jueves, 29 de abril de 2010

Cornelio: Una visión arcaica del mundo

¿Qué comparten el Doctor de Jurisprudencia Rafael Solís y ''Juan'' el pandillero a su lado? La misma visión arcaica del mundo como un espacio repartido en tucos de poder, donde cada quién manda como le parezca en su tuco, sin prejuicio de cadenas de mando entre el pandillero de las llanuras o el juez local y un pandillero mayor o un magistrado de la Corte Suprema. Como comparten la misma visión, no debe sorprender, que se unan en acción: uno entiende al otro.

Sin embargo, esa visión de la sociedad estructurada por áreas, cada una con su pirámide del menos al más poderoso, no solamente comparten don Rafael, el ex-magistrado, y ''Juan'' el pandillero, sino también Arnoldo Alemán y Wilfredo Navarro, para los cuales según sus declaraciones poder equivale a ocupar o no ocupar ciertos cargos públicos, o René Herrera, para lo cual la política es solo el mismo juego entre personas, tal como fue descrito por Maquiavelo, autor del siglo XV y contemporáneo de la conquista española.

En esa visión la mera asignación de un cargo público toma tanta importancia, pues todo el mundo tácitamente presupone que, antes que la ley son las personas al mando, quienes impongan las reglas del juego, tal que -por ejemplo- los empleados públicos del CSE obedezcan primero las ordenes de sus superiores, aunque sepan que ese cumplimiento vaya contra la ley expresa.

A la inversa, se acepta tranquilamente las violaciones de la ley por subordinados -solamente cumplieron órdenes superiores- aún cuando el código penal no lo admite como exculpatorio: por ejemplo nadie ha acusado formalmente a los centenares de colaboradores del fraude electoral como tampoco hay acusaciones formales contra los pandilleros políticos, aunque se los conoce ambos por nombre y apellido.

Si las convicciones de los políticos se opusieran por completo al sentir de sus electores, ellos no hubieran tenido oportunidad de llegar a donde llegaron. Me temo entonces, que muchos nicaragüenses mayores compartan con ellos la visión de poder y política.

Hay indicios sobrantes, como el clamor persistente -tan viejo como la Politeia de Platón- que solamente los más idóneos deban ocupar cargos públicos, o el sueño, que bastaría tomar el poder por las armas para encaminar a Nicaragua por el bien, como el lamento después sobre la corrupción ética de los revolucionarios, cuando el sueño se convirtió en pesadilla.

No obstante la organización arcaica de la esfera pública en base de dependencias personales choca con las exigencias de una economía del mercado, puesto que esa necesita que los contratos se cumpla independientemente quién esté al cargo y que las leyes se aplique tal como fueron redactadas, independientemente quién sea el juez.

La expansión mundial del comercio ya a finales del siglo XVII así como la incipiente industrialización en forma de manufacturas del siglo XVIII plantearon que debería ser posible “hacer negocios” con cierta seguridad entre personas, que no se conocían de antemano en lugares distantes, raras veces bajo el control del mismo cacique local.

Es así que en Inglaterra y Holanda, Francia, Austria y Prusia nace el concepto del Estado de Derecho, donde la ley y sus procedimientos brindan la necesaria seguridad tanto para el trato entre particulares como en la relación con el poder público, que además se compromete a velar por el cumplimiento de la ley, renunciando a la vez a intervenciones arbitrarias.

De esa forma la lucha por el poder se transformó ya hace rato: en lugar de pelar posiciones, se pelea la redacción de leyes, de convenios y de contratos; en lugar de distribuir espacios, se norma conductas aceptables, obviamente sancionando severamente el incumplimiento de lo acordado. El constitucionalismo -comenzado por la Revolución de las 13 Colonias, llevado al continente viejo por la Revolución Francesa- es el primer punto culminante de ese proceso.

La transición de regímenes basados en personas a estados constituidos en base a la ley no ha sido ni fácil ni rápido ni sin recaídas. No bastó nunca una transformación formal de lo público, sino las mismas sociedades -en las relaciones entre sus actores- han tenido que transformarse, dándose precisamente las recaídas más lamentables -como en Alemania, España e Italia- cuando partes sustanciales de ellas vivían aún en el pasado. Consta, que en América Latina también sobran los ejemplos, y Nicaragua es solamente uno.

Ahora bien, Nicaragua lleva -desde de la aprobación de la constitución del 1987- 23 años de un camino nada fácil para transformarse en un estado a las alturas del siglo XXI. Más que el 50% de las y los Nicaragüenses nació y creció en estos años, insatisfechos por lo logrado por supuesto, pero confiando que al fin Nicaragua también esté encontrando su camino. Nosotros -los padres- no debemos ni podemos permitir que unos trogloditas -con o sin título académico- nos regresan a los tiempos de la conquista.

martes, 27 de abril de 2010

Cornelio: El ejercicio del derecho como forma de prostitución

Escribe Alejandro Serrano (La Prensa 25-04-10): “El problema de las dictaduras y dinastías en nuestro país, más que ideológico, ha sido y es de ambición, pero también de una mutilación ontológica de la conciencia colectiva que ha percibido las instituciones no como un sistema de límites al poder de cuya observancia depende su legalidad y legitimidad, sino como instrumento a su servicio.

El poder autocrático persiste a través de diferentes etapas históricas porque el núcleo del problema sigue siendo el mismo en medio de las diferencias que los tiempos, la cultura y la historia establecen. Hasta hoy las instituciones jurídicas, sociales, económicas, políticas o religiosas, de acuerdo a las etapas a las que nos hemos referido brevemente en este artículo, han residido en el poder. Este ha sido su hábitat y justificación, han dependido de él y provenido de él, en vez de que, al contrario de esa experiencia histórica, el poder dependa, provenga, habite y encuentre su legitimidad y justificación en las instituciones y en las normas de la Constitución Política.”

Al leerlo, me pareció como una descripción aplicable a gran parte -afortunadamente no toda- de la historia alemana de institucionalidad y legalidad, en particular de Prusia, hasta el colapso total del 1945. Desde la codificación inicial del Código Común para las Provincias de Prusia 1792, pasando por las modernizaciones parciales en respuesta al Código Napoleónico para llegar a la Constitución del II. Imperio Alemán 1872, institucionalidad y legalidad siempre nacieron desde del poder.

En lo formal desde el Código Prusiano Común en adelante Prusia siempre ha sido un Estado de Derecho, en el sentido limitado que el poder se manifestó por medio del derecho en manos de un Poder Judicial independiente bajo el principio de la legalidad universal, mientras la Corona Española ya en 1554 condiciona la aplicación de las “Nuevas Leyes” de 1542, a que la aplicación sea oportuna y conveniente para el interés de la corona mas nunca se separó la función judicial de la función ejecutiva. Desde aquellos tiempos existe el dicho “La ley se acata para no cumplirla”. La legalidad universal formal y un Poder Judicial independiente en Nicaragua tienen entonces aún menos tradición firme que en Prusia.

El concepto del poder como base principal del derecho llevó a la abrumador mayoría de los juristas profesionales alemanes -jueces, fiscales y abogados- a rechazar a la Constitución democrática de Weimar como “nacida en los alcantarillados”, tal que las facultades de jurisprudencia ya se entregaran a los Nazi mucho antes del 1933.

Hitler llegó a ser Canciller en 1933 con apenas el 33.1% de los votos y tuvo que recurrir a la encarcelación, persecución y al chantaje de los diputados para que el Reichstag aprobase la Ley –inconstitucional por supuesto- de Empoderamiento, puesto que los Nazi no tenían ni el 36% de los curules.

Sin embargo imponentes teóricos del derecho como Carl Schmitt redactaron respectivamente ayudaron a redactar adefesios como esa Ley de Empoderamiento, que le dio poderes dictatoriales a Hitler, la Ley de Restitución del Servicio Público, que eliminó a judíos y opositores del Servicio Público, y por ende la Ley de Protección de la Raza, que castigó -entre otros horrores- relaciones sexuales entre judíos y arios con la pena de muerte. Esta prostitución de la profesión legal con los subsiguientes subterfugios y mutilaciones del Estado de Derecho eran esencial para establecer y estabilizar al régimen Nazi.

Hice tan amplia referencia a la historia legal e institucional de Alemania para sostener mi tesis que la actual situación deplorable del Estado de Derecho en Nicaragua no se debe a la falta de educación de las masas populares, ni a su seducción por caudillos, mucho menos a herencias precolombinas o coloniales, sino a la complicidad nada tácita de destacados profesionales del derecho, tal como lo muestran las declaraciones de todos y cada uno de los magistrados de la Corte Suprema.

Sin embargo en la Nicaragua de hoy hay más que 44 carreras de derecho, con sus claustros de profesores y más que 11,000 estudiantes inscritos. Hay más que 16,000 licenciados de derecho, quienes se recibieron entre 1990 y 2010. Me pregunto entonces si todos estos -universidades, profesores, jóvenes profesionales y estudiantes- estén de acuerdo que el ejercicio profesional del derecho se está convirtiendo en leguleyas despreciadas por todos, algo como la prostitución, de la cual se puede vivir, pero que  por vergüenza no se menciona nunca en público.

Si estos miles no quieren que sea así, entonces están sobre la hora para levantarse en forma organizada para defender, trascendiendo cualquier credo político, la honradez de su profesión y por tanto al Estado de Derecho en su sentido verdadero.

jueves, 8 de abril de 2010

Cornelio: ¿Cuál estabilidad económica?

Carlos Fernando Chamorro resume en “Esta Noche” y le segundan sus invitados, Arturo Grisby y Erwin Krüger: el único consenso en políticas de desarrollo en Nicaragua es mantener la estabilidad macro-económica y mantener el modelo de una economía de mercado.

El término “estabilidad macro-económica” es una descripción eufemística para algo mucho más limitado: qué el Gobierno de Nicaragua muestre su capacidad de pago, honrando en fecha y forma cualquier deuda a nombre del estado de Nicaragua, interna o externa, que muy dudoso o no su origen, dándoles además seguridad suficiente a los que exporten “al fiado” a Nicaragua o quieren retirar sus ganancias de capital, que hayan siempre las divisas disponibles para pagarles a tiempo.

Todos los arreglos con el FMI y otras fuentes de financiamiento, desde que se reiniciaron en 1992 hasta la fecha, han tenido la “capacidad asegurada de pago” como objetivo primordial, siendo los demás -desde educación y salud, hasta empleo y pobreza- objetivos marginales en comparación.

“Estabilidad macro-económica” sin embargo significa el máximo de inestabilidad micro-económica para centenares de miles de familias nicaragüenses, quienes no saben si habrá o no empleo o ingreso la otra semana, hasta no saben si habrá o no comida el otro día.

“Estabilidad macro-económica” significa además, que todos con trabajo, cuyos salarios no estén dolarizados, ganan hoy -según el Banco Central- en términos reales menos que hace 13 años -tanto en el sector público como en el sector privado- incluyendo a los supuestamente priorizados sectores de educación -los maestros- y de salud -en particular enfermeras y enfermeros y otro personal auxiliar- como un efecto no colateral sino intencional del deslizamiento del tipo de cambio, sin olvidar que los enfermos tienen que pagar -en sus Córdobas- el triple hasta más por los mismos medicamentos.

“Estabilidad macro-económica” al fin significa la emigración de más que un millón de Nicaragüenses, desestabilizando miles y miles de familias, cuando uno o ambos de los padres se van mientras el otro y los hijos quedan atrás. Es gracias a las remesas de esa emigración, que -medido en consumo- se hayan estabilizado los niveles de miseria y pobreza, no gracias a los miles de millones gastados en programas y proyectos de cooperación.

“Economía de libre Mercado” significó reducir el role del estado al de un CPF armado con cachiporra, sin capacidad real de regular y supervisar, mucho menos de intervenir o impulsar.

Mientras todos los gobiernos en todo el mundo empujan la ampliación respectivamente el cambio de su base energética por políticas públicas, no así en Nicaragua hasta hace muy poco. Peor me consta, que se retrasó bajo presión del BID la ampliación en fuentes renovables para no entorpecer la venta de ENEL y por intereses de intermediaros mezquinos se complicó en la Asamblea la construcción de plantas hidroeléctricas.

Mientras en Chile la Banca estatal amplió sus servicios y red para atender a micro-empresas y empresas medianas, en Nicaragua se facilitó a un enjambre de ONG cobrar tazas de interés, que descapitalizan a los beneficiarios, tan exitosamente que ya 4 acumularon suficiente capital para establecerse como bancos con fines de lucro. De Centroamérica solo en Nicaragua no hubo como alternativa programas para capitalizar realmente cooperativas y asociaciones de productores o artesanos.

Pero si, cuando estaban en riesgo los depósitos de menos que dos docenas de inversionistas -en Interbank y BANIC- el estado corrió de primeros auxilios más rápido que hace poco en la crisis financiera Brown, Merkel, Sarkozy u Obama, y mucho más generoso, financiando de paso a cuenta de la deuda interna pública la expansión y las ganancias operativas del BANPRO durante casi 4 años. Para poder honrar esas deudas, el COSEP le redactó la reciente reforma fiscal al gobierno.

Se contabilizó como inversión extranjera la mera venta de activos -ENEL, ENITEL-, mientras la inversión verdadera ahí se financia a creces por la facturación de tarifas autorizadas en las nubes, igual como cada centavo invertido o donado por ALBANISA se cobra primero en las gasolineras y por las facturas eléctricas, siendo las plantas Hugo Chávez puras minas de oro.

Mientras en los últimos 10 años Costa Rica convirtió -por políticas publicas de fomento, tecnología y crédito- la agricultura no-tradicional en su segundo rubro más importante de exportación -con mano de obra 100% nicaragüense-, en Nicaragua se promovía una agricultura extensiva clásica, la que dentro de menos que 5 años habrá acabado con lo último, que se nos quedó de selvas tropicales primarias.

Hace 10 años advertí públicamente, cuales iban a ser los resultados de semejantes políticas, basado en un análisis detallado de su primera década. Por tanto, Señoras y Señores del FMI, del Banco Mundial y de las otras Agencias de Cooperación, Señoras y Señores del COSEP y de la Banca, y por ende Señoras y Señores políticos nacionales: no nos vengan ahora con lágrimas de cocodrilo, dándose los sorprendidos por tanta plata de cooperación gastada mientras hay tanta pobreza no superada. Se obtuvo lo que se encaminó: un país con "estabilidad macro-económica", cuyo existencia resta en su miseria, un país miserable púes.


vea: Cornelio: ¿seremos un país miserable? (confidencial 2000)
Gasto en pobreza: ¿tanto para tan poco? (Confidencial 2010)

lunes, 5 de abril de 2010

Cornelio: Cambiar la Cultura de Rapiña por un Desarrollo Sostenible

Un texto sobre la propuesta de la Coordinadora Civil del año pasado (2009):  Una propuesta a la Nación para cambiar el Rumbo del País.

Esto es el trasfondo de la “Propuesta a la Nación para cambiar el Rumbo del País”, presentada por la Coordinadora Civil, señalando que el rumbo actual lo llevará al abismo sin retorno dentro de menos que dos generaciones. Se trata de un análisis de las condiciones concretas y sus futuras tendencias específicas para Nicaragua: la desertificación como consecuencia de una deforestación acelerada empujada por un modelo de agricultura insostenible combinado con los efectos de la recomposición de la estructura por edades de la población como consecuencia de la transición demográfica acelerada. Si el país sigue por el mismo rumbo de ya quinientos años solo por una década más, para el año 2050 Nicaragua será un país desértico con pobladores incapaces a ni quiera alimentarse a si mismo, menos a centenares de miles de ancianos.

Admito, cuesta a aceptar semejante perspectiva como posible mas altamente probable, si no hay cambios drásticos. Sin embargo hay un antecedente histórico: el colapso de la población indígena Nicaragüense entre 1522 y 1548, donde en menos que 3 décadas la población se redujo al 10% de su nivel original para recuperarse sino hasta finales del siglo XIX, un trauma aún presente en el subconsciente colectivo. Hace algunos años estudios detallados en base de los registros conservados en el Archivo de las Indias revelaron que el colapso con muy alta probabilidad se debía al colapso de la agricultura indígena, sustituida por los conquistadores en el “Sistema de Encomiendas” por una agricultura como ellos la conocían de sus regiones de origen Castilla-La Mancha y Extremadura.

La propuesta retoma el hilo de los necesarios cambios de fondo, donde después del capítulo de introducción lo perdió el Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno Bolaños en una proyectitis con muchos indicadores de fondo irrelevantes pero muy apetecidos por los actores de cooperación externa.

La propuesta complementa el escenario del agotamiento de recursos naturales por el análisis de la transición demográfica: ha habido una rápida reducción de hijos por pareja mientras al mismo tiempo se aumentaron los chances de sobrevivir la niñez con tal que ahora entremos a una fase de transición con muchos jóvenes adultos, menos niños y aún pocos ancianos para tener después una nueva carga creciente de ancianos. Se puede aprovechar ésta fase para construir una otra Nicaragua, siempre y cuando haya la calificación educativa y laboral requerida.

Para el actuar público se propone un “consenso de gobernabilidad” en base de los derechos concretos contenidos en los pactos internacionales sobre Derechos Humanos, todos firmados y ratificados por Nicaragua y por tanto -de prima a primera- ya reconocidos como válidos por todos los actores internos y externos.

La propuesta traduce este reconocimiento en la imperante necesidad de recuperar y fortalecer la institucionalidad democrática del país, incluyendo la transparencia de las elecciones y la participación ciudadana amplia en el marco de la ley, logros que les costaron a generaciones lucha, sacrificios hasta la vida.

Paso seguido se plantea la necesidad de reorientar el desarrollo agropecuario-silvestre del país hacia una producción más intensiva y menos extensiva, donde debería llamar la atención que Nicaragua con las mejores condiciones en la región no obstante ha tenido el peor desempeño, o sea la riqueza natural ha sido hasta ahora más una maldición que una bendición.

Para esta reorientación no bastan programas asistencialistas aislados, tan elogiados por sus efectos superficiales rápidos, ni una ampliación del modelo agroexportadora tradicional, sino se requiere de un nuevo meta-modelo diferente del crecimiento económico basado en una mayor vinculación e interacción de los diversos sectores productivos de la economía nacional, creando círculos virtuosos de retroalimentación en lugar de las islas actuales con sus burbujas transitorias.

Este crecimiento hacia adentro creará nuevas oportunidades de trabajo sostenibles a largo plazo, pero se requiere de un esfuerzo extraordinario de todos los actores -mucho más allá de alfabetización y educación primaria para todos- para proporcionarles a las generaciones entre 0 y 30 años -el 80% de la fuerza laboral futura del 2050- la educación y la preparación laboral indispensable.

La visión estratégica a largo plazo viene acompañada por acciones a corto plazo como primeros pasos, tomando en cuenta en particular la actual crisis económica mundial. Para lograr a financiar los objetivos planteados, se hace propuestas concretas como mejorar efectividad, eficiencia y transparencia en el manejo de la cooperación externa.

Cegados por las ansias de primero apropiarse desde del poder para supuestamente distribuir al menos un poco después -la justificación clásica de toda rapiña-, los partidarios del gobierno actual no supieron más allá de garrotes y piedras con qué responder a la propuesta de la Coordinadora Civil. Desafortunadamente también a medios y otros actores el alboroto les llamó más la atención que el contenido mismo de la propuesta: la ruptura con los esquemas tradicionales; dizque la revolución pacífica,

Ojalá que todos al fin se tomen el tiempo para leer las apenas 51 paginas de la propuesta, para rebatir donde sea necesario, mejorar donde sea conveniente y al fin implementar conjuntamente y en consenso, a no ser que se esté ya alistando las maletas para emigrar para que al menos los hijos tengan otro futuro mejor en otro país o se apueste a la supervivencia “a la guatemalteca” es decir casonas y oficinas tipo fortaleza en repartos amurallados y salidas solo en convoy con los guardaespaldas

Cornelio Hopmann
PS: no tengo vínculos con la Coordinadora Civil

viernes, 2 de abril de 2010

Cornelio: Estado Nacional o Nación de Ciudadanos

El siguiente texto fue escrito en abril/mayo 2004, cuando ABP aún pretendía a analizar la historia de las ideas en Nicaragua como una historia también de acontecimientos y no solo como historia de la construcción de significados, aunque ya ese texto era muy débil en cuanto a aportar datos sobre el desarrollo socio-económico del país o tomar en cuenta la practica y dinámicas sociales efectivas, quizás debido al método escolástico del autor de tomar en cuenta solamente discursos, textos y libros o materiales de protagonistas o ensayistas y montarlos en forma de mosaico.
No obstante para él aquel entonces la Revolución Sandinista aún significaba el intento –fallido- de romper con los patrones de una cultura pragmática-resignada y del providencialismo. Por tanto su crítica al FSLN –más bien su Dirección Nacional- parece aún tímida e inconclusa (Confidencial 2004-385).
Vale la pena mencionar que el ENVIO rechazó la publicación de mi texto y Confidencial publicó solamente la introducción, quizás porque en aquel momento mi critica a la Dirección Nacional les pareció demasiado radical, o sea –subcutáneo- no se quiso aún romper con el FSLN como opción para el futuro.
Hoy APB extiende -para decir lo así- esquemáticamente mi critica a la Dirección Nacional al FSLN y a la Revolución Sandinista como tal …
Alguien –no me recuerdo quién- escribió en algún momento: Cada época tiene su narrativa de la historia. APB parece como un buen ejemplo para eso: ver el pasado por los filtros del presente.
Sin embargo ya tuvimos aquel entonces el mismo conflicto como hoy: el estado en base de ideas –una ética dominante- como primero (APB) o el estado y las ideas como condicionados, aunque no determinados, por su base socio-económico sujetos ambos a posibles cambios por medio de la práctica política de sus constituyentes (CH).
Introduzco el texto como una respuesta dada de antemano a tres columnas recientes de APB: El marxismo del FSLN
(ND 23-03-10), El Somocismo del Siglo XXI (ND 26-03-10), La enseñanza del marxismo en Nicaragua (ND 30-03-10)

Mis Reflexiones sobre el libro
“Entre el Estado Conquistador y el Estado Nacional”
de Andrés Pérez-Baltodano

Hay libros malos, que no tienen lógica ni desarrollo inmanente. Hay libros buenos, donde el autor ha logrado presentar su argumento en forma convincente. Y hay libros muy buenos, donde el autor no solamente se presenta en forma conducente, sino fundamenta su concepto con citas y referencias hasta tal grado, que la idea presentada tome vida propia y su lógica inmanente llegue hasta más allá de lo que el autor quizás quería. El libro de Andrés Pérez-Baltodano pertenece a esta última y muy selecta categoría de libros. En 2 palabras es un libro muy bueno, completando y superando textos más anecdóticos como La Cultura Política Nicaragüense de Emilio Álvarez Montalván o el Síndrome de Pedrarias de Oscar René Vargas, quienes ya antes intentaron a ubicar los acontecimientos de las últimas décadas dentro de un proceso de desarrollo histórico más amplio.

Pérez-Baltodano desarrolla a lo largo de su libro tres conceptos claves: el estado conquistador, la práctica política nicaragüense y el providencialismo. En sus palabras “El Estado Conquistador cuenta con una serie de características estructurales y objetivas que lo separan del Estado Nacional. Las principales son: su baja capacidad de regulación social, la fragmentación social y territorial de su base espacial, su alta dependencia externa, y un gran nivel de autonomía con relación a la sociedad. Hablar de la capacidad de regulación social del estado es hablar de su capacidad para organizar e institucionalizar condiciones de orden social.” (p23) “La práctica política nicaragüense se ha orientado casi siempre dentro de una perspectiva cultural pragmática-resignada. Con contadas excepciones, las élites gobernantes se han adaptado a la realidad doméstica del país y a los condicionamientos externos que han operado sobre esta realidad. Más aún, la historia de Nicaragua ha sido percibida por las élites nacionales como un proceso determinado por fuerzas que los nicaragüenses no controlan. El pragmatismo-resignado encuentra una de sus principales raíces en la cosmovisión providencialista reproducida por la Iglesia Católica desde la conquista. El providencialismo expresa una visión de la historia como un proceso gobernado por Dios, en concordancia con sus planes y propósitos..” (p25).

En forma expresa las intenciones del autor van más allá de una autopsia del desarrollo político-social del país. La presenta precisamente para superar las causas pues solo así podrá haber otra historia en el futuro. Y es ahí, donde la lógica del libro se vuelva rebelde contra su propio autor, si se hace una diferenciación crucial: tal como la revolución francesa era una cosa y el régimen del Comité de Salvación Pública era otra aunque dentro de la primera, en la misma forma a la revolución sandinista debe tratarse como una cosa y al Estado de la Dirección Nacional como otra. Aunque Pérez-Baltodano ya aporta todas las evidencias, se rehúsa a sacar esta conclusión más que obvia. Pero hecha esta diferenciación, el Estado de la Dirección Nacional cumple con todas y cada una de las características del Estado Conquistador. La practica política de la Dirección Nacional es la de una perspectiva pragmática-resignada como definida por el autor. Si se reconoce al marxismo-leninismo como religión secular, o Weltanschaung, entonces la mecánica de materialismo histórico solo seculariza los divinos planes y propósitos, o sea hasta el trasfondo es similar. En este sentido la Dirección Nacional llevó a su cúspide los conceptos del Estado Conquistador, de la perspectiva cultural pragmática-resignada y de la cosmovisión providencialista, pues se cambió solamente las etiquetas, dejando completamente intacto los patrones conceptuales y mentales.

No obstante para Pérez-Baltodano el 25 de Febrero 1990 sigue como día de la derrota definitiva y aún no es percibido como solo el fin del régimen del Comité nicaragüense de Salvación Pública llamado Dirección Nacional. Esto tiene consecuencias para la percepción del proceso desde 1990 por acá. Si este día marca una derrota, un regreso a los tiempos de antes de la revolución –como Pérez-Baltodano sostiene-, entonces de cierta forma hay que comenzar de nuevo enfrentándose a los problemas viejos. Pero si este día marca el fin del régimen del Comité de Salvación Pública, entonces hay que tomar nota del tremendo daño, de las heridas a muerte, que dejó el régimen de este Comité, haciendo tabula rasa en la organización social de Nicaragua y vaciando su ideario al desacreditar a sangre y fuego visiones y personas. En este caso se necesita sanar primero para rehabilitar y construir paulatinamente después. Y en esto estamos según la percepción mía desde 1990, con recaídas por supuesto.

El Estado de la Dirección Nacional

Sobre la capacidad de regulación social Pérez-Baltodano escribe: “La ampliación del tamaño y de las funciones del aparato estatal durante la década de los 1980s creó la ilusión de un Estado fuerte. El crecimiento estatal no logró traducirse en un aumento real en la capacidad de regulación social del Estado, especialmente en lo que se refiere al control y regulación de la economía.” (p 596) profundizando este aspecto en las páginas subsiguientes con toda una seria de citas y concluyendo “En ausencia de una capacidad política reflexiva para definir y condicionar el sentido y la orientación del proceso revolucionario nicaragüense, el destino de la revolución terminó siendo definido por las presiones internacionales y por las contradicciones no resueltas de una realidad doméstica pre-teorizada.” (p 630).

En cuanto a la fragmentación social y territorial Pérez-Baltodano escribe: “A finales de los 1980s, las zonas de guerra disputadas por el ejército sandinista y las fuerzas contrarrevolucionarias abarcaban un 47% del territorio nacional. Estas zonas eran precisamente aquellas en donde históricamente, el Estado nicaragüense había mantenido una presencia mínima a través de su historia: las zonas fronterizas con Honduras y Costa Rica, así como la región que abarcaba de la frontera agrícola del país. Según Orlando Núñez, el límite espacial que definía la capacidad de control del Estado sandinista coincidía con “el lugar hasta donde había llegado el desarrollo capitalista y la avanzada de ‘tumba, roza y quema’ del campesinado desplazado”. (p 640). Cabe señalar que Orlando Núñez documenta minuciosamente no solamente la fragmentación territorial sino la subyacente fragmentación profundizada entre Campo y Ciudad.

En cuanto a la alta dependencia externa Pérez-Baltodano consta: “Así, a finales de 1989, la cooperación externa era responsable del financiamiento de un 81.5% de las necesidades de la economía. La deuda externa del país había pasado de 1,562 millones de dólares en 1979 a aproximadamente 11,000 millones en 1990. Este nivel de endeudamiento colocaba a Nicaragua entre los países más vulnerables y dependientes del mundo Además, el índice del servicio contractual de la deuda por las exportaciones era de 455.0 por ciento, lo que significa que era “veinte veces mayor que el promedio de los Países Altamente Endeudados de Bajos Ingresos”. (p 640).

Solo se le olvida a mencionar, que la mayor parte de semejante deuda no se había contraído ni con los grandes actores de la economía global ni los organismos financieros internacionales –los sospechosos de regla-, puesto que ellos ya de 1983 en adelante habían dejado a financiar o cooperar con Nicaragua. A la vez él tampoco menciona que precisamente este apoyo material externo le facilitó al Estado de la Dirección Nacional su gran nivel de autonomía objetiva con relación a la sociedad, de tal forma que el colapso del oxigeno externo tenía que tener como consecuencia automática la perdida precisamente de ésta autonomía.

En resumen pues y en base de los argumentos y hechos presentados por el propio libro, lejos de aunque fuera solamente un intento de superar el Estado Conquistador, el Estado de la Dirección Nacional lo llevó, al contrario, hasta un extremo nunca antes visto.

La Cosmovisión de la Dirección Nacional

De nuevo es crucial, discernir entre lo que es la revolución sandinista por un lado y el Estado de la Dirección Nacional por el otro. Al respecto escribe Pérez-Baltodano: “El FSLN no sólo adoptó la visión moderna de la historia y del poder articulada en el pensamiento y la teoría marxista, sino también la interpretación marxista de la historia de Europa, como una explicación universal y, por lo tanto, aplicable a la realidad nicaragüense. En este sentido, el pensamiento marxista del FSLN fue un pensamiento imitativo y superficial, que contribuyó a distorsionar y falsificar la especificidad histórica de Nicaragua.” (p 584) donde “Utilizando un esquema mecánico, unilineal y determinista del progreso histórico de las sociedades, Fonseca aseguraba que de no haberse dado la intervención estadounidense, que puso fin a la reforma liberal de Zelaya, “el proceso social democrático-burgués hubiera continuado su natural evolución, y los obstáculos caducos seguramente que a un plazo breve hubieran sido superados” (p 584) Por tanto “El pensamiento fundante –mecánico e imitativo— del FSLN se reprodujo a través del desarrollo de la organización revolucionaria, para convertirse en un componente central de la visión política dentro de la que funcionó la dirigencia sandinista después de julio de 1979” (p 585) lo que “ desembocó en la adopción del marxismo como un conjunto de principios normativos; en la sobre-simplificación de los problemas, que enfrentaba la revolución; en la adopción de una práctica política voluntarista y en el uso de un discurso contradictorio y superficial” (p 586) para terminar “Las declaraciones públicas de fe en el socialismo marxista y en el modelo institucional socialista leninista, — planificación centralizada, vanguardismo revolucionario y centralismo democrático—, se convirtieron en la escala utilizada por el FSLN para medir el compromiso revolucionario de sus miembros.” (p 586).

No hizo falta el trabajo misionario del estado para extender la fe, como consta también Pérez-Baltodano: “Una publicación gubernamental explicaba el papel de la educación en la revolución: “La educación popular no es una nueva forma de enseñanza o un mero acto de voluntad política, sino una noción general de la educación en consonancia con una ‘Weltanschauung’ (visión actual del mundo) y un proyecto político(Ministerio de Educación, 1986, 29-30).” (p 583), pero a Pérez-Baltodano se olvidó a mencionar que en 1986 ya no se trataba de la cosmovisión de la Campaña de Alfabetización sino del Marxismo-Leninismo de los manuales impresos fuera del país.

Dicho en cristiano, había una explicación mecánica, unilineal y determinista del mundo secularizando así los divinos planes y propósitos de la providencia. La estima pública de las personas dependía de la confesión pública de semejante fe. Me consta en persona, que era explícitamente prohibido relacionar en aula de clase esa religión secularizada con la realidad viva del país, quizás para prevenir una Marxología de la Liberación.

Resto aquí mi caso de que la Dirección Nacional llevó a su cúspide los conceptos del Estado Conquistador, de la perspectiva cultural pragmática-resignada y de la cosmovisión providencialista, basándome solamente en las evidencias que el mismo libro presenta.

El Estado del Leviatán

Cabe solamente la pregunta, porqué el autor mismo no llega a la misma conclusión. La pregunta es importante más allá del autor, pues ella define a cierto grado el camino a seguir en el futuro.

Obviamente cuesta un esfuerzo tremendo –mas que todo espiritual- de aceptar y por tanto descartar a la Dirección Nacional como una variante nicaragüense del Comité de Salvación Pública, más aún tomando en cuenta amor, entusiasmo, sacrificio y muerte, que centenares de miles aportaron al proyecto. Hay algo menos obvio pero más peligroso: asumir que hubiesen sido las personas al mando, las que solamente no estaban a las alturas de las exigencias del proceso, o explicaciones pragmática-resignadas como que un país como Nicaragua en los contextos globales de la época no hubiera tenido otras opciones.

De nuevo estoy completamente de acuerdo con Pérez-Baltodano, quien escribe: “Destacar el papel del pensamiento político, como una fuerza constitutiva del desarrollo histórico europeo, no es proponer que la formación del Estado en Europa haya sido determinada por las ideas políticas de los actores de este proceso. En este libro se rechazan las interpretaciones históricas subjetivistas que ignoran los condicionamientos y limitaciones que impone la realidad material sobre el desarrollo histórico de las sociedades. Pero también se desechan las interpretaciones materialistas de la historia que minimizan o ignoran la participación del pensamiento y las ideas en el desarrollo histórico de la humanidad.” (p 25).

Me atrevo a la hipótesis, que Pérez-Baltodano en su percepción de la historia europea está condicionado, quizás como nicaragüense sin darse cuenta, por un concepto de estado muy particular de la España Conquistador. Esto explicaría porqué su libro termina sin conclusiones convincentes de qué se deba hacer en forma diferente más allá de una exhortación a las elites a ponerse a las alturas de la historia, dicho en polémica un llamado a los conquistados a ponerse a la par con los conquistadores en lugar de descartar los principios inherentes de la conquista.

Para fundamentar un supuesto origen de una visión europea moderna del estado Pérez-Baltodano escribe: “El surgimiento de una visión moderna del poder y de la historia se expresó institucionalmente en el desarrollo y consolidación del Estado Nacional. En este sentido, el Leviatán de Hobbes representa el inicio de la demarcación del campo de la política como un campo de acción, separado de Dios. Esta separación dio lugar a la consolidación de una visión de la historia como una construcción social que desembocó en la institucionalización de los derechos ciudadanos, la institucionalización del Estado de Derecho y en la democratización del poder del Estado.”(p 751).

Con todo respeto este supuesto es falso. Hobbes publica al Leviatán en 1651. El único estado europeo –limitándonos al Europa occidental o Romano-Católico- que se fundamentó en el Absolutismo religioso, más preciso en el catolicismo, es la España reconquistador y conquistador, sin prejuicio de la Francia de los Borbones, que intentaba a imitar a España para legitimar su proceso de centralización. Sin embargo ni el Rey del Sol logró a eliminar a los Estados Generales con sus prerrogativas. En Inglaterra el Rey estaba formalmente limitado en sus poderes, desde la Magna Carta progresivamente en adelante, de tal forma que en los tiempos de Hobbes cualquier ley ya necesitara la aprobación por ambas cámaras, los lores y los comunes, para entrar en vigencia. Así el texto de Hobbes resultó reaccionario y no progresivo en comparación con la practica política contemporánea de Inglaterra.

Ya en 1648 los Tratados de Paz de Westfalia codifican jurídicamente los principios de la organización política-social interna y externa de los territorios miembros del Sacro Imperio Romano de Nación Alemana. Después de devastaciones sin precedentes por 30 años de guerra –Alemania central había perdido casi la mitad de su población, el 40% de pueblos y ciudades estaba en ruinas- se estableció la paz no por la fuerza sino por el arreglo jurídico en base de la razón y de la negociación. En lo particular –salvo en los territorios de los Habsburgos- se establece por primera vez la libertad individual de conciencia y credo como reclamables en la corte. Vale recordar, que un estado nación alemán no hubo hasta 223 años más tarde.

Al contrario, por los tratados el soberano supremo, el Imperio Alemán, se quedó sin fuerza militar propia para imponer una voluntad central. Más sin embargo en continuación se profundizaba y extendía el imperio de la ley por medio de códigos y procedimientos uniformes, aceptados y aplicados en la abrumador mayoría de los territorios miembros. El delegado del Papa participa en las negociaciones, pero se niega a firmar los tratados. Los tratados de Westfalia por tanto significan el inicio práctico y real de la secularización antes que Hobbes aun hubiese publicado su libro de principios teóricos.

En resumen a Pérez-Baltodano se le escapa toda la tradición ciudadana de Europa, que es precisamente la tradición de sus ciudades como cuerpos de autogestión desde tiempos medievales. Son ellas, no los reyes, que regulan la vida social diaria, dan albergue a escuelas y universidades, y sostienen comercio, artesanía y por ende la industria, mientras en España ya la Guerra de las Comunidades a inicios del siglo XVI aborta el desarrollo autóctono de las ciudades. Toledo pierde su autonomía como última ciudad en 1522, dos años antes que se establecieran León y Granada en Nicaragua. Lógico ni en 1821 ni en 1893 haya los citoyen para empujar una revolución burguesa nicaragüense.

Un Estado de, por y para el pueblo

Es ante estos antecedentes, que se debería leer Kant: si al inicio está la libertad individual de conciencia y de credo, y si lo ético ni conceptualmente debe imponerse desde arriba, entonces la ley debe nacer adentro de cada persona. Esto es la esencia del Imperativo Categórico, estableciendo que la actuación de cada persona debe basarse en una razón, la cual se pueda elevar al rango de ley general –no solamente principio abstracto- para todos y cada uno. Y solo en este contexto la diferenciación de Weber entre ética de convicción y ética de responsabilidad obtiene su verdadero sentido, pues la segunda es nada más que el imperativo kantiano vuelto al espació público, en el sentido de que quien toma decisiones debe responder a estos “otros”, no ante la providencia ni ante la historia, por la razón de su decisión.

Para salir de la postración, Pérez-Baltodano recomienda: “Para ampliar los límites de la realidad nicaragüense, el pensamiento político debe nutrirse de una visión del futuro nacional que organice la energía y las aspiraciones de la sociedad. De esta manera, el Estado Conquistador, que se quiere superar, debe reconstruirse en función del Estado Nación, moderno y democrático, que se quiere alcanzar.”(p 789)

Mas sin embargo el mismo Pérez-Baltodano anota que el Estado de la Dirección Nacional dejó “tabula rasa” en cuanto a la organización social, puesto que no solamente destruyo las organizaciones “opositoras” sino tampoco supo crear organizaciones estables nuevas.

“La brecha histórica entre el Estado y la sociedad se mantuvo, a pesar de los esfuerzos organizativos de la revolución por impulsar la participación popular. Una investigación de campo, realizada entre 1991 y 1993 por un equipo de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), confirmaba la débil presencia del Estado en “la vida social del campesinado” poco después de terminado el experimento revolucionario, así como la pérdida de efectividad y relevancia de muchas de las principales organizaciones de participación popular creadas durante los 1980s: “Los sindicatos agrarios y las asociaciones campesinas como la ATC (Asociación de Trabajadores del Campo) y la UNAG (Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos)”, señalaba el informe final de esta investigación, “han perdido, en muchas partes, su poder de convocatoria” (Gabriel, 1993, 354).” (p 641)

Me permito entonces contradecir: lo que le falta y siempre le ha faltado a Nicaragua no es una visión de nación de sus élites para formar un estado sino elites con una visión de estado como nación de ciudadanos. El enfoque principal por tanto debe ser fortalecer la participación y auto-gestión ciudadana, entre otros por medio de una descentralización efectiva de decisiones, poderes y recursos. Solo así habrá la verdadera quiebra de un patrón cultural de quinientos años de conquista: son los ciudadanos que organicen al estado y no debe ni puede ser el estado que organice a ellos, como nos sigue recomendando Pérez-Baltodano.

En lugar del Leviatán como base prefiero a la acta de nacimiento de la primera republica en suelo americano: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad.”

En vista del vacío creado por el Estado de la Dirección Nacional, se requiere por tanto de un proceso paulatino de construcción y reconstrucción. La propuesta del PND me parece un bueno comienzo práctico: "Para ser consecuentes con la profundización de la democracia y la participación ciudadana, es fundamental impulsar un proceso agresivo de descentralización. Para todo ello, es necesario ponerse de acuerdo en reformar la ley de organización y competencias del Ejecutivo, que dé legalidad y legitimidad a todas esas reformas. Pero, sobre todo, debe esforzarse por ejercer el poder a través de formas más democráticas. Adecuar el Poder Ejecutivo a su función de servir eficientemente al ciudadano, exige llevar a cabo un proceso profundo de descentralización de los recursos y de muchas de las funciones que actualmente son potestad privativa del poder central. Este objetivo se torna, más que en un acto de eficiencia, en una necesidad de cambiar la lógica del poder y el liderazgo político. Hay que acercar la política y los políticos a sus territorios. La descentralización debe permitir servir mejor al ciudadano y compartir las responsabilidades con éste, a través de sus organizaciones, de los gobiernos locales, de la empresa y la sociedad civil, para la toma de todas aquellas decisiones que afectarán el futuro de sus propios territorios y la calidad de los servicios públicos a los que todos tienen derecho." (p23, PND).

Managua, Mayo 2004, Cornelio Hopmann