Escribe Andrés Pérez Baltodano (END 17-03-10): “La política y el poder, desde la perspectiva de Marx, se podían estudiar –en la Europa de su tiempo–, como fuerzas que operaban dentro de un espacio secular separado de lo sagrado y lo sobrenatural. El pensamiento político y la teoría social, en estas circunstancias, debían concentrar sus energías en el desentrañamiento de la dinámica mediante la cual se organizan y reproducen las estructuras dentro de las que opera la sociedad. Los temas de Dios y de la relación entre la fe y la razón, centrales en la historia de la filosofía europea y alemana hasta este momento, formaban parte de una historia superada. Con el desarrollo y la consolidación del capitalismo, lo religioso había sido subsumido por las estructuras y las instituciones del capital. En estas circunstancias, lo fundamental era la superación de la enajenación económica ya que, para Marx, ella abarcaba la enajenación “material” y la de la “conciencia” (Marx, 1844). ”
Aunque no soy historiador ni pretendo parecerlo, me siento algo competente para aportar algunos acontecimientos, hechos y situaciones a mi humilde criterio imprescindibles para entender el contexto histórico de la Prusia del 1844, puesto que la parte occidental de esa -la de los territorios a ambos lados del Rin recién incorporados a Prusia- es parte de la historia de mi familia por lado del padre. Ojalá puedo así contribuir a que se entiendan mejor cuales eran los conflictos ideológicos a los cuales apuntaba Carlos Marx con sus observaciones hechas a la edad de apenas 26 años, bastante antes que él hubiese investigado y elaborado en detalle lo que se conocería después como crítica de la economía política o teoría del capitalismo.
Ya en 1795 Francia había anexado toda la ribera occidental de Rin, implementando en esa parte todas las reformas de la Revolución Francesa a la par con los territorios franceses propiamente dicho. El padre de Carlos Marx como judío pudo recibirse como abogado en derecho francés. Varios de mis antepasados se desempeñaron como Maíre -alcalde- u otro cargo público municipal o como abogados bajo derecho francés. Por el Reichsdeputationshauptschluss 1803, el último acto legislativo de viejo Imperio Sagrado Romano-Alemán, no solamente se disuelve a ese como instancia superior sino también a varios territorios eclesiásticos -su regente autónomo era un obispo católico, el prior de un monasterio o algo similar-, los que en la parte occidental de Alemania hasta ese momento ocuparon casi el 38% del territorio. Se elimina la autonomía de literalmente centenares de pequeños territorios bajo mando de un duque, un barón u otra nobleza igual como la autonomía de docenas de ciudades, iniciándose sino hasta en ese momento el proceso de la constitución de estados territoriales integrados y bien definidos, algo que el absolutismo Borbónico había logrado en España y Francia casi un siglo antes.
Al perder Napoleón su última batalla en Waterloo, el Congreso de Viena 1815 redefine el mapa político de Alemania y -al menos de pro-forma- intenta restaurar al absolutismo “por gracia de dios” como legitimación de gobierno y sociedad. Digo pro-forma, pues ni en Francia misma ni en los territorios anexados se deshace la legislación y las reformas napoleónicas ni mucho menos se toca los cambios en el régimen de la propiedad o los derechos económicos de la burguesía nueva. Más aún, en la parte oriental de Prusia se implementa un programa acelerado de una “modernización desde arriba”, las reformas Stein-Hardenberg-Humboldt, que intentan a traspasar ese “bueno” de la Revolución Francesa a esta parte de Prusia también.
Se imita el concepto de las “Grandes écoles” napoleónicas, estableciendo en un tiempo muy corto 8 universidades nuevas, entre ellas la Universidad prusiana de Bonn en los palacios del antes Elector-Arzobispo de Colonia, donde comienza a estudiar el joven Marx .. y yo recibí mi diploma 140 años más tarde. Sin embargo esas nuevas partes de Prusia son profundamente católicas, tal que en ese ambiente una universidad comprometida con el espíritu de la ilustración kantíana es como una revolución espiritual.
No obstante y fiel al supuesto principio de legitimidad “por gracia de dios”, se restablece a la religión -o católica o protestante- como una parte esencial de los rituales de la vida socio-política. Se vuelve a un sistema de educación básica religiosa, separando a los alumnos por su confesión en escuelas católicas y escuelas protestantes, un sistema que se mantuvo hasta 1975 (!); aún yo me recibí en una primaria católica. En esas escuelas la religión es parte obligatoria e integral de la enseñanza. El matrimonio como tal lo celebra de nuevo un cura o un pastor, sin embargo se mantiene las consecuencias civiles del matrimonio según derecho napoleónico. A los servidores públicos o a las personas con nombramiento público, como a los abogados, se les exige la profesión de una religión cristiana, así que la familia judía de Marx se bautiza para que el padre pueda continuar como abogado y para que el hijo Carlos pueda estudiar jurisprudencia, bautismo Protestante-Reformado siendo Trier, ciudad natal de Marx, casi a 100% católica.
Al menos en Alemania hasta mucho más allá de 1871 -proclamación del Segundo Imperio Alemán- la legitimación oficial de la organización de la sociedad y del gobierno proviene de un cristianismo profesado, aunque separado en las dos confesiones, a tal que no hasta 1946 (!) apareciera el primer partido cristiano ínter-confesional, la Unión Democrática Cristiana de entonces Konrad Adenauer y de hoy Ángela Merkel.
Como conato de contrapeso, la masa de los voluntarios -en su mayoría académicos- de la guerra de liberación nacional contra Napoleón, aunque quiso quitarse el yugo francés, no obstante no estaba dispuesta a renunciar a las libertades cívicas de la Revolución Francesa como la libertad de opinión y prensa, la libertad de formar asociaciones y reunirse, y por ende la libertad de cátedra e investigación en las universidades. La restauración reaccionaría contesta 1819 con las decisiones de Karlsbad, restableciendo una censura previa estricta más la prohibición de cualquier tipo de manifestación pública. Se amenaza a las asociaciones de universitarios con su disolución y criminalización inmediata, si éstas se atreven a promover ideas liberales de la Revolución Francesa, o ideas nacionalistas como la unificación alemana, o lo más abominable el ateísmo en particular francés o inglés de los siglos XVII o XVIII. Cualquier catedrático pierde 'de oficio' su cátedra al tocar estos temas en el aula de clase. Bajo esa presión reforzada por expulsiones y encarcelaciones, las cátedras de filosofía en las universidades renuncian al debate político critico y se dedican, encabezado por Hegel y sus seguidores, a una supuesta revolución solamente ideal-espiritual, de hecho una afirmación de las políticas oficiales restaurativas.
En Julio 1838 colapsa el proyecto restaurativo en Francia, pero en Prusia se prohíbe solo mencionarlo en las universidades. Ante la contradicción abierta entre libertades económicas similares a Francia con un proceso de industrialización en su infancia -en 1835 aparece el primer ferrocarril a vapor en Alemania- verso un régimen político-ideológico-religioso anacrónico sin embargo avalado por la academia, el joven Marx de solo 26 años redacta como parte de su diario personal las observaciones, las que cita APB, mofándose Marx de la revolución espiritual hegeliana en comparación con la revolución francesa con su contenido real. Es su primer intento de aplicar el método de Hegel -recién visto en clase- como instrumento analítico a su entorno real. Sin ignorar ni por un solo momento el impacto efectivo del cristianismo oficial en la vida política-social alemana, Marx descarta de ahí en adelante a la religión y a la filosofía tradicional como elementos movedores de la historia, sino partiendo de un informe extenso de Federico Engels del mismo año 1844 sobre la situación de la clase obrera en Inglaterra, inicia el largo camino de estudio e investigación culminándose hasta 23 años mas tarde en el primer tomo de El Capital.
No es que el Marx de 1844 esté en contra de la religión sino le parece irrelevante para los cambios en camino como señalado por la Inglaterra, en comparación ya industrializada, liberal y democrática. No cabe mucho menos una interpretación del Marx de 1844 en base del Marx de 1867 tal como APB nos quiere sugerir. No obstante declino con Marx la invitación a regresar a la crítica de los cielos, mientras las riquezas de la tierra como Bosawás o Rio San Juan están por perderse para siempre o continua el trabajo infantil en campo y ciudad, a veces en condiciones peores que en la Inglaterra de 1844.
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