martes, 16 de junio de 2015

Alemán y Ortega o las élites de Nicaragua

"En realidad, lo que falló no fue el diseño de las leyes sino la política, los partidos y sus líderes, mientras la economía se quedó a la zaga con una lenta recuperación sin lograr un impacto significativo en la pobreza masiva y el desempleo." Carlos Fernando Chamorro

En el 1990 se manifestó el colapso de un modelo totalitario de la sociedad, dado que la “Revolución sandinista” quiso ser no solo política propiamente dicha sino cultural, económica, educativa, social-organizativa hasta religiosa.

Lo difícil a tragarse por lxs con mucho patrimonio real –bienes- o ideal –educación-: en la democracia TODXS tienen derecho al mismo respeto social y a la misma participación política. Consecuentemente ignorando lo revolucionario de la democracia lxs con mucho patrimonio reducen sus problemas con lxs "demás" a su falta de patrimonio, sea material -pobreza- sea ideal -educación-, cuando se trata de falta de respeto y participación, es decir proyectan "su" problema como si fuera solo el problema de lxs "demás".

Es así que en la "transición" durante el Gobierno de Doña Violeta se pasa de la movilización totalitaria a la desmovilización total, del ideal de la planificación y organización total a que "cada quién es dueño de su propio futuro", lo que no pudo sino convertirse en "sálvese quien pueda" en vista que no hubo ni más respeto ni más participación ni tampoco más patrimonio para con lxs "demás".

Es con este trasfondo -en ésta secuencia- de la falta de respeto, de participación y por ende, pero solo por ende, del antes prometido aumento en patrimonio que Arnoldo Alemán y Daniel Ortega en las elecciones del 1996 obtengan en conjunto el 89% del total de los votos, prometiendo cada uno a sus seguidores más respeto, más participación y más patrimonio siempre en base a la afiliación al menos al apoyo al respectivo partido ganador.

¿En 1996 ganó el populismo? ¿Contra qué?

OTRA propuesta convincente cómo aumentar el respeto, la participación y por ende el patrimonio para los "demás" NO estaba sobre la mesa.

Peor: en lugar de defender entre supuestos "demócratas-republicanos" las reformas-parche del 1995 a la constitución totalitaria del 1987 en conjunto como un 1. paso para democratizar al país, hubo un estiro y encoje entre Asamblea y Presidencia sobre su puesta en vigencia terminando con la Ley Marco como primer ejemplo y precedente para una ley ordinaria ENCIMA de la constitución por conveniencia política [aunque retoma una tradición nefasta desde los días de las Nuevas Leyes y su aplicación ya en el siglo XVI].

Por el otro con la partidarización del CSE -bajo protesta y al final renuncia de su 1. Presidente Mariano Fiallos Oyanguren- los supuestos "demócratas-republicanos" ya en 1995 establecieron el reparto de los poderes públicos entre los partidos como esquema a seguir.

Al fin -siguiendo a la miserable táctica del "mal menor"- muchos "demócratas-republicanos" terminaron a movilizar votos para uno de los 2 candidatos con el solo objetivo que no ganara el otro.
Obvio resultado: el 89% del total de los votos para ambos candidatos en conjunto.

¿Entonces quiénes fallaron? ¿Las políticas y los políticos con un 89% de respaldo popular?

Aunque algunos no lo entendieran nunca hasta lo lamenten: democracia no es ni nunca será el equivalente a elitocracia.

jueves, 4 de junio de 2015

Sin educación democrática no hay ciudadanía democrática

Por experiencia histórica pero también mía propia muy personal me consta: una educación y un proceso educativo autoritario reproducen amos y súbitos pero no conducen jamáis a una ciudadanía democrática.

Caminar entonces hacía una sociedad más democrática por tanto significaría en la educación:

(1)   [Re-]establecer los derechos de incidencia educativa y organizativa de los padres de familia, que se les quitó anulando por medio de un decreto a la Ley de Participación educativa en la educación pública, y regular formas adecuadas similares para la educación privada.

(2)   [Re-]establecer la participación estudiantil en forma creciente desde la secundaria y la educación técnica hasta la formación universitaria y convertirla en obligación institucional de la respectiva institución, pública y privada.

La institución misma debe responder por un proceso limpio y transparente en cuanto a la elección de los representantes estudiantiles en concordancia con las formas de organización del estudio, por aulas, grupos de clase, carreras, facultades y direcciones, recintos e institución.

En vista que ya en los años 80 FER y UNEN se convirtieron en meros instrumentos de movilización política desde arriba, se debe sustituir  a ambas por confederaciones de las representaciones estudiantiles institucionales y territoriales para fines de articulación, coordinación y representación externa (MNED, CNU) pero SIN derecho de meterse desde arriba en los asuntos propios de cada institución educativa.

(3)  [Re-]establecer el derecho a participación del magisterio y de las instituciones educativas en incidir en la definición, organización e implementación del proceso de aprendizaje-enseñanza en todos los niveles.

Las leyes sobre educación- entre ellas la Ley de Autonomía universitaria, la Ley de Participación educativa y la Ley de Carrera docente- afirman el derecho de educadoras y educadores de incidir en contenidos, formas y organización del proceso de aprendizaje-enseñanza. Lo afirman no lo conceden, pues es inherente al proceso mismo. Al fin no son discursos, pizarras y libros sino que el mismo ejemplo del maestro, como ya anota Sócrates, que les transmiten a futuras generaciones conductas y el aprecio de valores éticos, verdad válida para toda educación sin importar el ámbito, donde se da: familia o comunidad, pública o privada, pre-escolar o universidad. Resultaría peor que imposible –hipócrita- si se pretendiera a transmitir por medio de la educación el aprecio a valores, pero los mismos educadores no los pudiesen practicar ni las instituciones las practicasen, sean causas, motivos y objetivos del impedimento los que fueran.

Por las propias características de cada nivel educativo y de cada materia, hay diferentes grados de autonomía en el trabajo de la educadora y hay diferentes formas de ejercer las libertades de conciencia y opinión. Similar hay diferentes grados de autonomía en cuanto a las materias ofrecidas y en cuanto a la organización del proceso de aprendizaje-enseñanza para cada entidad, escuela, colegio, instituto técnico y para las universidades. En los procedimientos pueda haber variaciones entre “público” y “privado” siempre y cuando se respete la libertad de conciencia y el derecho a incidir en forma individual, colectiva o como claustro de una entidad en el contenido, sus formas y la organización del proceso.

Sin embargo iniciándose ya en los años 80 las genuinas organizaciones de los educadores se transmutaron de instrumentos para la participación de los educadores en instrumentos para su dirección y control con fines políticos-partidarios. A menudo se da la confusión entre el delegado como representante hacía afuera y arriba con la como de solo canal para recibir mandatos y orientaciones desde afuera y arriba, más aún cuando la misma persona anda doble sombrero de representante electo y mandamás de la institución misma o cuando solo una organización gremial aparece por ley o practica como si fuera parte operativa ya de la institución misma. Hay que terminar de una vez por todas con esta confusión y restituir el carácter genuino de las organizaciones gremiales, dándole paso a procesos de elección limpia, justa y transparente cuando instancias institucionales de coordinación y gestión compartida requieran de la incorporación de representantes del magisterio.

(4)   [Re-]establecer “Libertad y Respeto” para con la educación misma

La constitución misma ya enuncia los conceptos, principios y procedimientos correspondientes.

“ARTICULO 116.- La educación tiene como objetivo la formación plena e integral del nicaragüense; dotarlo de una conciencia crítica, científica y humanista; desarrollar su personalidad y el sentido de su dignidad y capacitarlo para asumir las tareas de interés común que demanda el progreso de la nación; por consiguiente, la educación es factor fundamental para la transformación y el desarrollo del individuo y la sociedad.

ARTICULO 117.- La educación es un proceso único, democrático, creativo y participativo que vincula la teoría con la práctica, el trabajo manual con el intelectual y promueve la investigación científica. Se fundamenta en nuestros valores nacionales, en el conocimiento de nuestra historia, de la realidad, de la cultura nacional y universal y en el desarrollo constante de la ciencia y de la técnica; cultiva los valores propios del nuevo nicaragüense, de acuerdo con los principios establecidos en la presente Constitución, cuyo estudio deberá ser promovido.”

El alcance de estos conceptos y principios abraca toda la educación y no se limita sola a la educación pública, puesto que manifiestan un consenso nacional fundamental por qué, cómo y para qué como nación queremos que crezcan y se formen las próximas generaciones.
No obstante lo enunciado por la constitución y las leyes, en los 30 años que llevo viviendo en Nicaragua, no ha habido ha habido año sin un Gobierno, Ministerio u otras autoridades andando encima de la ley pisoteándolo por medio de decretos, ordenanzas, resoluciones, practicas institucionales y orientaciones escritas y verbales, tampoco no pasó ni un solo año en cual una u otra institución educativa no se hubiese destacada en similar forma actuando contra ley explícita no solo en espíritu sino hasta en letra expresa. Esto tiene que terminar ya. Si en la educación NO se respeta estrictamente constitución y ley, no se lo hará en ninguna otra área después tampoco.

Eludiblemente la juventud de hoy refleja hasta dónde y de qué manera hemos cumplido con el mandato de la nación como expresado por la constitución. Quienes como mayores se quejen de una juventud apática, sin intereses más allá de lo estrictamente individual y persona, tomen nota: la juventud es como la hemos formado o al menos permitido a que se formara. ¡No hay de que quejarse sino solo de nosotros mismos!