Al colapsar en definitivo el Poder Judicial de Nicaragua con la susodicha re-incorporación de los magistrados liberales, habrá un costo económico previsible, que se va a manifestar poco a poco en este y los próximos años, donde hay que tener presente que no solamente la Corte Suprema resultó afectada. Fuera del país se tomó nota, que cerca al 70% de los jueces de primer instancia y de los magistrados de los Tribunales de Apelación siguen ciegamente las orientaciones partidarias.
El punto es: sin Poder Judicial confiable, pierden valor también todos los otros documentos legales emitidos por abogados, notarios y registros, hasta los contratos entre particulares, dado que no hay instancia nacional confiable por medio de la cual se los pueda hacer valer, es decir imponer por fallo judicial su cumplimiento. Ya antes los certificados emitidos por catastro o el registro tenían un valor dudoso, puesto que ni en 20 años Nicaragua ha sido capaz a sanear al menos técnicamente el registro y el catastro. Ahora se sabe que sin Carta de No-Objeción emitida por el Procurador de la República no valen ni en papel sellado.
La ausencia de un Poder Judicial medio confiable no imposibilita el comercio exterior y la inversión externa por completo, sino que hasta resultan atractivos para la hampa internacional. Ellos tienen sus propios métodos para hacer valer lo que piensa como sus derechos. Hay hasta estados fallidos -como Somalia- donde no obstante se instaló Telefonía Móvil con alta penetración, pues antes de salir a la calle para correr el riesgo de ser asesinadas, las personas pagan 2 dólares y más por el minuto haciendo llamadas. Los piratas somalí también tienen acceso a lo último en comunicaciones.
En el caso de Nicaragua las consecuencias van a ser menos visibles: si yo soy empresa exportadora a Nicaragua, solo voy a exportar a Nicaragua contra factura cancelada de antemano, pues una vez mi mercancía en manos del comprador no hay instrumento confiable para obligarlo a pagar; si soy empresa importadora no voy a pagar nada de adelantado, a no ser que la mercancía ya esté en mi bodega, pues no habrá forma como recuperar lo adelantado. Mucho menos voy a invertir o prestar contra seguridades colaterales solamente en Nicaragua. No hay en quién confiar para la ejecución de dichas seguridades, si hasta los certificados del registro no valen.
Las contrapartes externas ofrecerán como única alternativa, que la parte interesada nicaragüense aporte garantías fuera de Nicaragua y que ella de antemano se someta sin reservas a la jurisdicción externa. Habrá, como siempre, bancos u otras entidades financieras dispuestas a ayudar, poniendo ellos esas garantías, a lo mejor contando con una sucursal acreditada y autorizada en el exterior para ese tipo de operaciones, pero obviamente no de gratis.
El aumento de las reservas internacionales del BCN más allá de lo acordado inicialmente con el FMI así como la inversión incrementada en documentos externos de la banca privada -letras de tesoro de los EU son una garantía de primera clase- quizás ya son los primeros señales subliminales de que el clima del comercio exterior se está empeorando de fondo.
Ningún gobierno por el momento le va a reclamar nada a Nicaragua. Con las medidas mencionadas de seguridad comercial prudencial quedarán resguardados los intereses de sus propias empresas; mas aún el costo adicional de las mismas corre única- y exclusivamente a cuenta de Nicaragua, la que tampoco por el minúsculo tamaño de su economía constituye un mercado de mucha importancia.
Lo que sí llama la atención es el silencio casi absoluto de la empresa nicaragüense de peso, pues el colapso del Poder judicial no trata solamente de política. El estado de derecho fallecido los afectará primero a ellos mismos, a no ser que -como los bancos- hasta apuesten a esas nuevas oportunidades de hacer negocios o como importadores y exportadores nacionales asuman que puedan pasar los costos adicionales fácilmente a sus clientes internos. Quizás por esa razón hay ahora tanta prisa en regular legalmente el factoraje y la factura cambiaria.
Consta sin embargo, en los ranking de competitividad del Foro Económico Mundial que la confiabilidad como contraparte comercial es uno de los criterios de mayor impacto para países pequeños con economías pequeñas como Nicaragua, donde le faltan a Nicaragua solamente pocos peldaños más que bajar para llegar al sótano absoluto, o sea a la par con Haití, Costa de Marfil, Liberia o Somalia para mencionar algunos que ya nos esperan ahí.
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