sábado, 28 de marzo de 2015

Cultura de la Memoria: El SMP como Horizonte de Eventos

Una Cultura de Memoria derrumbaría a la Familia Paternalista como imaginario para organizar toda la sociedad. Por eso no se la promueve.

NADIE salió de la guerra de los 80 victorioso. Pero un perdedor como Pater Familia tampoco podría sostenerse por largo tiempo.

El psicoanalista Alexander Mitscherlich analizó 1963 "En el camino a la sociedad sin padre" la interrelación entre subordinación paternal y traumas de guerra.

La guerra llevada por conscriptos y con miles de víctimas civiles aniquila la idílica idea de la Familia Paternalista como cuna de la ética.

¿Qué queda de la autoridad ética de la Familia Paternalista, si el estado se atribuye el derecho absoluto de decidir y obligar por cuáles valores [éticos] se deba matar y morir? NADA.

Por esto sostengo que el FSLN pasó por un Horizonte de Eventos al imponer el Servicio Militar obligatorio: no hay vuelta atrás ni escape.

Aunque hay aún 24% supervivientes del anterior, el otro 76% de Nicaragua ya vive en un eón diferente sin la autoridad paternal como LA referencia ética.

Sin embargo el colapso de la Familia Paternalista no es solamente un fenómeno político-social sino también psicosocial [y económico].

El subconsciente de los supervivientes del eón anterior intuye su responsabilidad de que Nicaragua saliera del mismo pero no lo quiere como culpa.

De ahí la resistencia de los supervivientes: cuando hay actos colectivos de memoria o referencias se procura a limitarlos a “antes del SMP”. Se recuerda anualmente la CNA pero NO el SMP.

Una Cultura de Memoria lo dejaría al desnudo, por tanto desde arriba se intenta prevenirla por un culto a las victorias, y si fuera solo para ganar la guerra ex-post al menos en el campo ético.

Sin embargo para el otro 76% construir una Cultura de Memoria es como tomar conciencia de vivir en este otro eón, eso es o sentar las bases para una nueva ética o perderse en ambigüedades arbitrarias para siempre.

miércoles, 25 de marzo de 2015

La disyuntiva en oponerse a Ortega-Murillo

A menudo quienes llegaran al poder gracias a una revolución, extienden su “vida útil” cuando su ejercicio carece de otras legitimaciones.

Esto al parecer en Nicaragua funciona hasta en forma retroactiva: se pone el 25 de Febrero del 1990 como fecha final de la Revolución del 1979 para tener lo suficiente en nostalgia para cubrir aciertos y desaciertos en el ejercicio del poder pos-revolucionario de los años 80 con la finalidad de evitar un debate propio y por ende la responsabilidad correspondiente.

Fundir Poder Político, Militar y Público en un solo “Poder sandinista” sin embargo NO era producto de una confusión errónea sino de una decisión estratégica.

Esta táctica en México hasta obtuvo nombre propio: Revolución Institucionalizada, concepto que -si no me engaña mi memoria- tenía cierto atractivo para ciertos "revolucionarios" ya en la campaña electoral del 1984 a tal que a mi criterio la revolución del 1979 ya terminara bastante antes.

Consecuentemente la "institucionalización" de la Revolución, iniciada con las elecciones del 1984 y culminada con la promulgación de la constitución del 1987 NO tenía como objetivo democratizar el ejercicio del poder -eso es limitarlo encauzandolo- sino solo legalizar lo que de cualquier forma se contemplada como ya legitimado de sobra por la Revolución del 1979.

Está ahí el verdadero trasfondo del discurso -y de la práctica- de Ortega-Murillo en cuanto a la “reconstitución de derechos”: se quiere recuperar un marco "legal" y "operativo" para el ejercicio de un poder único, tal como ya se lo había tenido antes.

Para las que se oponen a la 2ª “toma del poder” por Ortega se plantea entonces una disyuntiva:

Si se oponen a esta forma de ejercicio “de por principio”, entonces tienen que rechazarlo también en cuanto a los 80 o al menos reconocer su fracaso total a cuenta de tremendos sacrificios, y demandar hacia el futuro una nueva constitución sin las ambigüedades características para la constitución de 1987 y aquel entonces –me consta- intencionales para facilitar el ejercicio del poder sin los frenos impuestos por un estado democrático-republicano de derecho.

Sin embargo –y esto cuesta al parecer- tal rechazo “de por principio” implicaría tácitamente a reconocer que tal ejercicio del poder NO era una consecuencia ineludible de la guerra, sino que a la inversa éste ejercicio del poder hizo la guerra del 1984 al 1990 casi inevitable hasta que la guerra misma lo hizo inviable llevando Nicaragua a las elecciones del 1990.

A las que no quieren dar este paso, les queda solamente individualizar hasta personalizar su oposición, tal que o reclaman que el régimen Ortega-Murillo no tenga los objetivos loables como en los 80 –resultados para destacar las diferencias no hay-, o que lo de aquel entonces era un régimen colectivo –el de la DN- y hoy es solo él de una familia. En cualesquiera, necesitan el mito de una guerra del 1984 al 1990 impuesta sin alternativa por el imperio del mal -¿de dónde entonces surgió de repente la alternativa de las elecciones del 1990?- y la falacia –comprobable desde la redacción de la Memoria de la Reunión de las 72 horas ya en 1979 hasta la redacción de la constitución del 1987 y el proceso de debate acompañante- que el modelo del “poder sandinista único” hubiese sido consecuencia de la situación de guerra cuando no fue así.