Ya en la primera entrega hemos intentado a explicar por qué el INSS no puede ni debe funcionar como una Caja de Ahorros o un Fondo de Inversiones a largo plazo, desarrollando la ecuación básica de liquidez que rige su funcionamiento como institución.
En esta entrega regresamos a estos inicios, solo esta vez desde de la perspectiva de los casos individuales.
Antecedentes en la 2ª mitad del siglo XXI
La componente de Pensiones de un Sistema de Seguro Social es, desde mas tardar después del fin de la 2ª Guerra Mundial, parte de un concepto político que se llama Estado del Bienestar, según lo cual por medio de instituciones públicas se pretende a brindarle a cada habitante de un país y en cada etapa la oportunidad de una vida digna, en particular en situaciones cuando o aún no puede –la niñez- o temporalmente no puede –la enfermedad- o ya definitivamente no puede –la invalidez y la vejez- ganarse su vida trabajando.
Cabe una observación importantísima: institución pública en este contexto quiere decir una institución cuyo funcionamiento está definido por ley y no por decisiones de actores económicos en el marco del derecho civil o mercantil. Pero esta institución pública no es necesariamente una institución estatal, es decir una institución que en su que-hacer depende del gobierno político de turno. Aun reconociendo las diferencias, todos los sistemas que funcionan tienen un alto grado de autonomía, y a la inversa casi todos los sistemas en problemas son sistemas con un alto grado de dependencia. Nicaragua pertenece a esta última clase.
A sus inicios cuando Bismarck la componente IVM –Invalidez, Vejez, Muerte- le garantizó a cada asegurado, respectivamente a sus deudos en caso de muerte, una suma fija mensual en caso de la invalidez respectivamente al llegar a una edad estipulada, originalmente 70 años hasta que en 1913 se lo bajó a 65 años.
Al iniciarse la 2ª mitad del siglo, se flexibilizó el sistema en el sentido de que de ahí en adelante se aportaba un cierto porcentaje del salario, tal que la cantidad a recibirse varia según el monto aportado. Algunos países –como Alemania- dinamizaron además el monto al acoplar su crecimiento anual al desarrollo de la economía, en particular la masa salarial, con el argumento que la generación ya jubilada con su trabajo había sentado las bases para este crecimiento, tal que sea solo justo que aún ya jubilado participe también en sus beneficios.
Nicaragua arrancó con un sistema en base de cuotas porcentuales y pagos aproximadamente proporcionales y en 1982 medio dinamizó las pensiones al acoplar el monto mínimo garantizado al salario mínimo y desde el deslizamiento aumentarlas a todas cada año en forma retroactiva por ese monto. Si no fuera así, las pensiones ya en curso se devaluarían cada año por el porcentaje del deslizamiento.
Por ser parte de un concepto político, siempre hubo, hay y habrá personas quienes NO están de acuerdo con el concepto como tal.
Consta sin embargo que a la fecha nadie aún como político al mando ha logrado a desmantelar por completo la componente pensiones de un sistema público de seguridad social una vez establecido, pues el sistema como tal no tiene competencia por lado de la economía privada, por una razón sencilla: el sistema promete con un horizonte de 20 a 30 años una pensión en su monto garantizado, mas preciso en su monto garantizado relativo a los salarios en 20 a 30 años, pase que pase.
Yo no conozco ninguna institución privada que se arriesgara con semejante promesa a semejante plazo de tiempo. Obviamente ante la promesa atractiva los políticos opuestos pero electos –como Thatcher, Reagan, 2x Bush- tenían que limitarse a modificaciones o complementos privados.
En el caso de Chile, donde Pinochet impuso las Administradoras privadas de Fondos de Pensiones, recién el Presidente centro-derecha Sebastián Piñera tuvo que complementar a la fuerza el modelo AFP, ideado para Pinochet por su hermano José, por una componente pública fuerte, dado que con las pensiones pagadas por los AFP el 60% de los receptores no llegaran ni al limite de la pobreza.
En Nicaragua, con las leyes para pasar al sistema AFP ya aprobadas y publicadas, se dio marcha atrás cuando cálculos hechos por el BM -antes promotor del concepto pero ahora alarmado por los resultados de Chile- arrojaron perspectivas aún peores.
Consideraciones al montar un IVM público
Imagínese que fuera el año 1955 y el Presidente de la República le hubiese encargado a idear un sistema IVM público en Nicaragua. Su tarea particular: idear una mecánica de financiamiento que por un lado garantice que el sistema cumpla sus compromisos en el momento oportuno –esto es pagar a inválidos, retirados y deudos lo que les corresponda- pero por el otro lado no impacte como un golpe super-fuerte en las finanzas ni de las empresas ni los asegurados ni mucho menos del estado.
Lo primero que le pasaría por la mente sería: tengo mucho, muchísimo tiempo pues el primer retirado se presentará hasta en 15 años o sea en el 1970.
Por segundo echaría un vistazo a las tablas de expectativa restante de vida para Nicaragua –esto son tablas manejadas por aseguradoras de vida, las que por cada edad dicen cuántos años de vida con cuál probabilidad aún le quedan-, reclinándose aún mas tranquillo en su sillón diciéndose: al parecer no hay tantos que lleguen hasta cumplir los 60 años y si a caso lleguen no vivan por muchos años más tal que el problema es manejable.
Entonces muy probablemente esto sería su plan:
- Durante 15 años tengo como obligación solo la atención a inválidos totales y parciales, y a viudas huérfanos. La tablas ya mencionados mas tablas similares para la invalidez me permitan a estimar cuántos de estos habrá por cada año por cada 100 afiliados. Entonces tengo que procurar los ingresos para atender a estos casos.
- En 15 años se presentarán los primeros retirados. De nuevo las tablas mencionadas me permiten a estimar cuántos serán y por cuantos años les tengo que pagar o a ellos mismos o algo muy reducido a sus viudas y huérfanos, de los que tampoco habrá muchos pues no hay muchos ancianos con hijos aún menor de edad. Es hasta entonces que tengo que procurar los fondos necesarios.
- Para el cálculo final voy a hacerle caso al Señor Presidente, que pida una introducción gradual y no de golpe. Voy a tomar en cuenta que el INSS en 15 años tendrá muchos más afiliados que hoy, tal que ellos puedan sostener con facilidad a los aún pocos retirados en este momento. Además tenemos una tasa anual de crecimiento de la economía más allá del 5%, tal que este crecimiento también me incrementará los ingresos.
- Entonces propongo un plan con una cuota baja que me permite honrar en los primeros 15 años los compromisos mencionados en (1) y acumular aún reservas para que en los siguientes 15 años yo puedo atender tranquilamente también a los entonces retirados durante la poca vida, que aún les queda, usando para este propósito los ingresos recurrentes de entonces en suma mucho mas altos, los intereses generados por las reservas acumuladas en los primeros 15 años mas estas mismas reservas, si no queda otra.
- Para no perderse, propongo además que se revise cada 5 años todos los cálculos y sus bases, para proceder a ajustes a tiempo de tasas y beneficios y no enfrentarse a situación previsibles pero imprevistas.
Yo obviamente no estaba en 1955 y dudo que haya aún persona viva, que participó en la elaboración de la 1ª Ley de Seguridad Social del Nicaragua, aprobada en 1955 y iniciada en su aplicación en 1956. Pero aún así, viendo la ley, estoy bastante seguro que así o algo así se pensó al hacerla. Las cuotas iniciales para la cobertura completa son –Enfermedad, Riesgos profesionales, IVM- son 4% el asegurado; 8% el patrono y 4% el estado.
Hasta 1978 todo andaba viento en popa. El INSS crece en afiliados de 27,516 en 1960 a 147,122 en 1978, 5.3 veces la cantidad del 1960.Aun tomando en cuenta el golpe por el terremoto del 1972, tanto al INSS por la cantidad de viudas y huérfanos como a la economía, esta última crecía en promedio por más que un 4% cada año.
Con semejante crecimiento no hubo la necesidad de echarle mano a las reservas ni quiera se necesitaba todos los intereses para honrar los compromisos adquiridos, sino que en 1965 se baja las cuotas a 3% el asegurado, 6% al patrono y 3% el Estado.
Puesto aparte los desvíos normales, INSS invirtió hasta a largo plazo no solo en clínicas para los asegurados o su edificio de administración central sino también en casas para la clase media como los nuevos repartos construidos después del terremoto o los centros recreativos El Velero y Xiloá mas otras inversiones, de nuevo sin descontar los sobreprecios que cobró el clan de los Somoza.
Al fin, dado el flujo de ingresos cada mes abundante en comparación con las obligaciones, no solo no hubo la necesidad sino hubiera sido hasta contraproducente mantener grandes reservas líquidas en los bancos.
La Revolución bajó en el 1982 el porcentaje del estado al 0.5% y convirtió el derecho a una asistencia medica de calidad en un subsidio desde las arcas del INSS al Sistema Nacional Único de Salud.
Ciertamente con solo unos 140 mil afiliados, el INSS significaba un privilegio para unos tantos cuantos en particular de clase media, justificando tal vez ambas medidas.
Sin embargo al parecer –como en tantas otras cosas- no hubo unidad de criterio que hacer con éste privilegio, o recortarlo en sus raíces –como lo hacen en efecto Ley 974 y Reglamento General Decreto-Ley 975 del 1982- o ampliar masivamente la cobertura y de esta forma quitarle el carácter de privilegio, política social-cristiana la que implementa el Presidente del INSS Reinaldo Tefel y su equipo.
La Prima escalonada
El modelo descrito, típico para un Seguro Social en su fase de establecimiento y crecimiento inicial, se llama Prima escalonada, pues se fija una tasa –prima- inicial para cubrir las obligaciones previsibles y se andan ajustando –escalonando- sobre la marcha tasas y beneficios en base de las experiencias acumuladas. Así de ejemplo se bajó las tasas en 1965, a ver los flujos abundantes y tener una primera idea cuántos iba a pedir pensión de retiro en el 1970.
No obstante se cometió ya un error garrafal: nunca se realizó las revisiones periódicas recomendadas al inicio, no se incorporó nunca los cambios en las tablas básicas de expectativa restante de vida donde se aumentaban cada año la expectativa de vida, sino que se apostó a ciegas a que el crecimiento tanto de la economía como en afiliación le permitirían al INSS por décadas mas a enfrentar la carga creciente de retirados sin problemas.
Entonces esta tarea nunca enfrentada –o cuyos resultados no son accesibles en la Internet-, la tenemos que enfrentar ahora mismo para tener una idea cuáles podrían ser los problemas mas afondo.
No hemos tenido acceso a los datos propios del INSS –la base ideal para ésta tarea- ni a las estadísticas de las aseguradoras de Nicaragua, tal que no podemos analizar el desarrollo de los riesgos –eso es la probabilidad de caer inválido o morir antes del tiempo dejando viuda y huérfanos atrás- pero hay muchos indicios que estos riesgos al menos no se han aumentado.
Para la otra parte –anticipar los factores demográficos que incidan en cuántos lleguen a la edad de jubilarse y por cuántos años después recibirán una pensión- podemos usar la ya citada proyección poblacional de la CEPAL como una primera aproximación, suponiendo que los asegurados del INSS vivan al menos tantos años como la población en general.
Aquí los resultados:
El factor demográfico individual
Esta tabla-gráfica se calcula eligiendo en un año un grupo de 40 a 45 años, dando le seguimiento después por cada quinquenio, de ejemplo se inicia en el 1950 con este grupo y se salta a su quinquenio de retiro 1970-75, a ver cuántos sobrevivieron para solicitar un pensión. Se continua al quinquenio 1975 al 1980 para saber cuantos –ya entre 60 a 65- habrán recibido una pensión para llegar al final al 2015, en lo cual los aún sobrevivientes tendrán entre 100 a 105 años.
Para facilitar la interpretación de los cambios, hemos convertido los datos absolutos en porcentajes del grupo inicial. La línea roja marca el año 2013.
Ahora la interpretación, comenzando con el grupo que se jubiló en 1970. De este grupo solo un el 64% llegó a la edad para solicitar y recibir una pensión, solo el 57% la recibe por más 5 años, solo el 46% alcanza los 10 años de pensión –o 70 de vida- y para finalizar solo el 34% la recibe por 15 años o más.
Saltamos al año 2010, año en lo cual solicité la mía: el 76% llegó a solicitar la pensión, el 69% la recibe por lo menos por 5 años, el 61% durante al menos 10 años –ahí quiero estar yo-, el 51% durante al menos 15 años –eso es la misma cantidad mínima de años exigida para tener derecho a una pensión regular completa- y aún un 40% recibe su pensión por 20 años o más, es decir en casos por muchos años mas que había cotizado antes.
La tabla permite calcular fácilmente el promedio de años,por lo cual el INSS tendrá a pagar a cada grupo por quinquenio de retirados. si andan parejo con la expectativa de vida de la población en lo general. La gráfca muestra, como se han venido aumentando en promedio los años de pago de una pensión para el INSS.
La línea roja de nuevo señala el año 2013. Entonces la gráfica dice que para alguien como yo, que solicitó su pensión en el 2010, el INSS se la pagará en promedio durante 14.7 años, para alguien que la solicitará en el 2015, durante 15.9 años.
Es decir el INSS se compromete a pagar según su formula de cálculo de pensiones al menos el 53% del salario promedio de los últimos 5 años durante estos 14.7 respectivamente 15.9 años, contra un aporte mínimo de casi igual duración –750 semanas- del 11% hasta menos sobre ese mismo salario.
Confieso, no conozco otro esquema general de pensiones, ni público ni privado, en el mundo tan generoso.
Ya debe estar claro, que un modelo es insostenible, cuando la mitad de los pensionados recibirá por tantos años como la cantidad mínima exigida de años cotizados y si se quiere operar con el mismo nivel de pensiones y a la vez evitar tasas en las nubes. Mas corto: un supuesto válido quizá para el año 1955 ya no lo es para el 2015 y se vuelve completamente absurdo para el 2035.
Pero no solamente los años de supervivencia –eso son los años que le queden a un jubilado- ha variado dramáticamente sino también el monto respectivamente el porcentaje de la pensión pagada, superando a las variaciones en la tasa de cotización.
Por tanto y con todo respeto, pero quien dice que se pueda estabilizar al INSS sin modificar ni los años mínimos requeridos –eso son las famosas 750 semanas- ni le edad regular de retiro –eso son ahora los 60 años- ni tampoco la formula de cálculo –eso es el porcentaje de la pensión o comparado con los salarios propios anteriores o con el promedio de todos los asegurados que pagan la pensión-, o no sabe de qué está hablando, o miente deliberadamente para engañar o tiene acceso a una secreta mina inagotable de oro, de donde sacará durante lo que resta del siglo XXI para evitar tasas estratosféricas.
Los abismos entre las condiciones según actividad económica
Sin embargo la situación real es aún mucho más compleja, dado que las condiciones impuestas por el mercado laboral provocan variaciones abismales para los afiliados y los jubilados: mientras en algunas áreas se alcanza con tranquilidad el mínimo de 750 semanas cotizadas en 17 años, otros necesitan una vida laboral de 41 años y más para llegar a lo mismo.
Para entender la gráfica mejor, veamos 2 extremos: el área de construcción y el área de servicios públicos. En la construcción, el afiliado aporta en promedio solamente por 18 semanas al año de los 52 posibles al máximo; en los servicios públicos se aporta en promedio 43 semanas. Como consecuencia un obrero de la construcción requiere de 41 años para acumular el mínimo de las 750 semanas requeridas, o sea no lo alcanzará casi nunca aún sin tomar en cuenta el mayor desgaste físico, mientras el empleado público ya después de 17 años acumuló lo necesario para recibir una pensión base del 54% del promedio de su salario en los últimos 5 años anteriores. Dicho de otra forma, sin cambios drásticos en la estabilidad laboral respectivamente el mercado laboral a tal que se acerquen las semanas efectivamente cotizadas no hay forma de cambiar las reglas haciéndoles justicia a todos y cada uno, quedándose solamente la opción difícil a manejar en práctica, de reglas diferenciadas por sector de economía.
Resultado: los factores demográficos individuales –eso es la mayor expectativa de vida- obligarán mas temprano que tarde a modificar la edad regular de retiro y la cantidad regular requerida para una pensión regular completa, dado que solo así se puede balancear los años de vida como pensionado verso los años de vida como asegurado cotizando. Lo más tarde se hará este ajuste inevitable, lo más duro será.