sábado, 22 de enero de 2011

Cornelio: Las Venas Abiertas de Nicaragua

Leí el libro de Eduardo Galeano años antes de venir a Nicaragua. Es la triste historia como las riquezas de América Latina sirvieron para enriquecer a muchos, salvo a los países mismos de América Latina y sus pueblos. Pero no es solamente la historia de potencias externas enriqueciéndose, sino también la historia de una alianza tripartita interna -entre comerciantes, productores de materias primas y políticos respectivamente administradores de la cosa pública- a la cual, tanto de causa como en efecto de la independencia, se unen los financieros externos e internos.

Al fin es la historia de ciudades, cuyo esplendor y extensión se basó con mucho éxito en el transito de riquezas entrantes y salientes, mas sin embargo no en la producción de riquezas, tal que hasta muy a medianos del siglo XIX muchas ciudades del norte de América, de los EE.UU. y Canadá lucían frugales y modestas comparadas con las ciudades coloniales principales de América Latina.

Aunque Galeano apunta a veces en esa dirección,   él no cae en simplificaciones burdas, como si se tratase en primer instancia -entre interno y externo- de una confabulación entre despiadados explotadores externos -las potencias económicas coloniales y poscoloniales- y sus inescrupulosos colabores internos -los literalmente vende-patria-, sino que ahí se confabularon a la vez la lógica económica y el retraso tecnológico relativo, tal que la mayor taza de retorno a corto plazo se obtuviera y se siga obteniendo precisamente al exportar materias primas e importar bienes manufacturados.

Esa confabulación objetiva no ha cesado, ni a nuestros días, solo que los bienes de consumo ahora nos vienen del sureste de Asia como resultado de la globalización del capitalismo neo-liberal. En esa nueva división global, los anteriores productores de bienes -de ejemplo Apple, Dell, General Electric, HP, IBM, Nokia, Sony, Westinghouse y muchísimos otros- se convirtieron en comerciantes solamente de productos hechos en Bangladesh, China, Filipinas, la India, Malasia, Tailandia, Taiwán, Vietnam etc..  La globalización no implicó en todos lados lo mismo, sino que sus efectos han sido muy diferenciados: industrialización en Asia, des-industrialización en los EE.UU. y Gran Bretaña, re-auge de la producción de materias primas en gran partes de América Latina y África.

Igual han sido muy diferenciados los efectos sobre las oportunidades de empleo. Donde la globalización empuja la manufactura y la industrialización, se ha creado literalmente centenares de millones de nuevas oportunidades, aún mal pagadas al inicio pero mejor pagadas que las que hubo antes en el campo, a tal grado que en ciertas partes de China se comienza a sentir escasez de mano de obra, dándole un empujón hacia arriba a los salarios.

No así -con pocas excepciones- en América Latina, mucho menos en Nicaragua, donde ni la reciente expansión en la producción y exportación de materias primas nos llevó a un mejor, más amplio aprovechamiento de la creciente -y a pesar de todo mejor calificada- mano de obra juvenil, ni hay tampoco perspectivas algunas que una economía de materias primas tendrá capacidad para absorberla, nunca. Hoy expresado en producción por persona empleada, tenemos como muestra un estudio de Adolfo Acevedo una productividad más baja que en 1990. Entonces hemos comenzando a exportar esa misma mano de obra juvenil, forzándola a la emigración.

En resumen, Nicaragua se quedó en la situación como descrita por Galeano, empeorada de cierta forma por el hecho que Asia supo ocupar un espacio nuevo, pero no así América Latina, mucho menos Nicaragua. Eso no lo cambian los datos del reciente auge en las exportaciones; es más bien un otro ciclo espejero entre los tantos descritos ya con magisterio por Galeano.

Cuando me comprometí con Nicaragua en Febrero del 1984, me comprometí con un proyecto que al menos en bosquejo apuntaba a romper las cadenas de la dependencia tecnológica y del subdesarrollo productivo. Mi aporte inicial era Computación como tecnología del futuro en el marco de una nueva Universidad -la Universidad Nacional de Ingeniería- orientada a la producción, y ha sido mi compromiso sostenido durante ahora más que 25 años consecutivos, sin muchos resultados visibles como admito.

Sin embargo el proyecto de romper las cadenas tecnológicas desde rato dejó de existir. En su lugar se re-estableció la misma alianza tripartita entre comerciantes, productores de materias primas, y políticos con concurrencia de financieros internos y externos, celebrando su última victoria en la reciente reunión en la ex-casa presidencial; pues el COSEP en su abrumadora mayoría representa precisamente a Comerciantes y Productores de Materias Primas; a los ahí presentes capitales externos les interesa su negocio rentable en Nicaragua, no su desarrollo productivo mucho menos tecnológico, dado que la pura importación de tecnología equivale a la importación de espejos y perlas de vidrio. El estado-dentro-del-estado llamado “Grupo Pellas” con quizás parcialmente otra lógica no cambia ese panorama global desolador.

Todo el debate sobre desarrollo se ha vuelto un debate exclusivo sobre el desarrollo rural, afirmando así en lugar de romper la existencia parasitaria de las ciudades como mero lugar del transito. Ante esa recaída al circulo vicioso tan virtuosamente descrito por Galeano, insisto en lo que ya una vez se sabia: Nicaragua necesita con urgencia un Plan de Desarrollo Urbano, que les asigna a las ciudades una función productiva más allá de la mera función de tránsito, un plan que apunta al aprovechamiento productivo de centenares de miles de jóvenes, cuyas únicas alternativas sin él se reducen a emigrar o a formar pandillas.

En ese contexto las Zonas Francas actuales no son una solución ni a medio plazo, pues no tienen hacia donde madurar en términos tecnológicos, puesto que ese espacio ya está ocupado por los países asiáticos, los que a la vez desde ya ponen un tope de miseria a los salarios. Ese tope de miseria se traduce directamente en miseria rural, pues pone un tope igual miserable a los precios internos de alimentos –vaya el debate sobre los precios del frijol, de la tortilla, del arroz y de la leche-, donde Nicaragua no tiene ningún problema de producción sino un problema precisamente de poder adquisitivo de las masas urbanas.

Tampoco sirve una referencia genérica a agro-industrias en base de productos genéricos del campo. La venta de la marca “Café Soluble” al multinacional Nestlé subraya de nuevo, que la Nicaragua chiquita simplemente no reúna la escala para competir en mercados de productos genéricos de consumo, como cafés, chocolates, carnes, dulces o productos lácteos. La comparación del tamaño de mercados étnicos cautivos en el exterior entre Salvadoreños y Nicaragüenses inclina el balance en favor del frijol y del queso producido en Nicaragua pero empacados y exportados como producto de El Salvador.

Dicho de otra forma -exceptuando Flor de Caña, que tardío medio siglo para establecerse como marca- la agro-producción de Nicaragua tal cual cómo es ahora no sirve ni servirá como base de agro-industrias. En lugar de preguntarnos con cuáles agro-industrias podamos sacar mejor provecho del ese agro retrasado, pienso que debamos invertir la pregunta: a cuales mercados nicho de bienes manufacturados, que se compra por su calidad o su marca, pueda apuntar Nicaragua y partiendo de ahí reorientar al agro para producir las materias primas necesarias para fabricar estos bienes. Productos tropicales orgánicos-biológicos podrían ser un nicho posible, extendiéndose -siempre sobre la misma línea de calidad y exclusividad- a productos de cerámica, cuero, madera, textil hasta plata y oro.

Opciones hay … lo que al parecer aún no hay, dada la preeminencia de la alianza tripartita nefasta en sus consecuencias, es la voluntad firme de explorar y encaminarlas.

miércoles, 19 de enero de 2011

Cornelio: ¡Descartables!

Como rito anual desde décadas, a finales del año saliente e inicios del año entrante, salen en los medios los resultados desastrosos del sistema nacional de educación, viéndolo como un todo como lo hace la Ley General de Educación,  pues no hay tampoco una Nicaragua  escolar y otra universitaria, una privada y una otra pública, sino una sola, que compartimos y compartiremos todas y todos. Como parte del ritual, comentaristas, consultores y funcionarios, periodistas y políticos o demandan o prometen que desde ahora en adelante que todo sea mejor en cuanto a la educación futura de las futuras generaciones.

No me opongo a que todo deba ser mejor, con más recursos, mejores profesores, mejor calidad y cantidades cada día más elevadas. Solo me hago una pregunta: ¿Y qué con todos aquellos, que ya salieron de los sistemas formales de educación? Extrapolando del Censo 2005, se trata de al menos unos 1.8 Millones de jóvenes entre hoy 15 a 35 años, que ya terminaron su respectiva carrera formativa en diferentes nivel, desde sin primaria alguna hasta con título universitario de postgrado, de los cuales al máximo 500,000 han encontrado una oportunidad fuera de la precariedad total.

Todas esas mejoras futuras, solo demandadas o en ya implementación, llegarán demasiado tarde para ellos. ¿Y a los otros 1.3 millones, los descartamos entonces de una vez por todos, negándoles un futuro, su futuro, para los próximos 50 a 30 años, desde hoy hasta su edad más probable de jubilación?

De nuevo la respuesta adulta echa la culpa primero a los jóvenes, aduciendo que tengan un nivel de formación escolar demasiado bajo o inadecuado para insertarse a la economía. ¿A caso, como comentado antes, es su culpa que el sistema educativo, planeado y manejado por adultos mayores no sirvió?

Pero segundo, al ver las cifras más de cerca, no hay diferencias tan significantes entre los niveles: casi la mitad de los graduados universitarios se encuentra sin oportunidades, y en su caso ni quiera la emigración “ilegal” constituye alternativa, pues andar cortando café o de auxiliar en construcción en Costa Rica para una ingeniera en agro o un ingeniero civil no es una alternativa, pero “sin papeles” no tiene ninguna otra oportunidad mejor tampoco, de los con títulos de técnico o profesional solo de reconocimiento nacional ni hablar.

Ante esa situación, viene ahora otra observación acusatoria: les falta, a los jóvenes, supuestamente espirito emprendedor para abrirse paso. ¡Qué clase de falacia! Las mismas estadísticas laborales muestran que esos jóvenes en su gran mayoría se defienden como ha lugar, buscándose día a día, semana a semana algo a hacer para ganarse algunos centavos, y eso algunos ya por más que una década.

La cúpula empresarial no arriesga ni un centavo sin garantías de ganancias para a más tardar el próximo año, reluctantes aún  a invertir en emprendimientos conjuntos como la participación en ferias, la trazabilidad del ganado y de la madera, nuevos mataderos etc. etc. Todo lo piden a cuenta de cooperación externa o del estado, tal que sin plata de la cooperación tanto el CEI como APEN ya hubiesen colapsado hace rato.

Los jóvenes tienen más perseverancia que esa cúpula, salvo unas pocas excepciones, en su conjunto.  El acto mismo de emigrar sin papeles constituye una muestra de emprendurismo al extremo, arriesgando literalmente todo, endeudándose hasta arriesgando la vida, sin garantía alguna al contrario. No obstante hay que admitir que Costa Rica creó más oportunidades para Nicaragüenses jóvenes que la propia Nicaragua.

La élite rectora adulta de Nicaragua, comprobada, resultó incapaz en concertar las pautas de un modelo, una base, para una economía nacional sostenible, que se aproveche de las inmensas riquezas del país en recursos naturales y humanos. En su lugar apuesta a ganancias rápidas exportando más materias primas al costo de dejar el país devastado, y hace plegarias que otros, los inversionistas extranjeros, arriesguen su capital donde ellos no quieran hacerlo.

Nadie invierte desde afuera sino que sea con la perspectiva de sacar sustancialmente más que lo invertido. Consecuentemente, de ejemplo, toda la inversión tan aclamada en telecomunicaciones representa ni la mitad de las ganancias netas sacadas en el mismo periodo del país, gracias a una situación oligopólica sin regulación efectiva. Petróleos de Venezuela y su enjambre de sucursales bajo el parasol ALBANISA no ha invertido ni donado ni un centavo, que no hubiera cobrado antes con creces a Nicaragua en concepto de factura por petróleo y derivados, incluyendo el bunker y el diesel para la generación de energía eléctrica.

En lugar entonces de un concepto de una economía nacional sostenible, con un correspondiente plan de cómo insertar -si es preciso re-capacitando- a esos 1.8 Millones de jóvenes como elemento productivo decisivo, se ofrece proyectos placebo. Así el PNUD gastará 5.5 millones de dólares para dotar a 3,500 jóvenes con conceptos empresariales para que ellos expanden el universo de micro-empresas, un universo que a estas alturas ya cuenta con más que 40,000 MIPYMES formalizadas con DGI e INSS, más otras al menos 150,000 no-formalizadas, y muchas, muchísimas de ellas manejadas por jóvenes. Imaginémonos por un momento que se invirtiera la misma plata para solidificar alianzas comerciales-tecnológicas de MIPYMES ya existentes para darles –en conjunto- más peso como un solo actor en los mercados … otros resultados hubiera.

No tengo nada en contra del PNUD, más aún hubiera podido nombrar más que una docena de iniciativas formativas similares, a veces con más, a veces con menos plata, a veces con más, muchas veces con menos supuestos beneficiarios. Solo que conociendo más que una de estas iniciativas muy de cerca, me atrevo a sospechar que su finalidad principal -similar a la educación universitaria- consiste en generar ingresos para los ejecutores, desde las agencias locales del sistema de las Naciones Unidas y sus empleados locales, pasando por funcionarios públicos en nómina como consultores, hasta decenas de ONG y las mismas universidades, ofreciendo cursos de capacitación en esto y aquello. Son como aspirinas a precio de oro para un paciente -la economía nicaragüense-, que padece de un cáncer aún curable pero dentro de poco terminal, al destruir sus recursos naturales y al despilfarrar su última oportunidad, el bono demográfico, desechando a su juventud.

La rebelión de Túnez “desde de la nada”, la encendió -literalmente- un joven graduado como informático; la encabezó al inicio la juventud educada, harta de tener la emigración humillante a la precariedad como única alternativa. Es hasta después y sin líderes clásicos, que se sumaron los padres, los sindicatos y la población en lo general. Me consta, entre otras fuentes, por amigos allá. Si eso era posible en un país con mejores niveles en educación, salud, vivienda y BIP per cápita que Nicaragua, tampoco será imposible “de la nada” en un país como Nicaragua, que se deshace de su juventud educada en forma similar. Era ya un, aunque no el único, ingrediente para llegar al 19 de Julio del 1979.

¡Ojalá que no tengamos que llegar de nuevo a eso, sangre derramada y vidas perdidas, para que la élite rectora del país al fin tome nota!

domingo, 16 de enero de 2011

Adolfo Acevedo: Hay más que trabajan … pero no hay mejor trabajo

LO QUE DICEN LOS NUMEROS EN NICARAGUA: EL ¨BONO DEMOGRAFICO¨ COMO FACTOR DETERMINANTE DE LA REDUCCION DE LA POBREZA.

Adolfo José Acevedo Vogl

El crecimiento del PIB por habitante o PIB per cápita es el factor explicativo fundamental de la reducción de la pobreza que se ha verificado en Nicaragua desde 1990 a la fecha (aunque también ha contribuido la moderada mejoría verificada en la distribución del ingreso). Resulta de especial interés, por lo tanto, conocer cuáles son los factores que se encuentran detrás del crecimiento del PIB per cápita que se experimentó desde el inicio de la década de los 90.

La evolución del PIB per cápita (relación PIB/POBLACION) puede analizarse distinguiendo entre dos componentes principales:

  • El PIB por ocupado (relación PIB/OCUPADOS) y
  • La tasa de ocupación global (relación OCUPADOS/POBLACION): es decir, el número de ocupados dividido por la población total.

Es decir PIB/POBLACION = [PIB/OCUPADOS * OCUPADOS/POBLACION]

Para los propósitos de este trabajo, el PIB por ocupado es una medida de la productividad laboral media de la economía, mientras que la tasa de ocupación global es una medida comprensiva de la composición por edades de una población (relación PET/POBLACION), su participación en el mercado de trabajo (relación PEA/PET), así como de la capacidad de una economía de crear empleo (relación OCUPADOS/PEA).

Utilizando los datos de la serie de 50 años recientemente publicada por el Banco Central, hemos efectuado esa descomposición.

El resultado que obtenemos es que, hasta 2008, el PIB per cápita (PIB/POBLACION) habría aumentado en 29.6% entre 1990 y 2008.

Por su parte, el PIB por persona ocupada (PIB/OCUPADOS), equivalente a la productividad laboral media de la economía, en 2008 había alcanzado un valor equivalente al 99.5% (es decir, se había reducido en 0.5%) con respecto al valor que mostro en 1990.

Finalmente, la tasa de ocupación global o la razón entre el número total de personas ocupadas y la población total (OCUPADOS/POBLACION) se había incrementado en 30.2%.

De estos resultados puede concluirse que el crecimiento de 29.57% en el PIB per cápita se explica íntegramente por el aumento de 30.18% experimentado por la relación ocupados/población o tasa de ocupación global, mientras que la variación de la productividad – la cual solo represento el 99.54% de su valor de 1990 -, tuvo una contribución negativa, aunque poco significante (el crecimiento del PIB per cápita de 29.57% puede descomponerse así: 1.2957 = 1.3018 * 0.9954).

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Dado que la tasa de ocupación global, o relación entre el número de ocupados y la población, resalta como el factor que explica íntegramente el crecimiento del PIB per cápita, vale la pena analizar los factores que, a su vez, determinaron su evolución.

Esta relación puede ser desagregada en los siguientes elementos:

  • Razón entre la población en edad de trabajar (PET) y la población total (POBLACION);
  • Tasa de participación: población económicamente activa (PEA) dividido por la población en edad de trabajar (PET); y
  • Tasa de ocupación neta: número de ocupados (OCUPADOS) dividido por la población económicamente activa (PEA).

Es decir OCUPADOS/POBLACION = [PET/POBLACION * PEA/PET * OCUPADOS/PEA]

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En el Periodo 1990-2008, la relación entre la población en edad de trabajar (PET) y la población total (POBLACION) se incrementó en un 14.64%, reflejando el hecho de que el país se encuentra en la fase del denominado bono demográfico, la cual altera la composición por edades de la población, reflejándose en el hecho de que aumenta el peso de la población en edad de trabajar dentro de la población total, mientras se reduce con rapidez el peso de la población infantil dependiente.

Por su parte, la razón entre la Población Económicamente Activa (PEA) y la Población en edad de trabajar (PET), o tasa de participación, la cual refleja el porcentaje de la PET que se incorpora efectivamente al mercado laboral, aumento en 9.1%.

Es decir, que en este periodo no solo creció la población en edad de trabajar, sino que también aumento progresivamente la denominada tasa de participación, esto es, aumento el porcentaje de la población en edad de trabajar que se incorporó efectivamente al mercado de trabajo.

Finalmente, la tasa de ocupación neta, es decir la relación entre el número de trabajadores ocupados y la PEA, se mantuvo prácticamente invariable entre 1990 y 2008 –después de reducirse de manera apreciable entre 1991 y 1999, para recuperarse después de 1999 a sus niveles de 1990-, en alrededor del 94% de la PEA.

De partida, el valor de esta variable ya era alto en 1990. Este alto valor de la tasa de ocupación neta refleja el hecho de que, en los países pobres, la fuerza de trabajo de los hogares de menores ingresos, que son la mayoría, no pueden darse el lujo de permanecer desocupados, sino que buscaran alguna ocupación para sobrevivir, aunque la misma sea precaria e informal. El problema más acuciante, en nuestros países, por lo tanto, no es la falta de ocupación, sino el carácter precario e informal de la mayor parte de la ocupación.

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Esto también refleja el hecho de que la creación de empleo en Nicaragua es empujada, fundamentalmente, por el propio crecimiento de la fuerza de trabajo, la cual busca como insertarse, de alguna manera - y a veces de cualquier manera -, en la actividad económica, para generar algún ingreso. El hecho de que la mayor parte se inserte en la economía desempeñando actividades de muy baja productividad, explica, a su vez, el estancamiento de la productividad verificado en 1990-2008.

En síntesis: el crecimiento del PIB per cápita, que ha representado el factor fundamental para la reducción de la pobreza, obedece fundamentalmente al incremento de la tasa de ocupación global, o relación entre el número de ocupados y la población total.

Por su parte, el incremento en la tasa de ocupación global es el resultado del denominado bono demográfico: se ha producido u incremento de la población en edad de trabajar (PET) dentro de la población total, acompañado por un aumento en el porcentaje de la población en edad de trabajar que se incorpora efectivamente a la actividad económica (PEA)-

Esta PEA o fuerza de trabajo, a su vez, la cual ha sido capaz de mantener una alta tasa de ocupación neta por su disposición de incorporarse a la actividad económica aun a costa de una inserción mayoritariamente precaria e informal.

Se ha producido así un crecimiento de la tasa de ocupación global, empujado por las transformaciones sociodemográficas que afectan la estructura de edades de la población (bono demográfico), en interacción con las características del mercado de trabajo,  y esto ha impulsado el crecimiento del PIB per cápita, dando como resultado, en conjunto con una moderada mejoría en la distribución del ingreso, la reducción en la tasa de pobreza que se ha producido desde entonces.

Resumiendo: el bono demográfico ha sido el factor fundamental detrás de la reducción de la pobreza.

Sin embargo, el solo incremento del ingreso per cápita que resulta de manera automática de este proceso, podría resultar insuficiente para que el bono demográfico se convierta en una oportunidad para reducir la pobreza a un mínimo, en un lapso de tiempo histórico relativamente corto.

En efecto, el bono demográfico solo se materializa plenamente cuando es posible emplear en actividades formales de adecuada productividad, a la fuerza laboral que aumenta rápidamente. Esto, a su vez requiere que la creciente población que se incorpora a la fuerza de trabajo lo haga habiendo acumulado adecuados niveles de capital humano.

Mientras que la sola disminución de la tasa de crecimiento de la población, la disminución de la tasa de dependencia y el crecimiento de la fuerza de trabajo generan de manera automática cierto crecimiento del ingreso per cápita – permaneciendo constante todo lo demás -, el que el crecimiento de la fuerza de trabajo se corresponda con la generación de empleos de adecuada productividad, y que la fuerza de trabajo adquiera los niveles requeridos de capital humano, no se producen de manera automática.

Por esta razón, los beneficios potenciales del bono demográfico podrían verse contrarrestados, en gran medida, si los empleos que se generan son predominantemente informales y precarios, y si la población que alcanza la edad de trabajar lo hace habiendo acumulado niveles muy bajos de capital humano.

Al arribar el momento en que inicie con toda su fuerza el proceso de envejecimiento de la población, ya no habrá retroceso. Nicaragua tiene, por lo tanto, una ventana de oportunidad de entre tres o cuatro décadas, cuando mucho, para poder hacer las inversiones y las transformaciones que se requieran para aprovechar al máximo que sea posible el bono demográfico.

El termino del bono demográfico tendrá así efectos importantes un país como el nuestro, que ha logrado reducir la pobreza gracias fundamentalmente a aumentos de la razón población en edad de trabajar/población total y de la tasa de participación, sin mejorar significativamente la calidad del empleo, la productividad y los ingresos por ocupado.

El desafío que se enfrenta no se da en un vacío. Es preciso buscar respuestas que concilien tres grandes transformaciones de las que la política pública debe hacerse cargo: aquellas que responden a inercias demográficas, como el envejecimiento de la población y la baja de la natalidad; aquellas que dependen del desempeño de los agentes económicos y de políticas de coordinación y habilitación, como las mejoras de productividad, y aquellas de economía política que se refieren al papel y tamaño del Estado.

GLOSARIO

Ocupados (o personas con empleo): personas que tienen más de cierta edad especificada y que durante un breve período de referencia, tal como una semana o un día, estuvieron: (1) con empleo asalariado, trabajando por un sueldo o salario, o con empleo pero sin trabajar por una ausencia temporal manteniendo un vínculo formal con su empleo o (2) con empleo independiente, trabajando de forma independiente para obtener beneficios o ganancia familiar (incluye a los familiares no remunerados), o sin trabajar de forma independiente por una ausencia temporal.

Población económicamente activa (PEA) (o fuerza laboral): todas las personas que, teniendo la edad mínima especificada, cumplen los requisitos para ser incluidas en la categoría de personas con empleo o desempleadas. Es, por tanto, la suma de las personas ocupadas y las personas desocupadas.

Población en edad de trabajar (PET): población de 15 a 64 años de edad, correspondiente a la población potencialmente activa.

Productividad (PIB/OCUPADOS): La definición básica de la productividad laboral es el producto (a nivel agregado el Producto Interno Bruto o PIB) o el valor añadido dividido por la cantidad de trabajo que se utilizó para generar el producto, generalmente representado por el número de ocupados. En términos generales, la productividad es la medida de cuán eficiente ha sido el uso de los recursos. Se puede definir como producto por hora trabajada, o como producto anual por persona empleada. La productividad laboral es más específica que la productividad de todos los factores de producción, que abarca no sólo el trabajo básico, sino también aspectos tales como la calidad de la gestión, el progreso técnico, el sistema de gobierno y los efectos de las enfermedades y la criminalidad.

La productividad laboral aumenta con el incremento del valor añadido obtenido mediante una mejor utilización y coordinación de todos los factores de producción.

El valor añadido puede aumentar a raíz de que la mano de obra trabaja con más agilidad, empeño o rapidez, o ha mejorado sus niveles de destreza profesional, pero también interviene el uso de máquinas en mayor cantidad o de máquinas perfeccionadas, la reducción del despilfarro de insumos o el recurso a innovaciones técnicas. De hecho, cualquier factor extralaboral que contribuya al crecimiento del valor añadido contribuirá también a aumentar la productividad del trabajo.

Las diferentes tasas de productividad laboral no tienen ninguna relación con las diferencias del grado de esfuerzo que aportan los trabajadores, sino más bien con distintas condiciones de trabajo. En una economía en desarrollo, un trabajador pobre puede realizar jornadas sumamente largas y trabajar duramente bajo condiciones físicas impropias, sin que su productividad del trabajo aumente y, por ende, sólo reciba bajos ingresos, sencillamente porque no ha tenido acceso a la tecnología o a la educación, u otros factores necesarios para elevar la productividad. De allí la importancia de aumentar la inversión en capital humano y físico.

Relación de dependencia demográfica: cociente entre la suma de los grupos de población menor de 15 años y mayor de 64 años de edad, sobre la población de 15 a 64 años de edad (PET).

Tasa de desempleo (o tasa de desocupación): número de personas desocupadas dividido por la población económicamente activa (PEA).

Tasa de ocupación (o tasa de ocupación “bruta”): Número de personas ocupadas dividido por la población en edad de trabajar (PET).

Tasa de ocupación neta: Número de personas ocupadas dividido por la población económicamente activa (PEA).

Tasa de ocupación global: Número de personas ocupadas dividido por el total de la población.

Tasa de participación: Población económicamente activa (PEA) dividido por la población en edad de trabajar (PET).

viernes, 14 de enero de 2011

Cornelio: La carta abierta de 1993/1994 – el sistema de admisión de la UNI y sus consecuencias

Nota del editor: esa carta fue redactada a finales del año 1993 y contiene mi percepción cómo, con cuales fines y con cuales efectos se concibió el sistema de admisión del UNI, vigente hasta hoy día.
La carta en forma ampliada la pegaron estudiantes en varios de murales de la UNI en ambos recintos y por iniciativa propia. Yo les había facilitado un copia unas semanas después de habérsela entregada a sus destinatarios en forma directa. Por eso el texto manuscrito al final, autorizando su divulgación. 
El original digital se perdió, por eso se presenta acá un scan de una fotocopia que alguien sacó de una copia en un expediente en la UNI, muy probablemente él del proceso disciplinario contra mi.

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Cornelio: A culpar a la juventud por los errores cometidos por los adultos

Terminado el supuesto examen de admisión en la Universidad Nacional de Ingeniería, se repite el escándalo de una élite envejecida, la que intenta deslindar su responsabilidad por el fracaso económico-social de Nicaragua echándole la culpa a la juventud.

El fraude comienza con el mismo nombre del procedimiento, llamándolo “Examen de admisión”, pues no se trata de un examen de admisión sino de un examen de ubicación: aún si todos los candidatos tuviesen notas encima de los 60 puntos, no habría ni un solo cupo más, exactamente la misma cantidad ingresaría a las mismas carreras. Igual hoy se llenará los cupos, aprobado o no el examen, hasta terminar con las plazas disponibles. Sin embargo el truco de llamarlo “Examen de admisión” permite convertir la falla -no hay opciones para la juventud- en culpa de ella, pues “No aprobaron”.

Esa tragicomedia se repite ahora por 19 años consecutivos, siempre con los mismos resultados y siempre con los mismos argumentos defensivos. En esos 19 años nadie en las universidades se ha hecho ni siquiera la molestia de investigar si haya una relación entre el rango en la ubicación del examen y los resultados posteriores en los estudios, es decir si un mejor resultado en el examen corresponda a mejores resultados en los estudios. Cuando yo intenté ese análisis ya en 1993, mostrando en base de resultados preliminares que no hay relación alguna, la Universidad Nacional de Ingeniería me montó la farsa de un proceso disciplinario, terminando con una amonestación publicada en todos los murales de la UNI por haber dañado su prestigio.

Quizás la reacción se dio más por haber tocado otro punto crítico, otra parte del fraude, que sigue hasta el día de hoy. El estudio preliminar mostraba claramente que el procedimiento de admisión favorecía al bachiller promedio del colegio privado encima del bachiller inteligente del colegio público. ¿porqué? Pues el primero quizás venía mejor preparado ya de su colegio al examen, sin embargo el segundo, una vez confrontado con las exigencias pero también las oportunidades de la universidad, despierta rápidamente y ya después del primer año de acomodamiento sacaba en promedio mejores notas que aquello; eso al menos indicaron mis resultados preliminares del 1993.

Tal como aquel entonces hasta hoy día los encargados saben esconder este hecho al repartir los aprobados en partes iguales entre educación pública y educación privada, un engaño fríamente calculado, dado que el universo de los egresados aspirantes provenientes de la educación pública es mucho más grande que el universo con origen en la educación privada. De hecho solo uno de cada 10 de bachilleres públicos hasta menos tiene un chancecito de ingresar, pero 1 de cada 3 de bachilleres privados. No se necesita mucho ingenio para encontrar las razones para semejante engaño. Las universidades del CNU difícilmente hubiesen logrado a mantener y expandir el 6% del subsidio constitucional hasta llegar a los 110 Millones de dólares del año pasado, si la sociedad nicaragüenses estuviera consciente que tal subsidio favorece en primer instancia a los ya favorecidos. Apuesto que ninguna autoridad de ninguna universidad pública haya quemado a su propia hija o a su propio hijo, matriculándolo en un colegio público.

Ahí viene otra componente del porqué tanto engaño: la plata. Esta vez no se limita solo al universo de las universidades públicas sino abarca a esa plétora creciente cada día de ya 45 instituciones llamándose con la venida del CNU “Universidad”. Mientras las universidades públicas al menos hacen un simulacro de un test de aptitud y capacidad, las demás aceptan lo que les venga, siempre y cuando tenga la plata para pagar. Hasta la UNI misma acepta felizmente en el IES -una universidad privada dentro de una universidad pública, usando no obstante recursos y privilegios de la pública- a quien pocos días antes rechazó como inepto en el examen de la pública.

El fraude es sistémico y sistemático. En todos los países con cierto nivel de desarrollo se exige al menos 12 muchas veces 13 años de escolaridad general antes de entrar a estudios universitarios de rigor. Cuando hay menos años, como por ejemplo en los EE.UU., el camino no va directamente a la universidad sino al College, donde se dedica aún los primeros 2 hasta 4 semestres a la formación general. Nadie se va del Highschool directamente para estudiar leyes o medicina. Tiene que obtener primero un College-Bachelor. Quien quiere estudiar ciencias o ingenierías, adicionalmente al Highschool necesita aprobar antes todos los cursos del nivel K12 o acumular créditos preparatorias equivalentes no solo en ciencias y matemáticas sino también en idiomas, lectura y redacción. Así como College con semestres de formación general funcionan Ave María University en San Marcos y, hasta donde yo sepa, Thomas Moore University.

En Nicaragua se finge como si después de solo 11 años el joven estuviese ya listo para estudios universitarios, a pesar que además sale de una secundaria, cuya calidad y pertenencia en lo general -salvo unas tantas cuantas excepciones- están muy por debajo del promedio en los EE.UU. No resulta como gran sorpresa entonces, que en la UNI menos que 15% de los que ingresen logren efectivamente culminar su carrera. La cifra la conozco solamente por comunicación privada; ni las universidades públicas ni las universidades privadas publican sus estadísticas académicas: cuántos ingresan, cuántos promueven de curso en curso, cuántos logran al final culminar la carrera y en cuantos años, mucho menos cuántos de ese 2.4% total de una generación logran a insertarse en el mercado laboral, la última parte del fraude. Con toda evidencia ya presente en el censo del 2005, un reciente estudio del PNUD lo confirmó de nuevo: menos que la mitad de los graduados universitarios encuentra un trabajo u otra oportunidad de acuerdo a su formación. Pero las universidades no tienen nada que ver, pues para ellas los egresados ya no cuentan.

Ahora mal, me consta personalmente por conversaciones con una buena parte de las autoridades universitarias, de universidades públicas como privadas, que se conoce ese panorama tan sombrío y sus causas subyacentes en el mundo universitario desde casi dos décadas. Sin embargo, para no poner en peligro un supuesto prestigio ni muchos menos ingresos monetarios suculentos, se optó por no tomar las medidas pertinentes ni siquiera se sinceró el discurso público.

En su lugar se intenta a inducirles a los jóvenes  un sentir de “fracasados por culpa propia”, por aspirar a los astros profesionales en lugar de quedarse en la tierra de los técnicos, por no haber estudiado lo suficiente en la secundaria para aprobar los examinas, por carecer de las calidades necesarias para terminar con éxito la carrera universitaria, al final por haber optado por la carrera equivocada al no encontrar trabajo una vez graduado. Eso es el verdadero pecado mortal, culpar a la juventud por los errores cometidos por los adultos, por esa élite al mando en universidad, sociedad y política, arruinadora del futuro de la juventud a ciencia y conciencia.

martes, 11 de enero de 2011

Adolfo Acevedo: ¿Es lo mismo la Inversión Pública en Educación que el Gasto Privado?

El Presidente Daniel Ortega intento descalificar nuestra demanda por elevar la inversión pública en Educación al menos al 7% del PIB, alegando que, si se toma en cuenta la inversión privada, en Nicaragua el Gasto Total en Educación ya supero ese porcentaje.

¨El mandatario nicaragüense argumentó que aquellos organismos que plantean un incremento de la inversión en educación al 7 por ciento del PIB se olvidan de que en la Constitución se establece una economía mixta y, por lo tanto, se deben tomar en cuenta los datos registrados por el sector privado de educación...¿acaso los que están en las escuelas privadas están estudiando en otro país? ¿O están estudiando en Marte o la Luna? Están estudiando en Nicaragua, aunque estén en escuelas privadas”, aseveró el presidente Ortega¨ (La Prensa, 11 de Enero 2011).

El presidente es el que al parecer olvida que en Nicaragua existe un sistema educativo segmentado. Por un lado, existe un sistema educativo privado, al que pueden acceder quienes pueden sufragarlo, el cual cumple la función de proporcionar una educación de mayor calidad a los segmentos de niños y jóvenes de los hogares mayores ingresos relativos. Por otro lado, un sistema educativo público, con serias deficiencias y deterioro en la infraestructura escolar, con maestros mal pagados y con frecuencia sin la calificación requerida – no es posible atraer al personal más calificado con salarios muy inferiores al salario promedio nacional -, con graves problemas de acceso a libros de texto y materiales educativos, en síntesis un sistema educativo pobremente financiado, al cual asisten los niños y adolescentes  provenientes de los hogares de menores ingresos, que constituyen casi cuatro quitas partes del total de niños y adolescentes.

Es evidente que el gasto privado que realizan las familias que pueden sufragarlo para acceder a la educación privada, no asegura el acceso universal a una educación de calidad para todos los niños y adolescentes de ambos sexos, especialmente para la mayoría de ellos, que se concentran en los hogares pobres.

La lucha por el derecho humano fundamental a la educación, por la universalización en el acceso a una educación de calidad, es ante todo la lucha por asegurar este derecho para todos aquellos que - en una sociedad socialmente polarizada, portadora también de grandes desigualdades en términos de género y regiones geográficas - no están en capacidad de acceder a este bien público por las vías del mercado.

En el contexto de un país como el nuestro, caracterizado por enormes desigualdades, en el cual la mayor parte de los niños y jóvenes se localiza en los hogares con la menor participación relativa en la distribución del ingreso - en el seno de los cuales el ingreso per cápita resulta ser inferior a los US$ 1 o US$ 2  diarios -, determina que sólo una minoría de los niños y jóvenes del país, aquellos que corresponden al quintil más rico de los hogares, tendrá asegurada, por las vías “normales” del mercado – es decir, pagando su acceso a la educación privada -, sus derechos fundamentales.

En una situación así, las políticas públicas, materializadas a través de los Presupuestos Públicos, adquieren una relevancia fundamental para contribuir a contrarrestar estas profundas desigualdades, asegurando una tendencia hacia el acceso universal de los ciudadanos a una educación y salud de calidad.

El Sector Publico tiene por tanto la responsabilidad fundamental de asegurar que todos los niños, independientemente del nivel de ingreso de los hogares de los cuales provienen, tengan acceso a servicios sociales de calidad, que constituyen además derechos humanos inalienables. En todo el mundo – incluso en los países desarrollados -, el Sector Público es el que, con su gasto, permite lograr o no este objetivo, de asegurar con su gasto el máximo acceso universal posible a estos servicios básicos. 

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Fuente: OECD in figures 2005 - Education expenditure

En Nicaragua, del total de 79.1% de los niños de 7-12 años  del Quintil más pobre de los hogares que asisten a la Primaria, el 78.9% lo hacen en Centros Públicos, contra 52.4% de los niños de 7-12 años  del Quintil de mayores ingresos del total de 95.1% de dicho Quintil que asisten a la Primaria. A contrario sensu, solo un 0.2% del total de 79.1% de los niños de 7-12 años dl Quintil más pobre que asisten a la Educación Primaria lo hacen en Centros Privados, en comparación al 42.7% del Quintil de mayores ingresos del total de 95.1% que asisten a la Primaria.

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En el caso de la educación secundaria la tasa neta de matrícula es apenas del 17.4% para los jóvenes y adolescentes de entre 13 y 17 años del Quintil más pobre de los hogares, en comparación al 75.7% para el quintil de mayores ingresos.

Un 16.1% dentro del total de 17.4% de los jóvenes y adolescentes de 13-17 años del Quintil más pobre de los hogares que asisten a la Educación Secundaria - es decir un 92.5% de ellos - lo hacen lo hacen atendiendo a Centros Públicos, contra 42.9% del total de 75.7% del Quintil de mayores ingresos. A contrario sensu, solo el 1.3% del total de adolescentes y jóvenes de 13-17 años del Quintil más pobre que asisten a la Educación Secundaria lo hacen en Centros Privados, en comparación al 32.8% del Quintil de mayores ingresos.

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La tasa de matrícula pre-escolar para los niños de entre 3 y 6 años es de 25.4% para los niños provenientes del Quintil más pobre de los hogares mientras alcanzó el 56.8% para el Quintil de mayores ingresos. El 24.8% del total de 25.8% de los niños de 3-6 años del Quintil más pobre que están matriculados en la enseñanza pre-escolar es atendido por Centros Públicos, contra 30.4% del total de 56.8% de los niños de esa edad matriculados en la educación pre-escolar provenientes del Quintil de mayores ingresos de los hogares.

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Porque es necesario llevar la inversión pública en educación preescolar, primaria y secundaria por lo menos al 7% del PIB?

Porque todavía alrededor de 500 mil niños y adolescentes se quedan fuera del sistema educativo, y existen problemas muy graves en torno al nivel de inversión por estudiante – especialmente en secundaria y preescolar indispensable, tanto para asegurar una cobertura universal, como sobre todo para garantizar una educación pertinente y de calidad para todos los niños y adolescentes de ambos sexos.

Solo para referirnos a los desafíos que deben enfrentarse todavía en términos de acceso y cobertura, a pesar de los avances en materia de cobertura de la Educación Primaria, todavía hace falta camino por recorrer para que el 100% de los niños en edad de asistir a este nivel educativo lo hagan. Las brechas de cobertura también muestran importantes desigualdades. Así, mientras el 20.9% de los niños de 7-12 años del Quintil más pobre de los hogares se quedan fuera de la enseñanza primaria, sólo el 4.9% de los niños del Quintil de mayores ingresos lo hace. 

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Por otra parte, debe recordarse que la meta del Objetivo de Desarrollo del Milenio relativa a la universalización de la educación primaria se refiere a que “todos los niños y niñas puedan terminar el ciclo completo de enseñanza primaria”. Por supuesto, matricularse en la educación primaria y culminar el ciclo completo de la enseñanza primaria no son la misma cosa. Los niveles de acceso son una condición necesaria para el logro de la meta relativa a la conclusión, pero, junto a ello, se requiere que los estudiantes permanezcan en la escuela y progresen de modo sostenido a lo largo del ciclo escolar.

Por tanto, resulta importante notar que la tasa neta de matrícula en la educación primaria sólo nos brinda información de acceso, ocultando muchas veces ineficiencias en el sistema. Esto porque este indicador no provee información acerca de la permanencia ni el término de la educación primaria.

De allí que el segundo indicador de seguimiento de este objetivo, intente capturar en qué medida los niños y niñas que se matriculan en primer grado de primaria logran sobrevivir hasta los últimos grados de este ciclo, y corresponde a la tasa de supervivencia al sexto  grado. La tasa de supervivencia al sexto grado de la primaria indica el porcentaje de una cohorte de niños matriculados en el primer grado del nivel primario en un año escolar dado, que logra alcanzar el sexto grado.

El propósito de este indicador es medir la eficacia interna de un sistema educativo en términos de su capacidad para asegurar que los entrantes al sistema logren alcanzar un grado académico dado. Si la meta establece que todos los niños deben terminar la primaria, es deseable que la tasa de supervivencia sea cercana al 100 por ciento, indicando un alto nivel de eficacia del sistema educativo[1]/.

La tasa de supervivencia al sexto grado de la primaria indica el porcentaje de una cohorte de niños matriculados en el primer grado del nivel primario en un año escolar dado, que logra alcanzar el sexto grado. El propósito de este indicador es medir la eficacia interna de un sistema educativo en términos de su capacidad para asegurar que los entrantes al sistema logren alcanzar un grado académico dado. Si la meta establece que todos lo niños deben terminar la primaria, es deseable que la tasa de supervivencia sea cercana al 100 por ciento, indicando un alto nivel de eficacia del sistema educativo.

Según cifras de la UNESCO, Nicaragua muestra el valor más bajo de la tasa de sobrevivencia al sexto grado en la región. Esta meta, por lo tanto, una de las mas importantes, parece extremadamente difícil de alcanzar. En todo caso, resulta preocupante el extremadamente bajo grado de eficacia interna del sistema educativo nicaragüense, en términos que aseguren que los niños y niñas que se matriculan en este nivel educativo alcancen el nivel académico esperado.

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Este resultado indica que, de no realizarse un esfuerzo muy considerable no sólo por ampliar el acceso, sino sobre todo la permanencia en el sistema educativo, nuestro país no lograría el objetivo de universalizar la conclusión de la educación primaria. En este sentido, el logro de la meta del milenio de universalizar la culminación de la educación primaria requeriría un significativo esfuerzo de política adicional.

Este considerable esfuerzo adicional es necesario, no solo para superar el enorme rezago comparativo de Nicaragua en materia de permanencia y culminación de la enseñanza primaria, sino porque el progreso se hace cada vez más difícil a medida que se avanza hacia la meta, ya que supone atender a segmentos de la población que presentan rasgos de marginación.

Esta obedece ya sea a su ubicación territorial (en zonas de difícil acceso) y/o a la pertenencia de los niños y niñas a estratos sociales que enfrentan dificultades mucho mayores para progresar en el nivel, lo que se traduce en elevadas tasas de deserción y repetición. Esto exigirá llevar a cabo políticas especiales que promuevan y faciliten a los niños y niñas de estos segmentos no sólo el acceso, sino la permanencia en el sistema educativo.

El hecho de que las tasas de supervivencia al sexto grado sean significativamente más bajas que las tasas de matrícula o acceso a la educación primaria, responde a tasas de repetición relativamente elevadas en los primeros años de la educación primaria, que usualmente se traducen en deserción escolar.

En el caso del tercer indicador de la meta del milenio relativa a la universalización de la educación primaria,  la tasa de completamiento de primaria, Nicaragua también muestra un nivel muy bajo para este indicador, muy inferior al promedio regional y al de los países de Asia del Sur, similar al de los países de menor ingreso del planeta (low income countries) y sólo superior al de Guatemala (dentro de los países de la región de los cuales se tiene información).

Al mismo tiempo, no solo la tasa de completamiento primaria es muy baja, sino que la misma muestra la existencia de grandes desigualdades: así, mientras la tasa de completamiento de primaria es del 90.6% para el Quintil de hogares de mayores ingresos, es solo del 42.9% para el Quintil más pobre de los hogares.

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Resulta especialmente preocupante el hecho de que los indicadores que sirven para dar seguimiento a  la permanencia y culminación en la Educación Primaria, tales como la tasa de sobrevivencia al 5to grado, registran valores inferiores, no sólo a los de países tan pobres como nuestro país, como es el caso de Bolivia, sino también a los registrados por los países más pobres del planeta. Estos resultados  indican que, de no realizarse un esfuerzo muy considerable no sólo por ampliar el acceso, sino sobre todo la permanencia en el sistema educativo, nuestro país no lograría el objetivo de alcanzar la meta de que en el año 2005 todos los niños y las niñas hayan logrado culminar el ciclo completo de la educación primaria.

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Las brechas de cobertura en la Educación Secundaria son considerablemente mayores que en la primaria. En el caso de la Educación Primaria la brecha entre la tasa de matrícula neta de los niños provenientes de los hogares de menores ingresos y los provenientes de los de mayores ingresos es de 16 puntos (79.1% contra 95.1%). En secundaria la brecha entre la tasa neta de matrícula secundaria de los niños provenientes de los hogares de mayores ingresos y los provenientes de los hogares de menores ingresos se ensancha de manera abrupta. En promedio, la brecha entre la tasa neta de escolaridad secundaria neta de los adolescentes pertenecientes al quintil más pobre de los hogares y los pertenecientes al quintil de mayores ingresos se eleva a 58 puntos (17.4% contra 75.7%).

Quedan excluidos de la enseñanza secundaria el 82.6% de los adolescentes y jóvenes de entre 13 y 17 años del Quintil de menores ingresos, el 69.3% del Quintil 2, el 47.7% del Quintil 3, el 35% del Quintil 4 y el 24.3% del quintil 5

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En el caso de la educación preescolar en Nicaragua todavía casi 5 de cada 10 niños en la edad correspondiente no tienen acceso a la educación preescolar. Si atendemos a las brechas de cobertura por Quintiles de hogares clasificados según la distribución del ingreso, encontramos que el 74.6% de niños en edad de asistir a la enseñanza pre-escolar quedan excluidos de este nivel educativo, contra sólo el 43.2% del Quintil de mayores ingresos.

Evidentemente, no es el gasto privado en educación el que podrá hacer frente a estos déficit de cobertura.


Adolfo José Acevedo Vogl

miércoles, 5 de enero de 2011

Cornelio: ¿Qué tiene de bueno avanzar en la dirección equivocada?

En esos días fin del año 2010 – inicio del año 2011, literalmente todo el mundo publicado anda de alabanzas y elogios por el incremento en volumen y valor de las exportaciones. ¡Al fin entre tanta calamidad una noticia buena! concuerdan políticos de todos los colores, economistas y consultores y por ende en unanimidad periodistas y medios desde El Nuevo Diario, La Prensa y Canal 2 hasta La Primerísima, El 19 Digital y Canal 4, y obviamente las partes más interesadas, las cúpulas empresariales y el gobierno.

Al parecer nadie se hizo la molestia de echar un vistazo más de cerca a las cifras -publicadas en el sitio del CETREX- para darse cuenta que ese boom no es más que un modesto revivir de un modelo económico, que ya llevó Nicaragua al desastre, otra dosis de cocaína para un adicto cada vez mas cerca a su fin definitivo.

¡Veamos! exports 2010-001

Según estos datos de CETREX  los 5 productos representan el 52 (2009)respectivamente el 60 (2010) por ciento de valor de las exportaciones de Nicaragua, es decir en lugar de reducir  el porcentaje de exportaciones primarias sin mucho valor agregado, el mismo se ha aumentado. Es más: el 84% del aumento del valor de las exportaciones corresponde solo a esos productos, mientras solo el 16% a los otros. Cabe señalar que el aumento en volumen y valor se debe en primer instancia a incrementos externos en demanda y precios –nada que dependa de Nicaragua-, peor el 42% depende directamente del desarrollo económico de los EE.UU., dado que también El Salvador vive de las remesas, o sea tan rápido como subieron, puedan bajar si se da una recaída -el double-dip- allá.

Según los mismos datos, solamente 20 empresas representan ya el 50% del total exportado, y esas 20 empresas por si solas representan ya el 67% del incremento. En consecuencia –más por su muy bajo contenido en valor agregado- el incremento del valor de las exportaciones no ha tenido muchos efectos en la economía nacional, donde un 33% de incremento global en las exportaciones en 2010 mal le corresponde un raquítico crecimiento económico de solo un 3%, menos que el incremento en la población de edades económicamente activas en el mismo periodo.

Tampoco semejante incremento del valor de las exportaciones se ha traducido en mejoras sustanciales de salario y trabajo o en ofertas más amplias de trabajo, para las bases de ese crecimiento, las labradoras y colectoras en las fincas de Café, los cuidadores de ganado y micro-ganaderos, los micro-lecheros,  los obreros y mineros. Hubo tal vez incremento en el consumo familiar de los más miserables en el campo por unos 20, 30 centavos/dólar al día como reportado por FIDEG. El gobierno ya lo había celebrado antes como su triunfo sobre la miseria gracias a sus programas de asistencia, no a las exportaciones.  Al contrario, igual como en los años anteriores, hubo hasta más emigración por desesperación, en particular a Costa Rica, y no menos.

En suma, nada para celebrar sino un paso más en la dirección equivocada hacia el país netamente agro-exportador tradicional, con algunos adenda por oro exportado y maquila. Ese es el mismo modelo de exportaciones del 1910, con la salvedad que aquél entonces no se pudo exportar productos lácteos por falta de medios de transporte refrigerados. Apostar a que un modelo sobreviviente del siglo XIX sirva para el siglo XXI, ya requiere de bastante miopía.

Sin embargo, no es que se hiciera ésta apuesta equivocada por primera vez en la historia de Nicaragua. Fracasado el intento de industrialización en base del algodón –que sí combinaba el crecimiento de las exportaciones con un crecimiento sustancial de la economía interna, gracias a las fabricas de aceite, hilos, telas, textiles e implementos agrícolas- Anastasio Somoza Debayle y sus asesores ya una vez quisieron regresar al modelo agro-exportador anterior, cuya esencia económica consiste en que un campo medio productivo, sostiene a una ciudad en gran medida parasitaria, o sea, economía agro-colonial.

En los países de hoy, de mayor desarrollo, ese modelo se fue al traste desde finales del siglo XVIII en adelante, como consecuencia del desarrollo manufacturero primero e industrial después, no siempre sin agravios como muestra la guerra de secesión en los Estados Unidos. Como resultado actual –a lo cual también se acercan en pasos rápidos países como la India o China popular- el centro de gravedad de la economía se mueve del campo a la ciudad, del agro a la industria, incluyendo a las industrias de servicios. 

El modelo agro-económico de Somoza fracasó, no sin hacer antes el intento de forzar su supervivencia por mayores niveles de represión, sea en el campo, donde lo extraído para alimentar a la ciudad no dejó ni para sobrevivir, como en la ciudad, donde lo transferido nunca era suficiente para satisfacer las demandas crecientes. Al fin, aceleró así, su colapso un 19 de Julio del 1979. 

Las ideas iniciales de los programas de la Revolución consecuentemente apostaron a otro modelo. Por eso la fundación de la Universidad Nacional de Ingeniería, el proyecto químico-industrial en base de la caña de azúcar del ingenio Victoria de Julio-Timal, las inversiones en la cadena textil, la incipiente industrialización del campo con los proyectos Chiltepe y Sébaco. Sin embargo, puesto contra la pared por la guerra, de nuevo se intentó que el campo nutriera a la ciudad, con el solo resultado que el campo se volvió Contra.

Ya dos veces el intento de continuar lo obsoleto, lo insostenible, llevó al país primero a la represión masiva, después a la muerte de miles y al final –la economía no conoce perdón- al colapso inevitable. Si cuando el 6o% vivía aún en el campo y eran entre todos un tercio de la población de hoy, no funcionó, ¿cómo va a funcionar ahora?, tomando en cuenta que hoy más que el 60% vive en las ciudades,

¿Porqué entonces todo el mundo apuesta tan alegremente a esa misma opción por tercera vez? Quizás se debe entender ese comportamiento regresivo de los actores en términos de la psicología freudiana: el adulto, incapaz a enfrentarse y responder a las exigencias de su  ambiente cambiado y cambiante con racionalidad y acciones basadas en esa racionalidad, regresa a etapas anteriores en su desarrollo, tanto en las formas de asimilación como de reacción. Hasta su lenguaje involuciona, como se observa en el psicoanálisis. 

La elite rectora del país –sin distingo de color político o esfera de acción- incapaz de dar respuestas a los problemas y las exigencias planteadas por la modernidad a las alturas del siglo XX, del siglo XXI ni hablar,  regresa conceptualmente a  la agro-economía tradicional como respuesta retrógrada y regresiva. El regreso a modelos pre-modernos de gobierno en base de líderes y consignas en lugar de instituciones y leyes, a la fe y las creencias en lugar de racionalidad, ciencia y tecnología, al campo descartando a la ciudad, corresponde nítidamente al modelo económico regresivo y absurdo.

Mi temor: por la implacable lógica económica éste intento contra experiencia, ciencia y conciencia termine mas temprano que tarde en consecuencias aún más horrendas que los anteriores.