En las dos entregas anteriores he intentado a explicar por qué el INSS –respectivamente más general un sistema público de pensiones- ni puede ni debe funcionar como una Caja de Ahorros, no obstante que el principio del Tratado tácito inter-generacional –yo pago hoy las pensiones de los jubilados de hoy en la expectativa que la próxima generación haga lo mismo conmigo- ya lleva al INSS –dejado solo- al borde de la quiebra precisamente por el loable afán de garantizarle a cada adulto mayor condiciones mínimas para una vida digna .
En esta entrega vamos a estudiar un fenómeno ineludible y ya inevitable –la Transición demográfica-, la que en pocos años cambiará en forma drástica y dramática los supuestos globales para el funcionamiento del INSS -o cualesquiera otro sistema o mecanismo para procurarles una vida digna a los adultos mayores-, cambio tan drástico que en retrospectiva la relativa bonanza del INSS entre 2002 –cambio de la tasa de cotización- y el 2008 –inicio de la divergencia entre pensión mínima y salario promedio- nos parecerá como la retira del mar antes que vuelva como Tsunami.
La base del análisis es la siguiente gráfica, que a la vez resulta de las proyecciones de la CEPAL -Comisión Económica [de las Naciones Unidas] para América Latina y el Caribe- que a la vez procesa y proyecta los datos proporcionados por las entidades nicaragüenses de estadísticas, INIDE –Instituto Nacional de Información de Desarrollo- y sus precursores.
Visto desde la escala izquierda, se observa que durante las primeras décadas, el grupo de menores de 15 años y el grupo entre 15 a 59 años forman el grueso de la población, mientras el grupo de los apenas llega al 6% de la población en el 2005. el grupo 15-59 es el grupo que en teoría sostiene a los otros dos, sea a hijas e hijos, sea a padres ya ancianos.
Ya en 1985 se inicia el dramático descenso del grupo de menores del 47% en este momento hasta llegar a solo el 17% en 2055, o sea hay cada vez menos hijas e hijos en las familias. Por el otro comienza un ascenso temporal del grupo 15-59, iniciándose en un 49%, llegando en el 2035 a un tope en un 64% para bajar de nuevo terminando en 2055 en un 59%. Este auge ha creado en las familias una percibida mejora económica relativa, hay menos niños que atender y hay más que contribuyen al presupuesto familiar, digo percibida, porque otras estadísticas muestran claramente que el ingreso por familiar trabajando se ha mantenido estático hasta ha bajado.
El tercer grupo de los mayor que 60 –o adultos mayores- inicia su ascenso hasta en el 2005, comenzando en un 6% para llegar en una curva cada vez más ascendiente hasta un 24% en el 2055.
Ya hemos discutido los primeros efectos de este ascenso en la 2ª entrega, pero al verdadero impacto lo desvela la escala al izquierdo, que muestra la cantidad de adultos potencialmente activos por cada adulto mayor.
Durante el primer medio siglo de existencia del INSS, esa cifra ha variado poco: en 1955 hubo 11.8 activos por cada adulto mayor, en el 2010 9.6. Pero de este año en adelante comienza una caída rápida, para llegar –si se mantiene vigente las definiciones actuales- a solo 2.4 activos por cada adulto mayor en el 2055.
Dicho de otra forma, el Tsunami de los adultos mayores está por ahogar a los económicamente activos, siempre y cuando no se tome en cuenta que estos últimos a la vez tendrían que procurar por cada vez menos menores, dado que al inicio del periodo en 1955 hubo 1 adulto activo por cada dependiente –niño o anciano- y al final en el 2055 habrá 1.4 adulto activo por cada dependiente.
Sin embargo éste cambio en la estructura de la dependencia social debe llevar a cambios correspondientes en las estructuras de atención, si se quiere evitar escenarios dantescos de centenares de miles de adultos mayores –los que hoy tienen solo 28 años o algo más- deambulando por calles y comarcas en búsqueda de techo, comida y por ende al menos un lugar donde morir dignamente y no como animal.
El cambio en la demografía anda mano a mano con un cambio igualmente irreversible en las estructuras familiares.
- En la generación de mis suegros –respectivamente en la generación de mis bisabuelos- existía aún la familia numerosa, con 6 a 10 hasta más hijas e hijos. Pero esta familia no era una unidad aislada –padres y hijos- sino insertada dentro de un enjambre local de primas y primos, cuñadas y cuñados, tías y tíos, sobrinas y sobrinos, donde todos vivían mas o menos cerca y todos hacían para vivir cosas mas o menos similares. El enjambre funcionaba por tanto como una red familiar local de protección social, compartiendo recursos y necesidades emergentes.
- En la generación de mi señora, los que tenga hoy 50 años o más, .-respectivamente en la generación de mis abuelos- las estructuras ya cambiaron. Mejores niveles de educación llevaron a mayores niveles de especialización en formación y trabajo, los que a la vez se combinaron con migración interna y en menor grado externa. La familia deja de funcionar como unidad económica entre padres y hijos mayores, mas aún cuando su cantidad se reduzca a 4 o menos. Ya no se vive cerca ni mucho menos se hace lo mismo, por tanto el enjambre familiar deja de funcionar como red natural de seguridad social, aunque sigue aún vivo e imprescindible para sobrevivir en casos de emergencia o necesidad. Es así que mis 6 cuñadas y cuñados les atendieron a mis suegros en sus últimos años, mientras mis padres, estando lejos de sus hijos, vivieron en su apartamento respectivamente casa, contando con ayudas procuradas por el Seguro Social alemán.
- En la próxima generación, los que tengan hoy entre 25 a 50 años, –respectivamente la generación de mis padres-, ya se estableció la familia como unidad entre algunos mayores de edad .-los padres- y menores de edad o dependientes aún por las fases extendidas de formación profesional. La cantidad de hijos se reduce a 2, raras veces 3, a veces ya ninguno. Esta familia ya solo depende de los ingresos de sus mayores y la red familiar de antes interviene solamente en situaciones de extrema emergencia, no atendidas por otros sistemas colectivos, públicos o privados, de seguridad social.
En el caso de Nicaragua se da una particularidad adicional: la emigración masiva fuera del país que sustituye la asistencia directa anterior a padres u otros parientes cercanos por remesas. Hasta la familia núcleo se desintegra geográficamente, trabajando una pareja afuera mientras la otra se queda cuidando a los hijos. Se da además el fenómeno de abuelos que hacen de padres, es decir cuidando a los nietos como si fueron hijos, mientras los padres trabajan en el exterior manteniendo tanto a abuelos como nietos –sus padres y sus hijos- por medio de remesas. - Cabe señalar que la emigración complica las perspectivas para los sistemas públicos de Seguridad Social nicaragüenses. Por un lado los emigrantes no aportan a ellos, sin embargo ellos tienen que encargarse de los adultos mayores de la generación anterior mas a la pareja respectivamente los hijos en el caso de un núcleo partido. Por el otro podría darse un reflujo masivo de emigrantes llegados a la edad de jubilación, en el caso óptimo porque puedan vivir mejor acá gozando de una pensión de allá pero en el caso peor -en particular de aquellos emigrantes que no lograron a tiempo o no lograron de todo a afiliarse a los sistemas públicos de Seguridad Social en los países receptores- con fondos insuficientes para sobrevivir aún acá.
Resumen:
- El Tsunami Transición Demográfica afectará –y ya comenzó a afectar- de fondo los supuestos conceptuales mismos del INSS.
- Pretendiendo a resolver estas afectaciones solo a nivel de reformas paramétricas –esto son cambios en tasas, en cuotas, en requerimientos para la jubilación, en el cálculo de las pensiones- es una piadosa ilusión en el mejor de los casos, más probable un cínico intento de vil y cruel engaño, que reventará antes del 2020.
- Ni quiera hay forma de atender el problema solo manteniéndose dentro de los mecanismos acostumbrados del INSS, sino que se deba tomar en cuenta la suerte fatal segura para todos aquellos que no cumplan las condiciones –viejas o reformadas- para recibir una pensión mínima suficiente para una vejez digna; hoy por hoy el 80% de los adultos mayores, a los que aún se les resuelvan a media los remanentes de las redes familiares, los que en el 2055 en definitivo no habrá.
- Carga esta funciona de asistencia social propia- y constitucionalmente del estado –tal como ya se hace con la pensión regular mínima garantizada y se pretende a hacer con la pensión mínima reducida- o lleva a la quiebra del INSS –incapacidad de pago para pensiones regulares- ya antes del 2020 o –si se quiere compensarlo por un incremento a las tasas de cotización por los activos- equivale a una vil estafa, puesto que se comería el incremento ya necesario para cumplirles en su jubilación a los que se ahora se quiere aparentemente exprimir con este aumento de compensación.