Hace una semana el Dr. Mario de Franco presentó su estudio sobre las causas del [de-]crecimiento económico del largo plazo de Nicaragua en la Aula Magna de la UCA. Como leitmotiv de la presentación eligió las Trampas de la Pobreza, un circulo vicioso que al no romperse no permite escapar de la pobreza. Este circulo comienza con un bajo crecimiento económico por persona: como mostrado por el autor, la economía de Nicaragua creció calculado en promedio anual por persona solo por un 0.9% desde 1920 hasta 2009.
Como consecuencia hay en el segundo paso un bajo nivel de ingresos respectivamente acceso a bienes, bienes de consumo y servicios por persona, donde además la distribución desigual entre los estratos de la sociedad se quedó sin variación alguna. Así Nicaragua se ha alejado cada década más de todos su países vecinos, pero más en particular de Costa Rica. Mientras el ingreso por persona en Costa Rica del 1950 era menos que el doble de Nicaragua, hoy Costa Rica supera a Nicaragua por más que 5 veces.
Bajos ingresos por persona, se traducen en baja inversión de capital por persona, sea eso capital tangible en forma de infraestructura física, bienes duraderos como edificios, maquinarias y equipos, sea eso capital intangible en forma de niveles de educación y formación de las personas, sea en la capacidad institucional propia de investigación y desarrollo aprovechándose de las ciencias y de la tecnología, sea al final en la capacidad institucional tanto pública y como privada de administración, gestión e innovación de los quehaceres respectivas.
La baja inversión previa de capital por persona tiene un efecto de retro-alimentación: por debajo de un cierto umbral mínimo, aún una inversión adicional en capital o mejoras sustanciales en la educación tienen de prima a primera poco hasta ningún efecto sobre el crecimiento económico, es decir económicamente no son muy atractivos. Similar más allá de un umbral máximo, hay otros factores mas importantes que inversión adicional o mejoras de educación, que incidan sobre el crecimiento económico.
En base de un cálculo de regresión sobre 77 países el Dr..de Franco obtuvo un umbral mínimo de 14 mil dólares y un umbral máximo de 48 mil dólares por persona, ajustado el valor del dólar al año 2005. En esa evaluación, Nicaragua de hoy obtiene un poco más que 7 mil dólares de capital invertido por persona, algo como la mitad de lo requerido para que inversiones y educación rindan frutos en forma directa. Aún en los tiempos de mejor crecimiento –el auge del algodón a la mitad del siglo pasado- lo invertido por persona no sobrepasó los 12 mil dólares, mientras Brasil llegó al umbral mínimo ya en 1997 y Corea pasó el umbral máximo ya en 1994. Mientras por tanto Nicaragua se mantenga por debajo del umbral mínimo, más inversión –sea nacional, sea extranjera- tendrá solamente efectos limitados directos en cuanto al crecimiento económico igual como las mejoras en la educación.
Para ilustrar sus hallazgos, el Dr. de Franco analiza los factores de oferta, que han contribuido al crecimiento de Nicaragua, separando entre Capital propiamente dicho, Capital humano, Tamaño de la fuerza laboral y por ende la Productividad, comparando la fase del “Auge de Algodón” con la situación actual. El único factor con contribución constante ha sido el tamaño de la fuerza laboral, el impacto del Capital mismo se ha reducido, el aporte del Capital humano se ha mejorado ligeramente, pero su aporte siempre ha sido marginal. Al fin la productividad muestra un desarrollo negativo destacado, o sea Nicaragua hoy es menos productiva que hace 50 años. En la misma forma analiza el impacto de factores de la demanda, donde aquel entonces la demanda interna ha sido el factor dominante, mientras hoy lo es la exportación lo que –al reducirse la demanda interna por bienes y servicios- reduce la dinámica inherente propia de la economía nicaragüense y la hace cada día más dependiente sin defensas propias de los altibajos de los mercados externos.
Analizando los factores, que motivan a la inversión privada, el Dr. de Franco se muestra muy escéptico en cuanto de la viabilidad de un concepto, que se basa en primer instancia en la inversión privada, sea esa nacional o extranjera. Está primero la baja rentabilidad por las razones ya expuestas, es decir falta de un ambiente debidamente capitalizado incluyendo el capital humano.
Pero por segundo hay una serie de elementos estructurales agravantes adicionales, cuya subsanación escapa del alcance de la inversión privada individual. Esto comienza con los costos de energía más altos de toda Centroamérica, los que aún con todas las inversiones en marcha no tendrán una mejora comparativa sustancial. Siguen los altos costos de logística, debido entre otros a una infraestructura vial deficiente, agravadas sus deficiencias por el esparcimiento de las actividades productivas a un territorio cada vez más amplio en lugar de su concentración. No hay un mercado financiero propiamente dicho para inversiones y los bancos en su totalidad prefieren colocaciones del crédito fuera de la esfera productiva y a corto, a veces muy corto plazo.
Por lado del estado, aunque hay en suma la carga tributaria más alta de toda Centroamérica, sin embargo su estructura, su sistema de exoneraciones y exenciones y por fin su desigualdad en la distribución operan en contra de la inversión productiva. Al fin la falta de eficiencia y eficacia, de transparencia y previsibilidad de la administración pública, incluyendo al poder judicial, obstaculizan el desarrollo económico, salvo para los pocos con acceso a los círculos de poder. Parte del problema es, que no hay ni quiera un sistema confiable y actualizado de la propiedad inmobiliaria, que permitiera saber al menos a ciencia cierta qué le pertenece a quién o es reclamado por quién.
A la pregunta ¿qué hacer? el Dr. Mario de Franco contesta –lo cito-: “No hay UNA solución para los problemas de Nicaragua que pueda resolver la situación y cambie la tendencia de esos 100 años de historia económica y política. Tampoco es posible hacer una lista corta de medidas a tomar que resuelvan los problemas. Más aun, no hay nuevos remedios para curar las enfermedades y los daños. No hay nuevas ilusiones, ni pócimas milagrosas. Las soluciones han estado siempre a la disposición y han sido conocidas por todos y desde hace mucho tiempo.
Lo que en Nicaragua no se ha podido hacer es tomarse la medicina porque los grupos de poder se han beneficiados de la enfermedad del país como un cáncer que se alimenta del cuerpo y crece, aunque no logre comprender que su crecimiento elimina a su fuente de alimento."
La referencia a las transparencia de la exposición: http://tiny.cc/f02ze
La referencia al texto del estudio: http://tiny.cc/8pzjb
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