Entre toda la politiquería de día a día -quién ocupará cuál silla- y toda la retórica vacía - Capitalismo emprendedor o Socialismo del siglo XXI- no hay un debate necesario más de fondo: ¿cuál sería un modelo qué y cómo producir, para alcanzar una Nicaragua económicamente viable?
Nicaragua no es un gigante como la India, China o hasta Brasil para producir dentro de sus confines todos los bienes necesarios o al menos una mayor parte, ni tenemos materias primas apetecidas como los países del Golfo, Bolivia, Ecuador o Venezuela para pagar las importaciones. Nuestro aporte a los agro-mercados del mundo es muy chiquito y carece de ventajas posibles de escala como Argentina o Brasil, de la muy baja productividad -de fondo sin cambios ya por 100 años- ni hablar.
Nicaragua ni quiera es viable dentro de Centroamérica, pues el déficit comercial, de tendencia creciente, con Centroamérica del 2008 de 240 Millones de dólares no dista mucho del déficit comercial en la relación con los EE.UU. de 307 Millones, menos aún se se toma en cuenta el aporte neto de las Zonas Francas de unos 200 millones. Cabe señalar ahí mismo que las agro-exportaciones no-tradicionales de Costa Rica ya en 2006 eran el triple del total de las agro-exportaciones de Nicaragua, cuando aquellas son resultado de la mano de obra nicaragüense emigrada mientras en teoría Nicaragua misma presta mejores condiciones para la agri- y silvicultura.
Ahí se esfuma la excusa acostumbrada que por culpa de los pobres sin educación Nicaragua no produzca. Tampoco cabe la inversa -falta de mano de obra calificada- cuando la misma -técnicos y profesionales- se ha multiplicado por más que 10 en desde 1990 por acá, resultando que -según censo 2005- el desempleo precisamente de éstos andan del 25% por arriba, destacándose los niveles para técnicos básicos y medios encima del 33% o -para variar- de profesiones vinculadas con el agro en el 30% y más igual como las vinculadas con las Tecnologías de Información y Comunicación, llegando al 40% y más para profesiones vinculadas con el turismo; precisamente niveles respectivamente áreas de supuesta alta necesidad.
En suma la economía actual de Nicaragua se presenta como una economía de baja intensidad en el uso de los recursos materiales disponibles -tanto naturales como humanos-, típica para países pre-industrializados, tomando la agricultura intensiva como una industria más. Lo poco que hay de industrialización en forma de las Zonas Francas no sobrevivirá por mucho tiempo tampoco, puesto que en costos -energía, mano de obra- por producto y en escala no podrán competir con países ahí emergentes como Bangladesh, Camboya, Tailandia o Vietnam, de las fabricas de productos ya mucho más sofisticados en las Filipinas, la India, Indonesia y China ni hablar. Cabe la observación que los dueños de las ZF allá son nacionales de los respectivos países, aunque se trabaja por pedido y especificación de externos; en Nicaragua ni quiera esto. Si hubo una oportunidad de industrializarse por medio de industrias ligeras o agro-industrias para productos simples del consumo masivo, entonces ésta ventana se cerró hace unos 15, 20 años atrás.
Por el otro lado la lógica del capital financiero en Nicaragua -con muy pocas excepciones- es ya la lógica anglosajón como establecida por Reagan y Thatcher, Clinton y Blair de buscar la máxima taza de rendimiento al menor plazo. Consecuentemente desde Bancos hasta Microfinancieras se presta antes de todo para el consumo, el comercio quizás aún para hipotecas de particulares. Esta farsa de una economía posindustrial requiere -y lo necesitaban también los EE.UU. y Gran Bretaña- de un flujo constante de capital externo. Su inviabilidad allá causó la actual crisis económica mundial. En Nicaragua hay una mezcla extraña de ambos modelos, del pre- y del pos-industrial. Apostar como hasta el momento en su sostenibilidad perenne en base de cooperación externa y remesas de expatriados, será muy arriesgado ya a muy corto plazo. La caída de los ingresos fiscales, los No-Pago y las Tarjetas de Crédito en mora quizás son solo primeros señales de un colapso aún mayor bien posible.
Mandando al traste modelos clásicos desde modernización hasta dependencia e imperialismo, Nicaragua parece como prensada entre el Capitalismo industrial emergente de los países asiáticos y el Capitalismo financiero de los países capitalistas tradicionales sin contar siquiera con los recursos de los otros países del ALBA. Independientemente por cual modelo de organización social interna se quiere optar, hay que ofrecer primero un modelo de viabilidad económica externa para decidir hasta después cual organización social interna sea más eficiente y efectiva para alcanzarla. Urgen respuestas, no más consignas.
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