Con esa frase inicia Descarte el primer auge de la ilustración. Cierto, contesta Kant, sin embargo lo que piensas está condicionado por lo que pueda reconocerse. Espérense inyecta Feuerbach, cualquier conocimiento sale de la experiencia concreta, real y sensual del hombre. Cierto contesta Marx, percibimos al mundo tal cómo vivamos en él, sin embargo como no todos y cada uno vivamos igual, entonces tampoco tendremos conceptos iguales del mundo, o sea el concepto del mundo de un esclavo, un peón, un obrero suele ser diferente al de un amo, un encomendero, un capitalista. Habrá similitudes de conceptos entre los que vivan y se criaran en circunstancias similares, pero no mucho más allá.
No obstante cada quién pueda imaginarse a menor o mayor grado, cómo viva respectivamente se haya criado un otro, por tanto puede imaginarse también cual sería tal vez el concepto del mundo de ese otro. De esas imaginaciones nace la ilusión como si los conceptos sobre el mundo nazcan de libre albedrío y como si nuestra percepción del mundo fuera resultado de nuestros conceptos y no -como insiste Marx- a la inversa.
Lo que para unas entonces son cuestiones de sobrevivir o no, para otros se vuelve juego de conceptos: para cualquier mujer en cualquier tiempo la violación siempre ha sido un acto abominable no por razones éticas sino por constituir un asalto brutal a ella misma, no así para los violadores, para los cuales es una cuestión de ética, imaginándose o no a la victima más cómo imaginársela. Dudo que haya habido muchos esclavos gozando los latigazos del amo, muchos peones felices que el encomendero les desalojara, o trabajadores encantados que se les redujera el salario, se les extendiera las horas laborales sin pago o peor se los despidiera.
La ética entonces entra al escenario cuando el afectado es precisamente el otro, no nosotros mismos, de ahí el mandamiento desde del Nuevo Testamento -Hagan a otros como queráis que se hagan a ustedes- hasta el Imperativo Categórico de Kant, abriendo la segunda ola de la ilustración: Actúe siempre de una forma tal que la razón de tu actuar pueda convertirse en ley para todos y cada uno. Admito: quien no quiera suscribirse al menos formalmente a esos principios, para mi deja de ser un interlocutor aceptable, no por razones éticas sino por mero interés propio.
Ciertamente vemos al mundo como cada quién hemos aprendido a ver lo, pero de nuevo ese aprendizaje no es como la venida del Espíritu Santo sino resultado de interactuaciones en contextos sociales muy concretas, desde nuestra familia pasando por nuestro vecindario, nuestra parroquia y nuestra escuela para llegar a nuestro trabajo o nuestro ocio cuando no tengamos que trabajar. Condicionante no determinante, más sin embargo como muestra Freud salirse de su condicionamiento es un proceso largo, doloroso y muchas veces queda incompleto.
Lo que se nos enseñe o lo que aprendemos, tampoco viene del cielo o de otras fuentes transcendentales, sino, insiste Marx, refleja cómo está organizada en concreto la sociedad. Los significados aparentemente dominantes de ideas como igualdad, libertad o justicia no tienen pero nada de subjetivo, sino reflejan objetivamente los conceptos de los sujetos y grupos dominantes, sin embargo concluye Marx, desde de la óptica de los abajo no se cambia a la dominación cambiándoseles las definiciones de sus conceptos a los dominantes, sino poniéndoles coto a ellos mismos, resultando así al fin también un cambio de las definiciones. Dice Marx: basta ya de solo interpretaciones filosóficas diferentes del mundo, hay que cambiarlo.
Quienes quieran imponer sus conceptos del mundo tal como nacidos de sus condiciones de vida y cómo se hayan criado, enfrentan un problema: tienen que declarar como verdades universales lo que nació en sus entrañas pero muchas veces no tiene sostén real alguno o solo muy poco en la vida de los demás; es frente a estos otros, que se requiere de una racionalidad ética que justifique y legitime lo propio.
Así para los hombres, quienes redactaron la Declaración de Independencia todos aquellos hombres creados iguales eran obviamente solamente ellos mismos, y por supuesto no incluyeron ni a las mujeres ni muchos menos a los esclavos. Desde la óptica dominante, la emancipación de mujeres y negros significó redefinir su concepto de todos los hombres, sin embargo para las mujeres y los negros mismos era y sigue siendo la simple lucha en interés propio, o sea de no ser violadas, latigueadas o discriminadas de una u otra forma. No se pelea definiciones sino derechos.
La necesidad de redactar los conceptos como si desde ya fueran universales, abre el verdadero espacio para la Subversión ética de la Realidad, como dice Marx: hay que cantarles a las piedras su propia melodía hasta que comiencen a bailar. En eso el discurso “Yo tengo un sueño” de Martin Luther King es una pieza subversiva maestra. Usa la propia fraseología de las clases dominantes “Hemos venido el día de hoy para cobrar en persona un cheque, firmado por los padres fundadores, que se nos había devuelto por fondos insuficientes”, sin dejar ninguna duda sobre el contenido material de sus reclamos “nosotros los negros no vamos a estar satisfechos hasta que tengamos plena participación en todo” para concluir que hasta entonces “la libertad lloverá desde las montanas”.
Ahora bien, agradezco el interés ético de Andrés en resolver problemas ajenos. Ese no es el interés mío, sino yo solo quiero vivir en Nicaragua sin movilizarme como animal en la 119, la 106 o la 114 ni quiero asaltos con machete a plena luz del día al abrir el portón de la casa; quiero tener agua en mi casa no solo por 3 a 6 horas más unas tantas cosas muy concretas más, como de ejemplo más frecuentemente algo más que solo arroz y frijoles en la mesa y mis cigarros no a menudo al fiado. Al fin quiero recomendarles a mis hijos a quedarse respectivamente a volver terminados sus estudios para que estén en mi entierro y cuiden el lugar después.
Pero sé que sin cambiar el rumbo del país donde vivo, para que comiencen a resolverse los problemas económicos, ecológicos y sociales, no será posible. Se requiere urgentemente de la negociación directa entre las partes encontradas, pero no de un virtual arbitro ético, que pretende establecerse encima de ellos par asignarle a cada quien, que le corresponda. Tan sencillo, tan difícil.
Véase también: La Nicaragua económicamente viable, Los gemelos “Economía de baja intensidad” y “Estado de prebendas” , 490 años – la Destrucción como Modelo de Desarrollo,
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