esfuerzo compartido y solo en segundo lugar para la defensa de derechos y aspiraciones.
De hecho los sindicatos obreros ya en el siglo XIX tanto en Europa Occidental como en los EE.UU., a la par de luchar por mejores condiciones de trabajo y mejores salarios, establecieron cajas de apoyo para enfermedad o muerte, desarrollaron actividades de educación –básica y avanzada- y calificación laboral, hasta tenían sus actividades culturales y deportivas. La famosa legislación social –seguro social, de enfermedad y de desempleo- de Bismarck era en el claro intento de restarle peso real a los sindicatos.
Pero no solamente los sindicatos, si no también la parte empresarial estableció las Cámaras de Comercio e Industrias no en primer instancia para defenderse contra el estado sino para promover a sus quehaceres, desde acordar normas y estándares para facilitar el intercambio de bienes y servicios, pasando por programas de capacitación para ejecutivos y profesionales hasta llegar a sistemas propias de inspección industrial y control de calidad.
En forma similar la formación de asociaciones profesionales, científicas, culturales e históricas comienza en forma masiva ya en el siglo XIX, en parte retomando las tradiciones medievales de las asociaciones de artesanos, de nuevo no en primer instancia como organizaciones defensivas sin para la promoción del saber, para acordar buenas prácticas etc. etc. Ahí puedo añadir la historia de los Clubes deportivos –que nacen no para espectáculos sino para promover el deporte de las masas, de los Alpinistas, Conservacionistas, Naturalistas y un sin número de actividades más, sin olvidar que las parroquias de cualquier denominación –cristiana, judía, musulmán y cuantos más- forman sus propios núcleos de acción social conjunta más allá de actividades religiosas y de obras de caridad.

Ahora mal … todo esto no solo no hay en Nicaragua sino cuesta, cuesta mucho a crearlo.

Por el lado empresarial, el COSEP y las otras Cámaras han sido incapaz de montar algo remotamente orgánico sino hasta las estructuras reflejan interés de grupos de personas antes de que de ramas enteras de comercio o industria. Consecuentemente han sido incapaces a redactar aunque fuera solamente en bosquejo propuestas para un desarrollo nacional. Ni quiera logran a consensuar posiciones ante el estado y sus poderes mas participan respectivamente participaron en las negociaciones del tratado de asociación con la UE y del CAFTA solamente en la medida que reciban viáticos por la Comisión de la UE y antes por el gobierno de los EE.UU. Hay proyectos de desarrollo de los socios, pero solamente en la medida que fuentes de la cooperación primero propongan y asumen después los costos. De ejemplo APEN –la asociación de los exportadores- tiene un arancel de 35 US$ al año, jactándose que representan exportaciones por un valor encima de los 230 millones de dólares al año y que manejan proyectos y programas de cooperación por varios millones.

Si hablamos de los pequeños y medianos –agro, comercio, industria-, entonces tanto en Europa Occidental como en los EE.UU. ellos comenzando en el siglo XIX desarrollan instituciones de beneficio mutuo, desde cajas de ahorro y crédito hasta almacenes e instalaciones para procesar materias primas o productos en conjunto. En Nicaragua solamente un porcentaje muy bajo de los pequeños agro-productores está afiliado a alguna organización, aún menos son miembros de algún tipo de cooperativas. Mientras andan proliferando las micro-financieras y las instalaciones compartidas las ponen las casas importadoras/exportadoras o se espera que las ponga el estado; con muy, muy pocas excepciones donde además normalmente una agencia de cooperación había tomado la iniciativa.

Asociaciones efectivas de profesionales –con la excepción de Contadores Públicos, Periodistas y algunas asociaciones médicas- no hay a pesar de que la cantidad de los mismos ha crecido entre el factor 20 al factor 100 en los últimos 20 años. En mi propio campo la Asociación Nicaragüense de Profesionales TIC tardó entre idea inicial a fundación 14 años y organiza al momento unos 50 profesionales de un universo de más que 12,000 con título universitario. La organización homóloga en los EE.UU. se estableció en 1946 (ACM) cuando en todos los EE.UU. había unas 5 computadoras. En la fundación del equivalente en Alemania participé en 1972, cuando hubo unas 6 universidades con carreras en Informática. En Nicaragua de hoy hay 43. Donde no hay asociaciones profesionales efectivas, no sorprende que no hay tampoco asociaciones estudiantiles técnico-científicos. Salvo la Academia de Lengua, de Historia y la reciente de Ciencia no hay asociaciones científico-culturales y aún estas tienen programas muy reducidas (disculpas, si se me escapó una u otra).

Cabe señalar que hay una fuerte tendencia de suplantar lo que no se tiene como capacidad de convocatoria por mecanismos legales. De ejemplo: en los casos de café, ganado y leche, unos pocos promueven la asociación de su rama pero ante la falta de convocatoria recurren al estado para crear una comisión nacional con aportaciones por ley obligatorias. La misma salida están buscando grupúsculos de profesionales al promover una ley de colegiación de su profesión, de nuevo con afiliación y aportación por ley obligatorias. Un salida similar son las comisiones nacionales formadas por el INPYME y el MIFIC para las MIPYME, donde unos tantos se entiendan con las autoridades de turno. Lo problemático no es tanto el carácter legal sino que la vía legal se usa como sustituto del trabajo de auto-organizarse y que por el otro como nacen como bastardos entre Sociedad Civil y Sector público, incapacitado por tanto de articular intereses de la Sociedad Civil enfrente del estado.

Ciertamente hay más que 1,200 ONG (vea para un panorama parcial Mapeo y Caracterización de las Organizaciones de la Sociedad Civil de Nicaragua –Resumen Mapeo y Caracterización de las Organizaciones de la Sociedad Civil - Informe Final), sin embargo las mismas en su gran mayoría (a) son instancia de abogacía, asistencia y servicios y no organizaciones de los interesados/beneficiados mismos y (b) reciben la mayor parte de su financiamiento –y por tanto no solamente plata- de agencias de cooperación y NGO internacionales. O sea solamente muy limitado representan a la Sociedad Civil como expresión organizada.

Estoy consciente de las limitaciones históricas (vea Las sombras del Absolutismo en la Nicaragua del siglo XXI). La constitución de cualquier tipo de asociación consiste en acordar reglas de conducta en consenso y hacerlas valer en relación peer-to-peer. Algo –como mencionado- no muy común en Nicaragua. Lo típico son reglas escritas extensas de procedimientos onerosos más códigos de ética elaboradisimos, sin embargo al momento crítico se busca a autoridades superiores o externas para hacerlos valer, pues falta la capacidad dirimir conflictos internamente, quizás porque nunca había sido parte de formación escolar o extra-escolar alguna.

Sin embargo me pregunto cómo habrá algún día visión de la nación Nicaragua, si no se logra ni quiera desarrollar, organizar e implementar visiones compartidas por segmento, sector, profesión, interés etc. O sea me parece que las visiones Alemania, Canadá, EE.UU., Francia etc. no se constituyeron ni se constituyen en un solo paso –ciudadano … nación- sino mediante una amplia red de identificaciones parciales dentro de segmentos, sectores, profesiones e intereses. Es el tejido resultante que hace la nación, no la idea abstracta suprema. Me parece como misión imposible que venga desde arriba –desde de la esfera de la política propiamente dicho, partidos, instituciones estatales- lo que desde abajo no se supo construir. Más a éste momento en la historia humana todos estos intentos desde arriba han fracasado, mas prominentemente el Socialismo Real.

En otra entrega hay que hablar sobre el papel de las municipalidades.

Cordialmente
Cornelio


viernes, 21 de agosto de 2009

Andrés: es indispensable crear visiones auténticas de nuestra sociedad

Estimado Cornelio,

Sin lugar a dudas que el desarrollo de una verdadera sociedad civil es el principal reto que enfrentamos para la democratización de las relaciones entre el Estado y la sociedad nicaragüense. Para evitar la confusión que hoy existe sobre el concepto de “sociedad civil”, podríamos decir que lo que se necesita es construir espacios públicos independientes del poder Estatal, e independientes de la cooperación internacional. Hablo de espacios públicos en donde la sociedad pueda organizarse democráticamente para defender sus derechos y aspiraciones. El tema de la representatividad dentro de estos espacios públicos es un tema central que podremos abordar en otra ocasión.

El providencialismo es mencionado en el libro Entre el Estado Conquistador y el Estado Nación como una de las raíces de la cultura pragmática resignada. Esta cultura política expresa un sentido de irresponsabilidad frente a nuestra historia. Yo creo que muchos de los que abandonamos Nicaragua, expresamos este sentido de irresponsabilidad. Decidimos incorporarnos a una historia triunfante –como la del Canadá—en vez de luchar desde Nicaragua, para recrear la de nuestro país. Pero no quiero convertir este artículo en una confesión personal, aunque en algún momento vale la pena hablar de este tema. Después de todo, este blog es para examinar nuestras experiencias personales.

El providencialismo religioso sigue vivo en Nicaragua. Las estadísticas que yo cito en mi libro siguen siendo válidas. El discurso religioso que forma parte de nuestro discurso político es providencialista. El crecimiento del pentecostalismo –más providencialista que el catolicismo—apunta también al predominio de una visión de Dios y de la historia que nos empuja a asumir que nuestro destino depende de fuerzas que nosotros no controlamos. Dentro de esta cosmovisión, percibimos que nuestro papel es adaptarnos a las circunstancias, en vez de transformarlas.

El marxismo del sandinismo fue providencialista. En este caso, la Historia era percibida como una fuerza con lógica propia que nos arrastraba hacia el triunfo de la sociedad sin clases. Nuestro papel no era más que montarnos sobre esta historia y, en el mejor de los casos, empujarla.

El neoliberalismo nica y latinoamericano también está marcado por el providencialismo. El mercado –para los neoliberales criollos—es la re-encarnación del Dios medieval que lo decide todo.

Ni los neoliberales ni los marxistas, entonces, sienten y creen que tienen la obligación de pensar, de crear nuevas visiones e interpretaciones de la realidad nicaragüense para superar el hambre. Los más ilustrados apenas sienten la necesidad de aprender lo que otros han pensado y, más concretamente, lo que otros han pensado para resolver los problemas de sociedades que se nutren de aguas históricas de las que nosotros no bebemos.

Nos peleamos y nos matamos, entonces, armados de ideas prestadas. Y no es que no sea importante y hasta necesario conocer lo que otros piensan y han pensado sobre el mundo y sus sociedades. Quiero ser claro en esto: es indispensable conocer el pensamiento económico y político mundial. Pero es indispensable crear visiones auténticas de nuestra sociedad; es decir, visiones que se nutren de la realidad social concreta que se desarrolla dentro de nuestro espacio histórico y material. Visiones que tomen en consideración lo que somos, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que creemos y lo que queremos.

En este sentido, ni el neoliberalismo ni el marxismo nicaragüense son auténticos. Son malas copias; copias que con mucha pereza hemos hecho de otros países y de otras realidades históricas.

El caso del marxismo nica es aterrador. Aquí en Nicaragua copiamos no solamente los conceptos y las ideas –trivializadas y convertidas en consignas— del marxismo leninismo que es, en sí mismo, una trivialización y traducción en consignas del pensamiento de Marx. ¡Aquí copiamos hasta la manera de aplaudir de los “camaradas” soviéticos! Tenés que recordarlo: la Dirección Nacional del FSLN orgullosamente aplaudía en las tarimas públicas con las palmas colocadas en posición horizontal. Después de la caída del Muro de Berlín empezamos a aplaudir “verticalmente”. Te digo esto con risa y con ganas de llorar porque el ejemplo muestra la comedia dentro de la que hemos vivido y dentro de la que nos hemos matado y desangrado.

¿Y hacia donde corrió el FSLN cuando le pareció que las consignas marxistas ya no “sonaban”? Hacia el discurso religioso, hacia el Dios providencial. ¿Se le ocurrió a alguien hacer y escribir y discutir una reflexión sobre el marxismo a partir de la experiencia del fracaso del socialismo real? No. Porque pensar cuesta mucho. Era mejor agarrarse de otro “gancho”. Si la Historia nos había fallado, entonces mejor agarrarnos del Dios salvador. Quemamos los manuales soviéticos y cubanos y rescatamos las novenas. Aunque es necesario aclarar que algunos todavía repasan sus manuales.

Creo pues, Cornelio, que seguimos siendo una sociedad providencialista; es decir, una sociedad que todavía no asume la responsabilidad de hacer su historia. Esto no significa que no estemos dispuestos –de vez en cuando—a rebelarnos contra el poder. El problema es que podemos rebelarnos contra el poder para caer, nuevamente, en otra condición providencial que nos empuja a adaptarnos –atemperarnos—a las circunstancias. En los 1980s hubo resistencia contra el FSLN. La Contra fue la principal expresión de esta resistencia. ¿Qué hicieron? Apegarse a los Estados Unidos. Gritar “¡Viva Reagan!, como vergonzosamente lo hizo Calero en la Casa Blanca. Puesto en otras palabras: para luchar contra un sandinismo disfrazado de un marxismo europeo y soviético, la Contra se armó con el disfraz de la democracia estadounidense. Nos seguimos matando sin reconocer lo que éramos, condición necesaria para saber lo que podemos ser.

Hoy en día seguimos –gobierno y oposición-- disfrazados.

Un abrazo,
Andrés

PS por Cornelio: lo correspondiente mío está en El sincretismo ideológico como paradigma político latino

jueves, 20 de agosto de 2009

Cornelio: País de solo Penurias

Estimado Andrés,

Vos escribes: En este sentido me atrevo a decir que Nicaragua no será un verdadero país, hasta que los nicaragüenses no seamos capaces de construir una visión y una definición política –no folklórica- de lo que significa ser nicaragüense. La clase política nicaragüense y los grupos económicos que han dominado el país han sido incapaces de promover el desarrollo de estas definiciones. La clase política nicaragüense ha sido y sigue siendo “inferior a su propia suerte”.

Me temo que antes o al menos en paralelo, las/los Nicaragüenses –en particular pero no limitado las/los jóvenes- tendrán que re-apreciar a Nicaragua, y por el otro nosotros los viejos –en términos Nicas ya ancianos- debemos tomar nota que para la gran mayoría –los que ahora tienen 35 años y menos- hay una ruptura en la percepción histórica del país, tal que –y a diferencia a nosotros- perciban a Nicaragua no como el país de las promesas pero incumplidas sino como callejón sin salida salvo la emigración, más aún como no hubo relevo generacional sino el país –en su cultura política- ha envejecido al mismo ritmo al cual los muchachos de 78/79 se hicieron ancianos sin soltar las riendas. Cabe señalar que los más que 80,000 estudiantes de las universidades públicas de hoy –UCA y UPOLI incluidas- tienen menos incidencia en las mismas universidades, de la opinión pública ni hablar, que los ni 8,000 estudiantes de 1976 al 1979.

Hay que tomar nota que la Nicaragua del 2009 –a pesar de la continuidad de cuadros en política y sociedad- no tiene continuidad percibida con la Nicaragua de los 80, de antes ni hablar. Los jóvenes de hoy –aunque un términos objetivos lo sean- no se sienten como “Juventud heredera de un fracaso nacional” tal como vos la nombras en un ensayo, sino se sienten ajenos a éste fracaso tal como ajenos a Nicaragua: mas que el 68% no solamente quiere emigrar a la primera oportunidad sino prefiere que hubiera nacido en otro país. Puesto al punto: Nicaragua es un país maldito pero -para los jóvenes- ellos no tienen nada que ver con ésta maldición ni en el sentido de resignación ni en el sentido de rebeldía.

Por el momento limitándome solamente a los universitarios, esperan culminar su carrera, encontrar un trabajo vinculado con su carrera y ganar lo suficiente para establecer un familia, o sea deseos supongo no muy diferentes de los de los estudiantes tuyos en Toronto. Sin embargo chocan con la realidad como la muestra el censo del 2005 según lo cual hubo 151,301 profesionales con título universitario, de los cuales 115,031 tenían trabajo regular, quedándose 36,184 o el 24% sin empleo fijo y ¡ojo! se trata de cualquier empleo ni quiera en la profesión estudiada, tal que el taxista con título de Ingeniero en Informática –se dirigen a mi a menudo por ser Informático conocido- o la cajera con licenciatura en contaduría pública cuenten como empleado (mas en: Una Nicaragua sin futuro y Desarrollo, Autonomía y Responsabilidad).

Cabe añadir que en las maquilas de Zona franca desde sus inicios se exige Ciclo básico completo para cualquier contratación con una tendencia hacia la secundaria completa o el bachillerato para trabajar en un línea de coser. Esta situación –en inglés se llama out-crowding- a la vez ha provocado que la mayoría de los aspirantes a entrar a cursos de técnico medio son bachilleres y no egresados de ciclo básico completo como antes. O sea en resumen los jóvenes ganan la experiencia que aún esforzándose para pertenecer al 2.8% con título universitario, el país no los necesita y además –como no hay un mercado laboral transparente, salvo algunas pocas empresas- si encuentren pegue, entonces por conectes personales o políticos, casi nunca por merito.

Intente a comparar la situación de éstos jóvenes –y sus cantidades- tanto con la situación tuya (y del país) cuando eras estudiantes como con la situación de tus estudiantes ahora en Toronto. Peor, pues ustedes tenían al menos a quién responsabilizar por éstas situación –desde los Somoza hasta los capitalistas o imperialistas- y a que aspirar –cambiar al país de fondo-, mientras los jóvenes de hoy tienen solamente neblina al otro lado, tanto en cuanto a autoridades como en cuanto a perspectivas posibles, pues el amanecer dejó de ser una tentación sin que haya salido un nuevo sol iluminando toda la tierra.

Confieso: ésa Nicaragua de hoy no es la Nicaragua, con la cual me comprometí en 1984. En la Nicaragua del 1984 hubo carencias de todo tipo y en cualquier lado, sin embargo hubo la confianza –en particular en la capacidad propia- de salir del hoyo en primer instancia por esfuerzo y trabajo propio, incluyendo preparándose lo mejor posible estudiando. En la Nicaragua de hoy –con mucho menos carencias que en 1984- ésta confianza no existe. Mas que nunca, los Nicaragüense jóvenes están profundamente convencido que (a) el país no tiene remedio, (b) que –si haya solución- la misma puede venir solamente por importación de afuera sin embargo (c) que emigrando ellos mismos tendrán perspectivas de realizarse como profesional.

Si yo les hablaría en ese estado mental solamente de la miseria y de los pobres en Nicaragua, muy probablemente yo hasta reforzaría ésta convicción. O sea es una cosa hablarles de cristiana responsabilidad social a quienes se ven a si mismo en el camino hacia arriba –como sospecho ustedes en los Colegios de secundaria pública y privada y las universidades de los años 70- y es otra cosa completamente diferente el discurso posible a quienes se sienten en un callejón sin salida salvo la emigración como los universitarios de hoy, donde como primero tengo que restablecer a Nicaragua como país viable, mostrando que aún en Nicaragua hubo momentos con una dinámica propia de desarrollo (vea Sin vigor ni gloria) y motivarlos a detectar sus propias capacidades para restablecer su autoestima.

Y es hasta después que podemos conjuntamente explorar hasta donde tanto sus convicciones como sus formas de interactuar –de ejemplo su incapacidad de organizarse- sean resultados concretos de un proceso histórico concreto, del cual los mayores no les quieren hablar. Mas importante ambos son cambiables por ellos mismos –aunque con bastante esfuerzo consciente y práctico- una vez identificado los orígenes.

Hasta aquí por el momento

Cordialmente
Cornelio

miércoles, 12 de agosto de 2009

Andrés: Construir lo que significa ser nicaragüense

Estimado Cornelio,

creo que finalmente hemos empezado a conversar sobre nuestras experiencias transculturales. Para hablar de la mía quiero hacer referencia a lo que señalás en tu escrito sobre los conceptos de “Estado-Nación”, “bien común” y “voluntad general”. Quiero, especialmente, referirme a la desconfianza que esos conceptos te producen.

Tu desconfianza demuestra, una vez más, que lo que pensamos tiene raíces en la materialidad que nos ha tocado vivir. Nuestras mentes, para repetir lo que hemos señalado varias veces, son mentes encarnadas en cuerpos que habitan un espacio y un tiempo determinado.

La historia alemana te hace desconfiar de cualquier expresión colectiva e institucional de lo social, sobre todo de aquellas que se consolidan en términos que tienen un sabor totalizante como “el Estado” o “la Nación”. Yo creo que las razones de esa desconfianza son válidas y deben tomarse en cuenta. La historia muestra cómo esos conceptos pueden transformarse en ideas que pueden aplastar la individualidad, la dignidad y hasta la vida de las personas.

Es necesario, sin embargo, recordar que conceptos como “Estado Nación”, “bien común” y otros, también pueden utilizarse para hacer referencia a condiciones u objetivos sociales que pueden ser justos, útiles y hasta necesarios. También es importante recordar que el sentido de los conceptos cambia con el tiempo y que pueden ajustarse a los valores y las necesidades de una sociedad como Nicaragua, como Canadá, o como la Alemania actual.

La idea del Estado Nación, por ejemplo, tuvo inicialmente un sentido unidimensional que aplastaba la diversidad. Así, la nación era percibida como una entidad natural fundamentada en características como la raza, la lengua, la religión y otras. Esta idea escondía y anulaba cualquier divergencia con relación a los patrones dominantes impuestos, naturalmente, por los que controlaban el poder del Estado.

Esta visión esencialista de la Nación ha sido superada por una visión política de la misma. En la actualidad, la Nación es definida como una entidad política compuesta por personas que comparten una identidad legal que se traduce, fundamentalmente, en un conjunto de derechos y obligaciones comunes. No es, entonces, una unidad natural, sino una unidad construida políticamente. En condiciones democráticas, ésta unidad tendría que ser capaz de integrar y balancear los derechos y las obligaciones de los diferentes sectores y grupos que forman parte de una sociedad nacional.

Igual cosa sucede con el concepto del “bien común”. Esta idea no debe glorificarse, como tiende a hacerlo el discurso liberal; pero tampoco debe trivializarse o ignorarse. El bien común expresa una visión y una moralidad social que, al hacerse dominante, se materializa en un balance de poder que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para muchas personas. Así, por ejemplo, a pesar de las limitaciones sociales, políticas y económicas que sufren las comunidades indígenas en Canadá, sus miembros gozan de mayor protección contra el poder coercitivo del Estado, y contra las injusticias y las arbitrariedades del mercado, que los pueblos indígenas de un país como Guatemala. La diferencia en estos dos casos la determina, fundamentalmente, el nivel y la efectividad relativa de los derechos ciudadanos en los que se expresa y se hace operativa la idea del “bien común” en cada sociedad. Esta idea expresa una voluntad y un esfuerzo político. No baja del cielo, ni lo crea mecánicamente “la Historia”.

La idea de la Nación como una comunidad política que se organiza alrededor de una visión políticamente construida del “bien común” y que se enmarca dentro de un conjunto de derechos y obligaciones compartidas, la logré apreciar viviendo en Canadá y, especialmente, en Toronto, la ciudad donde resido.

Para dar una idea de la complejidad y diversidad de Canadá, basta señalar que en Toronto se hablan 140 idiomas y dialectos. Viajar en el “subway” en Toronto es toda una experiencia. En cada estación entran y salen de tu tren gente de todos los colores, razas y nacionalidades. ¿Y qué decirte de la comida, de la variedad de olores y sabores que coexisten en casi cada cuadra de esta ciudad? ¿Y qué decirte de la religión? Conozco un lugar en Toronto en donde en una misma cuadra encontrás un templo anglicano, una iglesia católica y un templo budista. Muy cerca de este lugar operan, una mezquita y una sinagoga.

¿Cómo es que funciona Toronto? ¿Porqué no estalla en pedazos? ¿Cómo funciona Canadá? ¿Cómo coexisten millones de personas que viven con diferentes memorias históricas, que rezan a dioses diferentes, y que arrastran diversas experiencias con relación a la ley, la justicia y el Estado? Agregá a esto la conflictiva relación entre los canadienses franceses y los ingleses, las tensiones que se derivan de la historia de las relaciones entre los pueblos indígenas y los pueblos colonizadores en este país. Agregá, además, el inmenso tamaño del Canadá, lo que constituye un reto inmenso para la integración social de esta sociedad.

Pongamos todas estas cosas juntas y preguntémonos: ¿Cómo es que existe Canadá, como una entidad política nacional? La respuesta a esta pregunta es compleja y requiere de un espacio mayor del que disponemos en este blog. Solamente quiero señalar algo: No existe nada “natural” en la existencia de Canadá o de cualquier otra sociedad nacional. Este país es una construcción política organizada alrededor de una visión colectiva que se discute diariamente y que se traduce en leyes y políticas que alimentan un proyecto de sociedad, una noción del “bien común” que se traduce en acciones concretas en el campo de la salud, la educación y otros.

La política, como un esfuerzo permanente para definir lo que se quiere y se puede ser es esencial en la construcción de Estados Nacionales modernos y en la articulación de un “bien común” que debe negociarse constantemente. Y para el caso canadiense, este esfuerzo político demanda la activa participación del Estado. En la visión nacional dominante canadiense, en la idea dominante del “bien común” del Canadá, el Estado es un actor indispensable. En esto, la idea del “bien común” canadiense es significativamente diferente a la de los Estados Unidos.

Nada de esto debe hacer pensar a nadie de que Canadá es un paraíso en donde reina el amor y la fraternidad. Toda definición del bien común está marcada por la desigual distribución del poder que impera en toda sociedad. En este sentido, toda visión del bien común es hegemónica. Y si no que lo digan los pueblos indígenas de este país que siguen luchando por una redefinición del bien común nacional que los reconozca plena e integralmente.

Así pues, en el país que ahora vivo, existen problemas, existe la injusticia, prevalecen grandes desigualdades, etc.. Pero el país funciona porque estas desigualdades y el sentido de la justicia pueden negociarse y debatirse políticamente. Funciona porque sus instituciones permiten la expresión de ideas y visiones diferentes y hasta contradictorias. Funciona, pues, porque el conflicto que genera la diversidad en este país es procesado y organizado políticamente dentro de un aparato institucional que está diseñado para integrar las diferencias.

Para un nica que, como yo, camina las calles de Toronto cargando el recuerdo de una sociedad fragmentada y polarizada como Nicaragua, el Canadá ofrece una lección: los países, sobre todo en el siglo que vivimos, no nacen; se hacen; se construyen; se construyen políticamente; se construyen con una visión que, en condiciones democráticas, debe nutrirse de las aspiraciones y necesidades de sus habitantes. Ni el Dios providencialista, ni “la Historia” del marxismo vulgar, ni el mercado de los neoliberales, pueden lograr la articulación de una identidad nacional, de una Nación, de un Estado-Nación democrático y moderno.

En este sentido me atrevo a decir que Nicaragua no será un verdadero país, hasta que los nicaragüenses no seamos capaces de construir una visión y una definición política –no folklórica- de lo que significa ser nicaragüense. La clase política nicaragüense y los grupos económicos que han dominado el país han sido incapaces de promover el desarrollo de estas definiciones. La clase política nicaragüense ha sido y sigue siendo “inferior a su propia suerte”.

Un abrazo,
Andrés

martes, 11 de agosto de 2009

Cornelio: De la Cosmovisión Providencialista a la Emigración Masiva

Estimado Andrés,

como segunda parte de las reflexiones sobre Estado y Nación, quiero retomar un planteamiento tuyo, que por falta de un pensamiento político apropiado y propio, Nicaragua en particular como América Latina en lo general no lograron la transición del Estado Conquistador al Estado Nación como presentado en tu libro Entre el Estado Conquistador y el Estado Nación. Providencialismo, pensamiento político y estructuras de poder en el desarrollo histórico de Nicaragua (dicho a parte el mejor libro de la Historia de Nicaragua, que conozco).

Vos vinculas en este libro el Pragmatismo Resignado, que domina la sociedad –no solo la política- con una Cosmovisión Providencialista, la que a la vez se fundamenta en la Religión católica diciendo:
El pragmatismo resignado encuentra una de sus principales raíces en la cosmovisión providencialista reproducida por la Iglesia Católica desde la conquista. En términos generales, el providencialismo expresa una visión de la historia como un proceso gobernado por Dios, en concordancia con sus planes y propósitos.
El providencialismo es uno de los principales ejes doctrinales del cristianismo. A pesar de su persistencia, sin embargo, la teología cristiana se ha visto obligada –por la misma modernización de las sociedades más avanzadas del mundo— a matizar y problematizar las articulaciones discursivas de esta doctrina.
Así pues, algunas interpretaciones contemporáneas del providencialismo hacen referencia a Dios como una influencia histórica general y no como la fuerza que regula y administra el sentido, la forma y la naturaleza de cada uno de los hechos y las circunstancias que marcan el paso del tiempo. Para Peter C. Hodgson, Dios participa en la historia estableciendo “estructuras de prácticas ético-históricas dentro de las que participan individuos, comunidades e instituciones”.
La Iglesia Católica reproduce los elementos esenciales de su doctrina providencialista a través del lenguaje escrito y oral. Su discurso también incluye representaciones simbólicas, que expresan una visión del mundo como un espacio gobernado por Dios; y de la historia de los individuos y de las naciones, como procesos determinados por fuerzas sobrenaturales. Una de las más importantes de estas representaciones simbólicas la constituye la figura de los santos y las santas de la Iglesia.

Sin negar que el paradigma de la Conquista (y su corolario, la Resistencia) sigue dominando la dinámica social de Nicaragua –en todas las dimensiones, económico, social, psíquico, político-, me parece que a las alturas de la 1a década del siglo XXI ya no existe ése vinculo fuerte con una cosmovisión providencialista sino más bien hay una apreciación bastante realista hasta donde un individuo o un grupo de individuos sean capaces de cambiar la dinámica dominante en Nicaragua, comparable quizás con una apreciación similar de la capacidad de cambiar la lógica del mercado en otros países (¡ojo! estoy diciendo tácitamente que Nicaragua aún no se rige totalmente por una lógica de mercado).

En particular por el impacto de los medios de comunicación masiva, incluyendo la Internet, la gran mayoría de las/los Nicaragüenses ya no está convencida que su suerte personal esté definido en cada detalle por Dios, aunque si piensan que Nicaragua no tiene remedio. Como indicadores me valgo del ya constante 60% de las/los nicaragüenses, quienes expresan su deseo a emigrar en la primera oportunidad que se les presente, del igualmente constante 65% de las/los jóvenes, quienes prefieren haber nacido en otro país, y al fin del ya cerca al 20% de las/los nicaragüenses, que ya dieron el paso de emigrar para no volver, mas los cerca a 100 mil, que dan este paso cada año. Todos ellos, sea solo en pensamiento sea ya en acciones, están convencidos que puedan cambiar su situación por iniciativa propia y sino para ellos mismos, entonces al menos para sus hijos. (Yo tengo por lado de mi esposa al menos 10 parientes, que emigraron a Costa Rica para garantizar una mejor educación para sus hijos. Dos hijos míos igual se fueron a Alemania a estudiar para obtener en menor tiempo una mejor preparación académica que en cualquier universidad nicaragüense).

Ciertamente la religión católica –en particular su matiz anti-racional como prevaleciente en América Latina- ha contribuido a crear la Sociedad de Conquista y Resistencia, como la ética protestante ha contribuido a la formación de una Sociedad Capitalista (vea Weber). No obstante, como en la última los valores éticos religiosos se han secularizado y economizado a tal grado que ya no exista ése vinculo, me atrevo a sospechar que los valores o principios de la Sociedad de Conquista y Resistencia ya no tengan ése vinculo religioso tampoco sino se han transformado en valores y principios secularizados de interacción socio-económica a tal grado que el problema principal está en la concordancia entre la economía real de Nicaragua y dichos valores –o sea las personas actúan como actúan pues resulta racional en una economía a la nica- dejando como alternativa –como ya dicho arriba- solamente la emigración. De paso, me resulta difícil encontrar razones éticas convincentes ni valores transcendentales para quedarse en Nicaragua si hay la opción de emigrar.

Llevado al punto: una propuesta puramente ideológica –es decir solamente de valores y principios-, la que no incluye –y en forma muy concreta- qué, cómo y para quién producir –o sea la parte económica- no va a convencer a nadie ni mucho menos va a funcionar, como tampoco una propuesta concentrándose solamente en una distribución más justa, pues ninguna distribución lo más justa que sea elimina –de ejemplo- los hechos que ya México invierta por alumno en educación pública al año más que el equivalente al per cápita anual del producto interno bruto de Nicaragua o que Costa Rica pague a los padres nicaragüense –inmigrantes legales o no- un subsidio anual para que manden sus hijos a la escuela, subsidio más alto que el gasto total anual por alumno del MINED.

Para cerrar el círculo con el Estado Nación, me parece que la secuencia en su rigurosidad por primera vez planteado por Lenin en ausencia de una dinámica propia de desarrollo, primero tomar el poder como ha lugar y después desde ahí –del estado- impulsar el desarrollo productivo no solo ha fracasado sino –incluyendo Nicaragua- el intento ha costado –medido en términos de los resultados- mas vidas humanas sacrificadas que el capitalismo salvaje; puesto a parte tal intento tenía tanto que ver con los textos y teorías de Marx como el Derecho Canónico con la Biblia: muy poco.

Sostengo pues que la fijación de la Izquierda Latina en el role del estado –vea de ejemplo ¿Volver al futuro? Estado y mercado en América Latina – nace de una apreciación del estado fuertemente influenciada tanto por el antecedente del Estado Conquistador –aquel, que asignaba tierras, licencias, permisos y por tanto riquezas- como de una asimilación superficial del estado napoleónico, apreciación la que a la vez deliberadamente ignoraba el papel jugado por la Sociedad Civil institucionalizada en el desarrollo de Europa Occidental, los Estados Unidos y Canadá. O sea se comparó lo que se pensaba similar sin percatarse que la ausencia de un homólogo local de una Sociedad Civil institucionalizada –por esto su papel se escapó- era y es parte esencial del problema.

Si estoy en lo cierto, entonces el esfuerzo no solo intelectual debería concentrarse en cómo lograr que la Sociedad Civil se institucionalice, obviamente algo diferente a la ONGización, la que se limita a la abogacía y prestación de servicios a los menos favorecidos sin –hasta el momento- haber contribuido mucho a la organización propia y autóctona de los mismos, sin olvidar tampoco que los niveles y la calidad de organización empresarial, profesional y sindical en Nicaragua son patéticos. O sea estoy convencido que sin Sociedad Civil institucionalizada no habrá Estado Nación nunca, por tanto le doy a la primera prioridad sobre el segundo.

Hasta aquí por el momento

Cordialmente
Cornelio

lunes, 3 de agosto de 2009

Cornelio: “Me crié como me criaron” o “Nación, Estado y Sociedad”

Estimado Andrés,
parece que compartamos el concepto, que cada uno lleva consigo encarnado el contexto familiar, social, económico, político y histórico, que nos tocó al criarnos, y -sin renunciar a lo propio, autónomo del resultado- reconociendo la influencia fundamental de nuestros educadores y acompañantes en el sentido amplio de la palabra, en familia, escuela y parroquia, en el estudio y el trabajo, en organizaciones sociales, gremiales y políticas, es decir la influencia por aquellas y aquellos, que nos criaron.

Ahora bien, al trasladarme a un contexto completamente diferente –y mucho más diferente que hubiera pensado al inicio- me di cuenta que mi marcos automáticos de referencia –aquellos que dictan la primera apreciación de una situación concreta o de un texto, de un discurso- son diferentes a los de mi ambiente o como se dice en alemán Meine Uhr tickt anders – Mi reloj anda con un tic-tac diferente.

Por la misma situación familiar –una familia bicultural y binacional- y el trabajo –siempre como actor integrado y dependiente de contextos nicaragüenses, nunca como empleado o enviado de agencias externas-, no podía retirarme a una posición netamente contemplativa sino tenía que vivir activamente con las diferencias hasta contradicciones, o sea no bastaba conformarme con soy diferente sino tenía que reflexionar por qué somos diferentes, y adicionalmente cuáles de éstas diferencias eran personalmente mías –presentes allá como acá- y cuáles debido a una socialización allá y acá diferente, un proceso de análisis no terminado, que me remite sin embargo constantemente al análisis tanto del contexto alemán como del contexto nicaragüense en sus dimensiones presentes y sus antecedentes históricos, aprendiendo tanto la historia alemana como la nicaragüense.

Curiosamente detecté un antecedente familiar –la vinculación de mi familia materna con la independencia de Estonia-, al cual yo muy probablemente en Alemania nunca le hubiera dado tanta importancia sino fuera en el contexto de hispanización, mestizaje e independencia de Nicaragua: mi familia materna tiene origen estonio, es decir los nativos de Estonia. Mi bisabuelo Gustav Beerman, casado con una alemana, inventó la bandera nacional de Estonia, mi tía-abuela cosió el primer ee_01ejemplar para una asociación estudiantil nacional-estonia en la universidad de Tartu, siendo su hermano mayor Christoph Wilhelm hasta su muerte guardián de la misma. Hoy día la escuela de primaria extendida, fundada y operada por mi bisabuelo, se contempla como una cuna de la literatura nacional de Estonia. Pero en sus tiempos la única forma de acceder becado a una universidad era para estudiar teología luterana, la única universidad en Estonia impartió toda su docencia en alemán, entonces los egresados de la misma –mujeres no hubo- pertenecían casi automáticamente al nivel superior de la sociedad -comerciantes, artesanos y latifundistas- de Estonia, cuya cultura era la alemana. Por sus malos antecedentes como nacionalistas, ni a mi abuelo ni a sus hermanos, una vez graduados y ordenados, se les asignó parroquias luteranas en Estonia. Entonces hasta 1917 atendieron a feligreses luteranos en Rusia o trabajaron ahí –como mi abuelo- en la educación de hijas de la aristocracia rusa-alemana. Mi abuelo Johannes Immanuel, el más joven de 6 y segundo en línea a casarse con una alemana, se contemplaba a si mismo como alemán mientras sus hermanos se pensaron como estonios, con tal que en las escaramuzas de la independencia de 1917/18 los hermanos se encontraran en bandos opuestos.
No obstante en fin entre 1929 y 1944 todos aún vivos –salvo el guardián de la bandera, fallecido en 1939- emigraron con sus familias a Alemania. Contó mi mama que cuando se trasladaron a Alemania –ella tenía 6 años entonces-, su muñeca favorita tenía que quedarse atrás, pues hablaba solamente estonés pero no alemán.  Para mi era muy emocionante visitar a mis primos lejanos –descendientes de hermanos de mi bisabuelo- en 2005, conociendo así de primer mano una parte de la historia familiar.

Dicho todo esto –más lo anterior en el post inicial-, tengo que decirte que el concepto Estado-Nación para mi no tiene absolutamente ningún atractivo. Además hago una diferencia clara entre Estado –entendido como los poderes públicos a nivel central y local- y Nación –dentro de la cual el estado es un pero no el único actor- siendo la contraparte del estado la sociedad civil institucionalizada,200px-Jean-Jacques_Rousseau_(painted_portrait) es decir todo el conjunto de asociaciones u organizaciones de cualesquier carácter –gremial, social, profesional, político, religioso, cultural si querés hasta deportivo-.
Voy a un pasó más: para mi no existe tal bien común nacional –tan fatamorgana como la voluntad general-, ni hacia adentro ni hacia afuera como algo plasmable en políticas concretas mas allá de los principios que no se deba negarle al otro el derecho de andar detrás de su autodeterminación entre otras organizándose, ni se deba promover la destrucción de las condiciones naturales y sociales de la existencia humana misma, donde destacan el medio ambiente y el respeto a la ley sin tomar ni uno ni otro como inmutable. Lo que si hay es política como un proceso constante de encontrar/negociar balances entre intereses encontrados. De nuevo en este proceso el estado es un actor (y escenario), pero no el único, de tal forma que este proceso se desarrolla también entre otros actores sin intervención del estado, de ejemplo la negociación entre sindicato y patronal sobre salarios y condiciones de trabajo.

Ahora bien, reconozco claramente que ésta, mi posición resulte de la situación muy particular de Alemania después de la catástrofe, pues la misma dejó devaluado por completo al concepto Estado-Nación como un fantasma que no tenía respaldo alguno en casi 900 cientos años de historia alemana –de Otón I (973) hasta 1872 Proclamación del Imperio Alemán Alemán por Bismarck- cuando más bien la promoción del concepto llevó a la catástrofe. Ninguno de los nuevos estados de Alemania Federal se sentía comprometido con los ideales administrativos-burocráticos de Prusia –los que en el exterior se sigue contemplando típico alemán- tampoco, mas bien habían sido territorios incorporados a Prusia por fuerza militar reciente en el siglo XIX. Cuando se 84e06c397a8e171b22b64ea6d6ea128c_image_document_large_featured_borderlessle preguntó al recién electo tercer presidente de Alemania Federal Gustav Heinemann en 1966 –él tenía ya 67 años- ¿usted ama a Alemania? él contesta: ¡amo a mi esposa! Admito que para Alemanes jóvenes de hoy –o sea socializados después de la incorporación de la RDA a la RFA- la valorización pueda ser diferente. No sé, pues las transformaciones alemanas de 1989 por acá para mi son algo ajeno. Solamente noté por televisión y noticias mares de banderas en el campeonato mundial de futbol, algo para mi –y sospecho la mayor parte de mi generación- en nuestros tiempos completamente inconcebible.
Al colapsar la transcendencia de Estado-Nación, se quedaron en su lugar lo procedimental de la democracia formal y del estado de derecho así como un alto nivel de autonomía de las municipalidades –las que a nivel operativo tenían que manejar la reconstrucción de las ciudades destruidas- más al interactuación directa entre sindicatos y patronal con autonomía garantizada por la mismita ley fundamental. (¡ojo! los términos sindicato y patronal se refieren a los sindicatos unificados y la patronal, ambos organizados por ramas de la economía, aunque hay también la participación directa en la gestión de las empresas, por empresa y corporación institucionalizada en base de ley).
Hay que añadir que ya en 1900 la ley establece la libertad de formar asociaciones y sociedades con fines definidos por los miembros con personería jurídica propia por el solo acto de constitución –sin necesidad de permiso ni derecho a la intervención por el estado como todavía en la Nicaragua del 2009-, de tal forma que –superado la Gleichschaltung Nazi- de nuevo hubo miles de asociaciones y sociedades -con sus procesos internos de decisión, elección y rendición de cuentas- así que había una amplia tradición de auto-organizarse no solo para reclamar sino para resolver (véase también Las sombras del Absolutismo en la Nicaragua del siglo XXI)

Como último, había otro concepto, que había perdido su transcendencia: el concepto del padre (varón) como autoridad natural (Mitscherlich): Para mi generación, nuestros padres y abuelos habían vuelto de la guerra dos veces derrotados, y de la segunda ni quiera podían defenderse o justificarse públicamente por haber defendido la patria, cuando era obvio a todas luces que Alemania había iniciado ésta y además en nombre de Alemania se había ostern68_1cometido los crímenes más horrendos. Esto no quiere decir que las generaciones aquellas hubiesen dejado por así sus hábitos autoritarios, machistas y paternalistas sino que ya no había un justificación transcendental para los mismos. Aunque parezca como si fuera algo solamente en en el marco familiar, significaba de fondo el colapso del concepto de la autoridad natural, sea el contexto que fuera. La contradicción entre hábitos viejos y su colapsada justificación era la base particular para la Revuelta Estudiantil del 1968 en Alemania, aunque concurrente con actividades de forma similares en todo el mundo en el mismo periodo. En lo sencillo: ya no nos abstuvimos a cuestionar, solo porque el cuestionado se presentara como autoridad, levantándonos no contra autoridades específicas sino contra cualquier autoridad sin responder. De ahí en adelante cualesquiera autoridad –incluyendo la religiosa- se vio limitada a contextos funcionales específicos y a la vez obligada a justificarse/responder públicamente ante aquellos sobre los cuales quería ejercer su autoridad o liderazgo.

¿vos puedes imaginarte cómo me sentía en mi visita exploratoria a Nicaragua del diciembre 1983 hasta finales de febrero del 1984? Como en otra estrella ya por apariencias: una generación más o menos de mi edad al mando, una generación 10 años y más más joven en las universidades, los cafetales y las manifestaciones. La cantidad de banderas rojinegras el 21 de Febrero 1984 me parecieron extraña. La mujeresuniconsigna ¡Dirección Nacional – ordene! me produjo escalofríos De la historia nicaragüense sabía casi nada salvo generalidades, sin embargo me atrajo la oportunidad de aportar con las/los jóvenes a algo nuevo, diferente. No me asustaba la aparente falta de recursos –como computadoras o libros-, pues cuando comencé en Informática apenas 12 años no los había en Alemania tampoco.
Por el otro poner lo más avanzando de la tecnología al servicio real y práctico de las mayorías precisamente en este contexto, me pareció –y sigue pareciendo- un desafío, que vale para gastar tiempo de vida, lo más precioso e irrecuperable que tenemos. No estoy arrepentido ni he renunciado, pero ojalá hoy soy un poco más sabio por aprendizaje, estudio y experiencias acumuladas, o sea sé mejor –creo al menos- pesar las herencias que en aquellos momentos, de ambos países.

¿y vos, como te has criado en Nicaragua y cómo te recibió Canadá, años mas tarde?

Cordialmente
Cornelio