jueves, 19 de mayo de 2011

Cornelio: ¿Sociedad humana o de la selva?

Desde hace un año, al cumplir los 60 años, me convertí en jubilado recibiendo una pensión del INSS por 840 semanas cotizadas, con una pensión base del 40% sobre mis últimos salarios más un incremento del 18% en concepto de semanas adicionales al mínimo de 750 así como de mis obligaciones con un hijo con Síndrome de Down y con mi esposa. El proceso para obtener la pensión duró por diversos problemas burocráticos casi un año, sin embargo me consta que las jóvenes encargadas tratan a nosotros, los ancianos, con mucho respeto hasta cariño y al final el INSS liquidó todo el primer año en forma retroactiva por un solo cheque.
Ahora bien, en estos días salió de nuevo en los medios de comunicación la problemática como mantener a flote ese sistema, algo que lógicamente a mi me afecta directamente. He tenido relaciones profesionales con el INSS desde 1987, año en lo cual varios estudiantes míos, al mismo tiempo ya encargados de la informática del aquel entonces INSSBI, rescataron en una operación semi-encubierta –tenían que irse a Panamá- los datos de decenas de miles de asegurados al caerse el equipo IBM del INSSBI. En los años después he realizados consultorías al INSS en el área informática varias veces, siempre vinculadas con el cambio de sistemas.
Pero siempre a la vez hubo en paralelo lo que se llaman evaluaciones actuarias, es decir cálculos hasta cuándo y bajo cuáles supuestos en cuanto a aportes y derechos adquiridos, presentes y futuros, el sistema pudiese mantenerse a flote, es decir pagar, usando los aportes y lo ahorrado, los servicios comprometidos, incluyendo a las pensiones. Ese tipo de cálculo y proyección no es mi especialidad, por tanto nunca estuve involucrado en forma directa, sin embargo he tenido más que una vez acceso a los resultados y tengo una formación en Matemáticas y Estadísticas lo suficiente para medio saber como interpretarlos. Les aseguro, es más fácil mal interpretar los resultados que entenderlos.
El sistema nicaragüense fue concebido como un sistema único e integral, cubriendo tanto los riesgos de enfermedad, accidentes, invalidez y maternidad como el pago de las pensiones de jubilación. Su concepto en cuanto de lo último era un concepto mixto –medio en base de ahorro, una menor parte en base de aportes estatales-, y en lo primero no solamente como un seguro sino a la vez como prestador de servicios.
Ese concepto ha venido erosionándose en etapas, sin que en cada momento hubiese habido una reforma de fondo del sistema, de un debate público ni hablar. La primera erosión masiva hubo, cuándo en la Nicaragua de los 80 se implementó el sistema único de salud, no solo por decisión del gobierno sino apoyado en dicha decisión por la Organización Mundial de la Salud y su regional la Organización Panamericana de Salud. En vista de la poca cobertura del sistema INSS y por tanto de la cobertura en salud, se decidió a pasar las clínicas del INSS al Ministerio de Salud, clínicas construidas usando el patrimonio del INSS, es decir de sus asegurados.
A partir de ese momento el INSSBI debía pagarle al MINSA un cuota por cada asegurado en concepto de servicios médicos para los asegurados, aporte con lo cual el propio MINSA tenía que financiar los servicios para todos, puesto que lo asignado por el presupuesto no daba ni para lejos. Adicionalmente se le encargó al INSSBI otros servicios, como la atención a niños abandonados y más luego la atención a las victimas de la guerra, es decir lisiados y deudos familiares. Otro traspaso similar se hizo con un sin número de propiedades, destacándose las colonias vacacionales-curativas en el Pacifico como El Velero. El estado se comprometió a reponer esos gastos y compensar esos traspasos, pero nunca lo hizo. Al final, por esa razón más el derrumbe global de la economía, el INSSBI se quedó sin ni un centavo de sus ahorros, derrumbándose por tanto el concepto de financiación de las pensiones de jubilación.
En consecuencia al nuevo cambio de sistema socio-económico del 1990 en adelante, se volvió a separar las funciones, creando el sistema de las clínicas previsionales para la atención en salud y pasando la atención a niños abandonados al Ministerio de Familia. Sin embargo se mantuvo las pensiones “de guerra” en el sistema, sin que el estado asumiera la reposición de estos fondos. El sistema de pensiones, en ausencia completa de ahorros, pasó al sistema de reparto, mejor dicho “coyol quebrado, coyol comido”, o sea se comenzó a pagar las pensiones exclusivamente de los ingresos del  INSS en ese momento.
Afortunadamente al inicio –y de cierta forma hasta estos días- hubo ingresos más que suficiente para pagar pensiones, hasta para ajustarlas y modificar el sistema de cálculo en favor de los jubilados como yo: si a mi se me pagará hoy tomando en cuenta el valor real de mi salario del 1985 al 1992, yo no recibiera ni el 15% de lo que estoy recibiendo. La razón: mucho mas personas aportaron cotizaciones que había pensiones que pagar a ya jubilados. Además afortunadamente para mi, pero muy mal para los afectados, se dejó a los que no alcanzaron ni los 750 semanas con nada, aunque la ley original les garantizó una pensión reducida proporcionalmente. Al final, hay una cantidad de personas que según registros del INSS tienen derecho a una pensión, pero por razones desconocidas nunca la solicitaron. Gracias a estas circunstancias, que le permitieron al INSS hasta acumular de nuevo reservas, hay y habrá plata para pagarme a mi y a miles de otros, ya jubilados o por jubilarse, hasta para el año 2022 o solo hasta el 2017, si por mala suerte todos los que tengan derecho soliciten su pensión. O sea algo tiene que hacerse antes de esa fecha.
No quiero meterme en esta columna a analizar las diferentes supuestas soluciones propuestas ni tampoco en detalle a las causas, porqué las aportaciones ya no bastan. No solo porque requería de muchas explicaciones técnico-matemáticas para entenderlas, para los cuales no da el espacio de una columna, sino que a mi humilde criterio esas soluciones –y por eso supuestas- evaden el mello del asunto, la pregunta ¿Qué clase de sociedad queremos para Nicaragua? ¿La selva o una sociedad cada día más humana?.
El criterio para medir el grado de humanidad de una sociedad es muy elemental, muy sencillo: ¿Qué trato se da a aquellos que aún no o ya no son capaces a alimentarse, a vivir solo por esfuerzo propio? Si en la selva la cría se sale del nido, ahí muere, igual si la hembra o en algunos especies la pareja no tiene para alimentarla. Hasta el león mas impresionante se muere, si cae enfermo o lisiado o ha envejecido. Ahora bien, en los tiempos pasados cuidar a los niños, a los enfermos y a los ancianos había sido asunto exclusivo de la familia y de sus capacidades, refiriéndose el término familia no solo a la pareja sino a toda la red familiar de abuelos, tíos, hermanos, primos y sobrinos etc.. 
Me consta que mi propia familia pequeña sin esa red de apoyo no hubiera sobrellevado más que una situación crítica. Sin embargo ese sistema dependía de tasas de fertilidad –niños por mujer- muy altas, o sea se construyó a la cuenta de la mujer, y implicaba que los miembros de la familia valoraran los nexos familiares encima de cualquier otro nexo, lo que choca directamente con criterios de eficiencia, capacidad y neutralidad en el trabajo. Dicho en forma drástica, ese sistema tradicional produce ineludiblemente nepotismo y corrupción, de una economía de baja eficiencia ni hablar, más inevitablemente convierte a la mujer exclusivamente en criadora del sostén para el futuro.
Por tanto, si no queremos volver al sistema estrictamente familiar, ni muchos menos a la selva, necesitamos un sistema de atención social precisamente a aquellos que aún no puedan ni deban trabajar –la niñez-, a los que temporalmente no puedan –los enfermos- y a los que ya no puedan trabajar –los inválidos y los ancianos-. Este sistema tendrá un costo –en los países de mayor desarrollo anda por el 30% del BIP hasta más-, Entonces la pregunta literal de fondo es ¿cuánto nos vale cuál nivel de humanidad?, donde los problemas del INSS, que actualmente involucra menos que un tercio de la población, son solamente una pequeña parte. 

2 comentarios:

Adolfo Jose dijo...

La sociedad Humana sin solidaridad equivale a la Ley de la Selva. Samuelson hizo el argumento que cito, frente a la acusacion de los neoliberales de la epoca, de que el sistema de seguridad social era un burdo esquema ponzi, en que los pobres jovenes tenian que mantener a los ociosos ancianos a cambio de nada. La respuesta de Samuelson: si, es un esquema piramidal, pero que, en base a la solidaridad intergeneracional, permite a los jubilados retirarse con un monto mayor al que hubiesen recibido bajo un esquema que hubiese equiparado aportes y beneficios, y permitira a los jovenes hacer lo mismo cuando se retiren. De hecho, la sociedad habia inventado este sistema de bienestar desde hace centurias: en efecto, se requiere n cantidad de hijos para sostener a los padres, y asi sucesivamente. Este sistema piramidal es viable en la medida en que el crecimiento economico - el crecimiento de la fuerza de trabajo y de la productividad- se traduzcan en un crecimiento de la masa salarial real tal que permita financiar el monto de las pensiones. ESto, a su vez, dado la tasa de aporte y el salario promedio, supone una relacion determinada entre el numero de cotizantes y jel de ubilados.

El problema de la seguridad social en Nicaragua, es que la base de cotizantes es muy reducida, y su crecimiento, y el de los salarios reales, no aseguraria la viabilidad de este sitema solidario. POr otra parte, debido a las caracteristicas estructurales del mercado laboral nicaraguense, un esquema de proteccion basado estrictamente en pensiones contributivas dejaria sin pension a decenas de miles de adultos mayores.

La solucion parece consistir en expandir al maximo posible la cobertura del actual sistema, y transformar el stilo de crecimiento, para que la economia genere cad vez mas, predominantemente, empleos de mayor calidad y mejor remunerados. Por otra parte, habra que complementar este esquema con uno de pensiones no contributivas.

Cornelio.Hopmann at Gmail.com dijo...

Adolfo, ni Alfried Krupp -el fabricante de acero, pero más importante de armas- ni Bismarck inventaron el Seguro Social por compasión. El primero, que además de un seguro básico completo hizo construir asentamientos para sus obreros- lo vio como una acción necesaria para elevar los niveles de productividad de sus empresas gracias a que sus obreros no andaban con otras preocupaciones ni crearon familias super-grandes.
El segundo -generalizando las experiencias del primero- lo usó a la vez para quitarle empuje a los sindicatos -que igual como en los EE.UU. habían comenzado a crear sus propios fondos/seguros solidarios- y al partido socialdemócrata.