sábado, 1 de agosto de 2015

El dilema: el derrumbe de lo viejo sin perspectivas para algo nuevo

En vista de cambios fundamentales ineludibles –agotamiento de tierras y cambio climático, disolución de la economía familiar tradicional y transición demográfica- Nicaragua requeriría a corto plazo –menos que 15 años- de cambios estructurales profundos en la economía privada y en la esfera pública solo para mantener los niveles actuales de vida y su confiabilidad, de mejorarlos ni hablar.
Hay que añadir que tal cual como ahora, la suerte de Nicaragua depende totalmente del desarrollo coyuntural de las macro-economías de China, los Estados Unidos y de la Unión Europea como factores externos sobre los cuales Nicaragua no tiene incidencia ninguna pero donde tampoco vislumbra el retorno de tasas de crecimiento económico como las hubo hace 10, 20 años atrás.
En pocas palabras perspectivas nada halagadoras para generar optimismo.

Por el otro lado las élites rectoras del país –gobernantes, opositores, independientes- se han resignado a su propia incapacidad e incompetencia de idear y efectuar cambios estructurales profundos y apuestan en grado variado a que la “salvación” de Nicaragua venga de afuera, retomando un patrón de comportamiento histórico ya por más que un siglo, solo que las condiciones ya no son mucho menos serán como hace un siglo dado que los espacios para un crecimiento vegetativo simplemente expandiendo lo que se ha venido haciendo están desapareciendo.
En lugar por tanto de tomar conciencia de los cambios fundamentales ineludibles mencionados y de desarrollar respuestas a los desafíos planteados por ellos, andan peleándose a quién culpar respectivamente debatiendo con cuáles parches y medidas "de emergencia" se pueda compensar estos cambios seculares.

El derrumbe de lo viejo sin perspectivas para algo nuevo ha creado las condiciones para la imitación de esquemas corporatistas-fascistas de la organización de economía, estado y sociedad. Sin embargo aún ésta imitación es patética: no existen ni un supuesto pasado glorioso ni tampoco los recursos y capacidades productivas nacionales, a los que el fascismo histórico pudo recurrir para asentar y desarrollarse.
Por tanto Ortega-Murillo tampoco han logrado a alcanzar niveles históricos de movilización y dinamismo sino que se quedaron en contención y control para preservar una estabilidad económica-social-política sumamente frágil.

No obstante vale la advertencia que en ausencia de alternativas reales –esto serían propuestas elaboradas y convincentes de cambios estructurales profundos para responder a los cambios seculares ineludibles- un colapso del régimen Ortega-Murillo no dejaría a Nicaragua en condiciones mejores sino que con alta probabilidad aún más cerca a estados fallidos como Haití. Precisamente este temor justificado se refleja tanto en las encuestas de opinión como en la cautela en hablar y actuar de muchos “críticos” del régimen, el dilema enunciado al inicio.

martes, 16 de junio de 2015

Alemán y Ortega o las élites de Nicaragua

"En realidad, lo que falló no fue el diseño de las leyes sino la política, los partidos y sus líderes, mientras la economía se quedó a la zaga con una lenta recuperación sin lograr un impacto significativo en la pobreza masiva y el desempleo." Carlos Fernando Chamorro

En el 1990 se manifestó el colapso de un modelo totalitario de la sociedad, dado que la “Revolución sandinista” quiso ser no solo política propiamente dicha sino cultural, económica, educativa, social-organizativa hasta religiosa.

Lo difícil a tragarse por lxs con mucho patrimonio real –bienes- o ideal –educación-: en la democracia TODXS tienen derecho al mismo respeto social y a la misma participación política. Consecuentemente ignorando lo revolucionario de la democracia lxs con mucho patrimonio reducen sus problemas con lxs "demás" a su falta de patrimonio, sea material -pobreza- sea ideal -educación-, cuando se trata de falta de respeto y participación, es decir proyectan "su" problema como si fuera solo el problema de lxs "demás".

Es así que en la "transición" durante el Gobierno de Doña Violeta se pasa de la movilización totalitaria a la desmovilización total, del ideal de la planificación y organización total a que "cada quién es dueño de su propio futuro", lo que no pudo sino convertirse en "sálvese quien pueda" en vista que no hubo ni más respeto ni más participación ni tampoco más patrimonio para con lxs "demás".

Es con este trasfondo -en ésta secuencia- de la falta de respeto, de participación y por ende, pero solo por ende, del antes prometido aumento en patrimonio que Arnoldo Alemán y Daniel Ortega en las elecciones del 1996 obtengan en conjunto el 89% del total de los votos, prometiendo cada uno a sus seguidores más respeto, más participación y más patrimonio siempre en base a la afiliación al menos al apoyo al respectivo partido ganador.

¿En 1996 ganó el populismo? ¿Contra qué?

OTRA propuesta convincente cómo aumentar el respeto, la participación y por ende el patrimonio para los "demás" NO estaba sobre la mesa.

Peor: en lugar de defender entre supuestos "demócratas-republicanos" las reformas-parche del 1995 a la constitución totalitaria del 1987 en conjunto como un 1. paso para democratizar al país, hubo un estiro y encoje entre Asamblea y Presidencia sobre su puesta en vigencia terminando con la Ley Marco como primer ejemplo y precedente para una ley ordinaria ENCIMA de la constitución por conveniencia política [aunque retoma una tradición nefasta desde los días de las Nuevas Leyes y su aplicación ya en el siglo XVI].

Por el otro con la partidarización del CSE -bajo protesta y al final renuncia de su 1. Presidente Mariano Fiallos Oyanguren- los supuestos "demócratas-republicanos" ya en 1995 establecieron el reparto de los poderes públicos entre los partidos como esquema a seguir.

Al fin -siguiendo a la miserable táctica del "mal menor"- muchos "demócratas-republicanos" terminaron a movilizar votos para uno de los 2 candidatos con el solo objetivo que no ganara el otro.
Obvio resultado: el 89% del total de los votos para ambos candidatos en conjunto.

¿Entonces quiénes fallaron? ¿Las políticas y los políticos con un 89% de respaldo popular?

Aunque algunos no lo entendieran nunca hasta lo lamenten: democracia no es ni nunca será el equivalente a elitocracia.

jueves, 4 de junio de 2015

Sin educación democrática no hay ciudadanía democrática

Por experiencia histórica pero también mía propia muy personal me consta: una educación y un proceso educativo autoritario reproducen amos y súbitos pero no conducen jamáis a una ciudadanía democrática.

Caminar entonces hacía una sociedad más democrática por tanto significaría en la educación:

(1)   [Re-]establecer los derechos de incidencia educativa y organizativa de los padres de familia, que se les quitó anulando por medio de un decreto a la Ley de Participación educativa en la educación pública, y regular formas adecuadas similares para la educación privada.

(2)   [Re-]establecer la participación estudiantil en forma creciente desde la secundaria y la educación técnica hasta la formación universitaria y convertirla en obligación institucional de la respectiva institución, pública y privada.

La institución misma debe responder por un proceso limpio y transparente en cuanto a la elección de los representantes estudiantiles en concordancia con las formas de organización del estudio, por aulas, grupos de clase, carreras, facultades y direcciones, recintos e institución.

En vista que ya en los años 80 FER y UNEN se convirtieron en meros instrumentos de movilización política desde arriba, se debe sustituir  a ambas por confederaciones de las representaciones estudiantiles institucionales y territoriales para fines de articulación, coordinación y representación externa (MNED, CNU) pero SIN derecho de meterse desde arriba en los asuntos propios de cada institución educativa.

(3)  [Re-]establecer el derecho a participación del magisterio y de las instituciones educativas en incidir en la definición, organización e implementación del proceso de aprendizaje-enseñanza en todos los niveles.

Las leyes sobre educación- entre ellas la Ley de Autonomía universitaria, la Ley de Participación educativa y la Ley de Carrera docente- afirman el derecho de educadoras y educadores de incidir en contenidos, formas y organización del proceso de aprendizaje-enseñanza. Lo afirman no lo conceden, pues es inherente al proceso mismo. Al fin no son discursos, pizarras y libros sino que el mismo ejemplo del maestro, como ya anota Sócrates, que les transmiten a futuras generaciones conductas y el aprecio de valores éticos, verdad válida para toda educación sin importar el ámbito, donde se da: familia o comunidad, pública o privada, pre-escolar o universidad. Resultaría peor que imposible –hipócrita- si se pretendiera a transmitir por medio de la educación el aprecio a valores, pero los mismos educadores no los pudiesen practicar ni las instituciones las practicasen, sean causas, motivos y objetivos del impedimento los que fueran.

Por las propias características de cada nivel educativo y de cada materia, hay diferentes grados de autonomía en el trabajo de la educadora y hay diferentes formas de ejercer las libertades de conciencia y opinión. Similar hay diferentes grados de autonomía en cuanto a las materias ofrecidas y en cuanto a la organización del proceso de aprendizaje-enseñanza para cada entidad, escuela, colegio, instituto técnico y para las universidades. En los procedimientos pueda haber variaciones entre “público” y “privado” siempre y cuando se respete la libertad de conciencia y el derecho a incidir en forma individual, colectiva o como claustro de una entidad en el contenido, sus formas y la organización del proceso.

Sin embargo iniciándose ya en los años 80 las genuinas organizaciones de los educadores se transmutaron de instrumentos para la participación de los educadores en instrumentos para su dirección y control con fines políticos-partidarios. A menudo se da la confusión entre el delegado como representante hacía afuera y arriba con la como de solo canal para recibir mandatos y orientaciones desde afuera y arriba, más aún cuando la misma persona anda doble sombrero de representante electo y mandamás de la institución misma o cuando solo una organización gremial aparece por ley o practica como si fuera parte operativa ya de la institución misma. Hay que terminar de una vez por todas con esta confusión y restituir el carácter genuino de las organizaciones gremiales, dándole paso a procesos de elección limpia, justa y transparente cuando instancias institucionales de coordinación y gestión compartida requieran de la incorporación de representantes del magisterio.

(4)   [Re-]establecer “Libertad y Respeto” para con la educación misma

La constitución misma ya enuncia los conceptos, principios y procedimientos correspondientes.

“ARTICULO 116.- La educación tiene como objetivo la formación plena e integral del nicaragüense; dotarlo de una conciencia crítica, científica y humanista; desarrollar su personalidad y el sentido de su dignidad y capacitarlo para asumir las tareas de interés común que demanda el progreso de la nación; por consiguiente, la educación es factor fundamental para la transformación y el desarrollo del individuo y la sociedad.

ARTICULO 117.- La educación es un proceso único, democrático, creativo y participativo que vincula la teoría con la práctica, el trabajo manual con el intelectual y promueve la investigación científica. Se fundamenta en nuestros valores nacionales, en el conocimiento de nuestra historia, de la realidad, de la cultura nacional y universal y en el desarrollo constante de la ciencia y de la técnica; cultiva los valores propios del nuevo nicaragüense, de acuerdo con los principios establecidos en la presente Constitución, cuyo estudio deberá ser promovido.”

El alcance de estos conceptos y principios abraca toda la educación y no se limita sola a la educación pública, puesto que manifiestan un consenso nacional fundamental por qué, cómo y para qué como nación queremos que crezcan y se formen las próximas generaciones.
No obstante lo enunciado por la constitución y las leyes, en los 30 años que llevo viviendo en Nicaragua, no ha habido ha habido año sin un Gobierno, Ministerio u otras autoridades andando encima de la ley pisoteándolo por medio de decretos, ordenanzas, resoluciones, practicas institucionales y orientaciones escritas y verbales, tampoco no pasó ni un solo año en cual una u otra institución educativa no se hubiese destacada en similar forma actuando contra ley explícita no solo en espíritu sino hasta en letra expresa. Esto tiene que terminar ya. Si en la educación NO se respeta estrictamente constitución y ley, no se lo hará en ninguna otra área después tampoco.

Eludiblemente la juventud de hoy refleja hasta dónde y de qué manera hemos cumplido con el mandato de la nación como expresado por la constitución. Quienes como mayores se quejen de una juventud apática, sin intereses más allá de lo estrictamente individual y persona, tomen nota: la juventud es como la hemos formado o al menos permitido a que se formara. ¡No hay de que quejarse sino solo de nosotros mismos!

viernes, 3 de abril de 2015

Sobre la construcción de una Cultura de duelo y memoria

La construcción de una “Cultura de duelo y memoria” para Nicaragua partiría del reconocimiento que la Guerra de los 80 fue después de la conquista la mayor catástrofe humana en la historia de Nicaragua como país.

En su componente “duelo” se reconocería el daño que se hizo a decenas de miles de familias, los traumas primarios y secundarios causados, y que el daño y sus secuelas no solo afectan a las familias por aisladas sino al engranaje social en su totalidad en que siempre aunque fuera solamente en el subconsciente hay muertos y sus historias en medio. El reconocimiento comienza terminando con la ficción que a los “muertos de guerra” se pudiese subsumir en la misma categoría como los muertos de cualquier otro acontecimiento natural –la guerra la hacen humanos, no la naturaleza- y qué por el otro lado se pudiese compartimentar o solo privatizar el duelo. Aunque cada familia afectada encuentre su forma de memoria dolorosa, una comunidad, un pueblo, una ciudad, un país que se niega a aceptar y recordar su propia historia como dolorosa no tiene fundamento sobre cual construir su futuro, dado que aún el silencio público más prolongado no hace desaparecer las narrativas dentro de cada familia.

En su componente “memoria” se intentaría a investigar, reconstruir y documentar qué pasó cuándo y dónde entre cuáles actores afectando a quiénes. Esto tanto a nivel individual –hasta hoy día hay miles de familias que no saben dónde y en cuáles circunstancias pereció se deudo-, a nivel de comunidades y pueblos –pues en las “zonas de guerra” la misma afectó, deshizo o reubicó a comunidades enteras, dejando lastimado el engranaje social local hasta hoy día-, y por ende al nivel del país entero e instituciones con cobertura nacional como ejército, policía y “contra” en el área de combatientes, en cuanto a sus estructuras de toma de decisiones y de mando, eso es quién en cada nivel fue responsable de cuál decisión.

Se trata de duelo y memoria, no de justicia y condena o absolución. No hay cómo “ganar la guerra” en forma retroactiva, eso es obligar al otro a aceptar o denegar la validez de supuestos motivos u objetivos del uno o del otro de aquel entonces después de los hechos mismos. Para esto hay que tomar nota, que los marcos de valoración para motivos y objetivos no son nada estáticos sino que cambien en el transcurso de la historia. Lo que hoy aparece como aceptable o inaceptable, a veces no lo fue hace décadas atrás ni lo será en tiempos venideros tal que –a fondo- cada época reafirma su propio marco actual de valores al valorar el pasado. Pero lo puede hacer solo si antes lo ha reconocido como “su” pasado.

La segunda componente ganaría con el esfuerzo académico sostenido y de calidad profesional, la primera si contaría con el apoyo institucional en todos los niveles de instituciones que se dedique según su propia definición de su misión al “ser humano en la comunidad espiritual”, como iglesias denominaciones religiosas u otros similares.

sábado, 28 de marzo de 2015

Cultura de la Memoria: El SMP como Horizonte de Eventos

Una Cultura de Memoria derrumbaría a la Familia Paternalista como imaginario para organizar toda la sociedad. Por eso no se la promueve.

NADIE salió de la guerra de los 80 victorioso. Pero un perdedor como Pater Familia tampoco podría sostenerse por largo tiempo.

El psicoanalista Alexander Mitscherlich analizó 1963 "En el camino a la sociedad sin padre" la interrelación entre subordinación paternal y traumas de guerra.

La guerra llevada por conscriptos y con miles de víctimas civiles aniquila la idílica idea de la Familia Paternalista como cuna de la ética.

¿Qué queda de la autoridad ética de la Familia Paternalista, si el estado se atribuye el derecho absoluto de decidir y obligar por cuáles valores [éticos] se deba matar y morir? NADA.

Por esto sostengo que el FSLN pasó por un Horizonte de Eventos al imponer el Servicio Militar obligatorio: no hay vuelta atrás ni escape.

Aunque hay aún 24% supervivientes del anterior, el otro 76% de Nicaragua ya vive en un eón diferente sin la autoridad paternal como LA referencia ética.

Sin embargo el colapso de la Familia Paternalista no es solamente un fenómeno político-social sino también psicosocial [y económico].

El subconsciente de los supervivientes del eón anterior intuye su responsabilidad de que Nicaragua saliera del mismo pero no lo quiere como culpa.

De ahí la resistencia de los supervivientes: cuando hay actos colectivos de memoria o referencias se procura a limitarlos a “antes del SMP”. Se recuerda anualmente la CNA pero NO el SMP.

Una Cultura de Memoria lo dejaría al desnudo, por tanto desde arriba se intenta prevenirla por un culto a las victorias, y si fuera solo para ganar la guerra ex-post al menos en el campo ético.

Sin embargo para el otro 76% construir una Cultura de Memoria es como tomar conciencia de vivir en este otro eón, eso es o sentar las bases para una nueva ética o perderse en ambigüedades arbitrarias para siempre.

miércoles, 25 de marzo de 2015

La disyuntiva en oponerse a Ortega-Murillo

A menudo quienes llegaran al poder gracias a una revolución, extienden su “vida útil” cuando su ejercicio carece de otras legitimaciones.

Esto al parecer en Nicaragua funciona hasta en forma retroactiva: se pone el 25 de Febrero del 1990 como fecha final de la Revolución del 1979 para tener lo suficiente en nostalgia para cubrir aciertos y desaciertos en el ejercicio del poder pos-revolucionario de los años 80 con la finalidad de evitar un debate propio y por ende la responsabilidad correspondiente.

Fundir Poder Político, Militar y Público en un solo “Poder sandinista” sin embargo NO era producto de una confusión errónea sino de una decisión estratégica.

Esta táctica en México hasta obtuvo nombre propio: Revolución Institucionalizada, concepto que -si no me engaña mi memoria- tenía cierto atractivo para ciertos "revolucionarios" ya en la campaña electoral del 1984 a tal que a mi criterio la revolución del 1979 ya terminara bastante antes.

Consecuentemente la "institucionalización" de la Revolución, iniciada con las elecciones del 1984 y culminada con la promulgación de la constitución del 1987 NO tenía como objetivo democratizar el ejercicio del poder -eso es limitarlo encauzandolo- sino solo legalizar lo que de cualquier forma se contemplada como ya legitimado de sobra por la Revolución del 1979.

Está ahí el verdadero trasfondo del discurso -y de la práctica- de Ortega-Murillo en cuanto a la “reconstitución de derechos”: se quiere recuperar un marco "legal" y "operativo" para el ejercicio de un poder único, tal como ya se lo había tenido antes.

Para las que se oponen a la 2ª “toma del poder” por Ortega se plantea entonces una disyuntiva:

Si se oponen a esta forma de ejercicio “de por principio”, entonces tienen que rechazarlo también en cuanto a los 80 o al menos reconocer su fracaso total a cuenta de tremendos sacrificios, y demandar hacia el futuro una nueva constitución sin las ambigüedades características para la constitución de 1987 y aquel entonces –me consta- intencionales para facilitar el ejercicio del poder sin los frenos impuestos por un estado democrático-republicano de derecho.

Sin embargo –y esto cuesta al parecer- tal rechazo “de por principio” implicaría tácitamente a reconocer que tal ejercicio del poder NO era una consecuencia ineludible de la guerra, sino que a la inversa éste ejercicio del poder hizo la guerra del 1984 al 1990 casi inevitable hasta que la guerra misma lo hizo inviable llevando Nicaragua a las elecciones del 1990.

A las que no quieren dar este paso, les queda solamente individualizar hasta personalizar su oposición, tal que o reclaman que el régimen Ortega-Murillo no tenga los objetivos loables como en los 80 –resultados para destacar las diferencias no hay-, o que lo de aquel entonces era un régimen colectivo –el de la DN- y hoy es solo él de una familia. En cualesquiera, necesitan el mito de una guerra del 1984 al 1990 impuesta sin alternativa por el imperio del mal -¿de dónde entonces surgió de repente la alternativa de las elecciones del 1990?- y la falacia –comprobable desde la redacción de la Memoria de la Reunión de las 72 horas ya en 1979 hasta la redacción de la constitución del 1987 y el proceso de debate acompañante- que el modelo del “poder sandinista único” hubiese sido consecuencia de la situación de guerra cuando no fue así.

sábado, 31 de enero de 2015

¿Marx o Lenin? (Nicaragua 1979 –1990)

Marx siempre sostenía que las formas de la vida social, incluyendo las formas de gobierno, se basan en la vida real de la gente –eso es cómo vive y qué hace para vivir-. A la vez rechazó categóricamente que concibiendo una sociedad ideal se pudiese, intentando a implementarla, revolucionar desde arriba la vida real. Lo llamaba “socialismo utópico”.

Lenin, por lo contrario, puso precisamente “el asalto al poder” en el centro de su estrategia revolucionaria, doctrina a la cual, con variantes y matices, le siguieron otros revolucionarios durante todo el siglo XX, hasta que a finales de los años 80 resultara que Marx siempre tenía razón y Lenin NO. El caso de Nicaragua, visto así del Octubre 1979 al Febrero 1990, es solamente un ejemplo más, tal como Venezuela ya “fuera de tiempo” ahora comprobación con ribetes tragicómicos.

Hago la salvedad “del Octubre 1979 al Febrero 1990 ”, puesto que la Revolución misma del Julio del 1979 a mi humilde criterio se debe a las transformaciones ECONÓMICAS sin precedente ni sucesor que el país había experimentado en las dos décadas anteriores –eso es transformaciones de la vida real llevando a tensiones insostenibles con las formas de la vida social-, siendo el FSLN solo el detonador pero no el detonante mismo, o sea hubo “Revolución” en el sentido preciso de Marx y por ésta razón no hay vuelta atrás a antes del Julio 1979.

En el mismo sentido, no hay vuelta atrás antes del 25 de Febrero del 1990, que refleja tanto a los cambios en la vida real de antes del Julio del 1979 -que en gran parte la Dirección Nacional había preferido ignorar- como en particular en el campo a cambios -como las diversas etapas y matices de la reforma agraria- que el mismito Gobierno de los 80 había promovido. No se puede fortalecer el peso económico de lxs campesinxs y obrerxs rurales, ni mejorar los niveles de educación en ciudad y campo sin respetar el deseo a más auto-determinación que nazca precisamente de estos cambios de la vida real. En mi humilde criterio de nuevo las tensiones se hicieron insostenibles y se abrieron paso en las elecciones y sus resultados.
De cierta forma de nuevo una "Revolución" en el sentido de Marx.

miércoles, 14 de enero de 2015

Contextos y Perspectivas post "Charlie Hebdo"

(1) Hace menos que 70 años que en Europa continental terminara la matanza organizada de entre 8 a 10 millones de personas solo por ser judío, gitano, gay, testigo de Jehová, comunista, socialdemócrata, liberal etc. etc.

(2) Hace igualmente menos que 70 años que en Europa continental terminara una guerra, que mató a otros 20 millones y dejó destruido las ciudades y aldeas, desde St. Eglise en el oeste hasta Stalingrado en el este, desde Monte Casino en el sur hasta Flensburg en el norte.

(3) Cabe señalar que además en muchos países de ésta Europa Continental ya antes hubo enfrentamientos armados hasta guerras civiles con miles de víctimas entre 1919 a 1939.

(4) Me consta que a los europeos continentales les tomó al menos 3 generaciones –siendo la mía la 2ª- para tomar conciencia de qué había pasado y por qué había pasado.

(5) Consté además que las experiencias (1)-(3) no las comparte el mundo anglófono; sin menospreciar ni muertes civiles ni muertes militares de Gran Bretaña, pero sus perdidas por la 2ª guerra mundial no son comparables con las de ningún país de Europa continental central. (Excepciones: Portugal, Suecia, Suiza, Dinamarca, Noruega).

(6) Ya he mencionado que el proceso de tomar conciencia ha sido largo, tedioso y doloroso. Pero el ¡nunca más! al fin se está imponiendo.

(7) Como parte de la “toma de conciencia” se descartó en esta Europa Continental cualquier discurso tipo “los judíos, los franceses, los alemanes… SON y por tanto…”, a veces más rápido, a veces más lento, a veces más superficial, a veces más profundo.

(8) (4), (6) y (7) han tenido –en diferentes formas- su reflejo en la legislación de los países, tanto en cuanto al reconocer el pasado como “hechos indudables” –costó repito generaciones hasta que se hicieran hechos indudables- como en sancionar por ley como “inadmisibles” aquellos discursos que habían preparado el terreno para tales hechos.

(9) La inmigración masiva a Europa Continental Occidental desde otras partes del mundo, en particular desde lo que los Romanos llamaron “Asia Menor” como de otros países colindantes al mediterráneo así como de las ex-colonias, desde mi óptica les pone a los europeos continentales dos desafíos igualmente complicados:
   (a) ¿Cómo transmitirles a lxs inmigrantes las conclusiones que Europa Continental sacó en un largo proceso por varias generaciones de sus experiencias muy particulares en el siglo XX, y que por tanto NO son experiencias propias de lxs “nuevxs”?
   (b) ¿Cómo extender el principio desarrollado con mucha dificultad de reconocer a las personas antes de todo como personas con su inherente y propia dignidad -y NO como portador de X o Y atributo “genérico” por origen, fe, género, nacionalidad etc.-, a estxs nuevxs con-ciudadanxs?

(10) El proceso no ha terminado ni nadie puede vaticinar a ciencia cierta cómo va a terminar, más aún cuando a menor y mayor grado hay rebrotes de políticas de estado X-fóbicas. (vean por ejemplo el trato que se les da a lxs gitanxs en muchos países de la UE, cuando lxs mismxs tienen unos mil años de cohabitar las mismas tierras). También el tratamiento de los refugiados por el mar mediterráneo no está a las alturas de los principios tan frecuentemente invocados.

(11) SIN EMBARGO: las reacciones de literalmente millones de europeos continentales “de pie” -no solo en Paris ni solo en Francia, sino en casi todos los países referenciados en (8) y en centenares de ciudades y aldeas- ante los acontecimientos de los últimos días –reacciones tan masivas que hasta los gobernantes tuvieron que sumarse, dado que NO las habían convocada- me da cierta esperanza que las generaciones 3 y 4 “post-guerra” sepan a asumir el reto (9) y ponerse a sus alturas.