martes, 14 de enero de 2014

Adolfo: EL BLOQUEO DE LA TRANSFORMACION ESTRUCTURAL EN NICARAGUA

EL BLOQUEO DE LA TRANSFORMACION ESTRUCTURAL EN NICARAGUA
por Adolfo Acevedo

Después del impacto de la crisis global de 2009 la economía nicaragüense se recuperó y hasta 2012 creció a una tasa promedio anual del 4.8%. Este crecimiento ha sido favorecido por la mejoría de los términos del intercambio que experimentaron las ¨commodities¨.

El efecto favorable de los términos de intercambio permitió que el ingreso real disponible creciera a una tasa promedio anual del 6.3%. En conjunto con las transferencias y el endeudamiento neto con el exterior, ello también hizo posible que la demanda interna se expandiese a una tasa media del 6.6%.

Por su parte, la demanda externa por exportaciones nicaragüenses se expandió a una tasa promedio anual del 12.1% promedio anual.

Lo que explica que la economía haya crecido por debajo del crecimiento de la demanda interna y externa, que sumadas se expandieron a una tasa promedio del 7.9%, es el hecho de que poco más de la mitad de la demanda interna se orientó hacia las importaciones, en lugar de hacia la producción interna o PIB.

Sin embargo, detrás de dicha recuperación encontramos la presencia de factores que en gran medida son cíclicos, y no durarán para siempre.

Según datos del Banco Central ya a partir de 2013 se observó alguna reversión en la tendencia favorable de los términos del intercambio debido a la caída en los precios una serie de importantes productos de exportación.

Mientras tanto, los factores estructurales que impiden la reducción de la enorme brecha de desarrollo que padece Nicaragua, en lo fundamental permanecen intactos.

El país permanece especializado en la producción de bienes de bajo valor agregado y pobre contenido tecnológico, de escaso dinamismo de la demanda a largo plazo y caracterizados por sus limitados encadenamientos intersectoriales. La estructura productiva detrás de dicha especialización es una que refleja el ínfimo desarrollo de la capacidad tecnológica del país.

Cuando un país no logra acumular al menos cierto umbral de capacidades y destrezas tecnológicas y difundirlas a través de su aparato productivo, sólo tendrá capacidad de producir un número limitado de bienes, aquellos de menor exigencia tecnológica, principalmente basados en recursos primarios u operaciones de ensamblaje, en condiciones de una productividad comparativa bastante baja.

Este predominio de las actividades de bajo valor agregado, bajo contenido tecnológico y baja productividad a su vez constituye un elocuente indicador de que el proceso de transformación estructural que históricamente ha estado asociado al desarrollo, se encuentra bloqueado.

Los rasgos estilizados del proceso de transformación estructural son conocidos. Este proceso ha sido una característica sobresaliente de los países desarrollados, y de los países rezagados que mas recientemente han logrado alcanzar el ingreso per cápita de los primeros.

Al inicio la mayor parte de la fuerza de trabajo se encuentra ocupada en la agricultura y en las actividades primarias. El primer cambio notorio en el proceso de cambio estructural es la disminución de la participación de la agricultura en el empleo total, y el aumento en la participación del sector secundario, en particular de la industria manufacturera.

Siendo la elasticidad ingreso de los productos alimentarios relativamente baja, al incrementarse rápidamente la productividad en la agricultura el excedente de fuerza de trabajo anteriormente ocupada en ella puede trasladarse hacia actividades de rendimientos crecientes y mayor elasticidad ingreso de la demanda, principalmente la industria manufacturera.

El peso o de la manufactura en la estructura productiva se va incrementando, aunque normalmente la participación en el empleo se incrementa menos.

El proceso de industrialización gradualmente cambia la estructura de la economía, haciéndola más diversificada y compleja, e incrementando las complementariedades y sinergias intersectoriales y la difusión del progreso tecnológico.

El incremento de la productividad del trabajo en la agricultura y el traslado de fuerza de trabajo hacia actividades de creciente productividad, posibilitado por la creciente diversificación y complejización del aparato productivo, permiten un incremento sistemático de la productividad media de la economía a lo largo de las décadas que dura este proceso.

Sin embargo, al llegar a cierto punto, la participación de la industria en la estructura de la producción se estabiliza, e incluso disminuye y, debido a que la productividad continua creciendo, la participación del sector en el empleo comienza a declinar. Finalmente, el empleo comienza a crecer fundamentalmente en los servicios de mayor elasticidad ingreso.

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Al arribar a este punto, por lo general el proceso de cambio estructural ha desembocado en niveles de ingreso per cápita que permiten catalogar al país como desarrollado.

Resulta importante anotar que este proceso ha ocurrido con una rapidez e intensidad mucho mayor en países que, como los del Sudeste Asiático, han logrado más recientemente tasas excepcionales de crecimiento del ingreso per cápita.

El proceso de cambio estructural que tomo un siglo o más en los países que se desarrollaron primero, apenas tomo unas cuantas décadas en estos últimos.

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Fuente: World Development Indicators.

En el caso de Nicaragua, en efecto el peso de la agricultura en el empleo se ha reducido, pasando del 67.7% en 1963 al 32% en 2005. Pero la participación de la agricultura en el empleo todavía es aún muy elevada, indicando que la productividad media del trabajo en la agricultura es muy baja.

Por otra parte, la disminución relativa de la participación de la agricultura en el empleo total a lo largo de las últimas décadas no se ha traducido en el aumento de la participación en el empleo de la industria manufacturera y los servicios modernos, de mayor productividad y elasticidad ingreso.

Por el contrario, se ha reflejado en una fortísima expansión del empleo en el comercio y los servicios informales, de muy baja productividad, particularmente bajo la forma de trabajadores por cuenta propia y trabajadores familiares sin pago.

Como resultado, el comercio y los servicios informales pasaron de representar el 15% del empleo total en 1963 al 42% en 2005, mientras el peso del empleo por cuenta propia y los trabajadores familiares sin pago en todos los sectores se incrementaba hasta alcanzar casi la mitad del total.

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Este fuerte crecimiento del empleo en el comercio y los servicios informales ha ido presionando a la baja la productividad media en estos sectores, hasta casi igualarla a la productividad de la agricultura.

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Debido a que la productividad agregada es la sumatoria de la productividad de cada sector ponderada por su participación en el empleo, el elevado peso que mantiene todavía la agricultura en el empleo total, y el creciente peso del comercio y los servicios, mantienen deprimida la productividad media de la economía.

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La salida a este círculo vicioso de baja productividad y bajo ingreso per cápita se encuentra en relanzar el proceso de transformación estructural, incrementando con rapidez la productividad en la agricultura y diversificando el aparato productivo y la canasta exportadora hacia actividades de mayor contenido tecnológico y elasticidad ingreso, y promoviendo la generación de encadenamientos productivos cada vez más densos.

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