miércoles, 29 de agosto de 2012

Cornelio: El desastre llamado educación

Nota del Editor: publicado en La Prensa ya en 2004 (!) hace 8 años.

Según datos oficiales proporcionados por el Ministerio de Educación, en el año 2001 sólo el 29 por ciento de niñas, niños y adolescentes logró graduarse en la educación primaria, y menos que el 20 por ciento logró terminar exitosamente el ciclo básico.
Aunque estas cifras hayan mejorado un poco, dos tercios de los jóvenes siguen saliendo del sistema de educación como analfabetas funcionales, es decir saben deletrear y recitar, pero no interpretar y redactar. Saben sumar y restar pero no calcular, pues para ello se requiere como mínimo el sexto grado. Menos del 20 por ciento estará apto para algún trabajo más allá de manualidades simples, es decir el 80 por ciento ni quiera podrá trabajar en fábricas de zona franca con productos de cierta sofisticación.
No hay país en el mundo, que haya salido de la miseria con semejantes niveles catastróficos de educación. Siempre el despegue económico comenzó hasta décadas después de alcanzar el grado “educación básica de nueve años” para casi todos. Con los resultados alcanzados hasta hoy en educación, Nicaragua está condenada a ser país paupérrimo al menos hasta el año 2013. Será así, aún suponiendo se alcancen los objetivos del milenio programados para el 2015 con metas en educación, las que Suecia, Finlandia y Noruega alcanzaron a finales del siglo XVIII, Alemania, Austria y Gran Bretaña a medianos del XIX y la vecina Costa Rica a medianos del XX.
¿Cuáles son las causas de semejante desastre? En el año 1993 el Banco Mundial comenzó un estudio sobre factores de éxito para sistemas educativos en 158 países, actualizándose este estudio cada dos o tres años. Según estos estudios por un 64 por ciento los resultados de la educación dependen de la relación entre salario de los maestros y los ingresos promedios per cápita, no su valor absoluto: lo mejor que se paga a los maestros de primaria y secundaria en relación con otras ocupaciones, lo mejor los resultados, y a la inversa: un país que paga relativamente peor al maestro que a otros oficios, obtiene peores resultados. Otros factores como alumnos por clase, didáctica, metodología y planes de estudio, organización escolar, etc. no llegan ni a 20 puntos de impacto, menos que un tercio comparado con el factor salarial. Nicaragua no es ni será la excepción entre 158 países.
Sin embargo en Nicaragua una supervisora calificada de la zona franca, muchas de ellas normalistas, gana en una semana lo que se le paga a un maestro de primaria en un mes. Igualmente un maestro de obra en la construcción supera los ingresos de un maestro de la secundaria. Tendrían que cuadruplicarse los salarios actuales antes de llegar a la marca crítica establecida por los estudios anteriores. Caben tres preguntas:
¿Qué Nicaragua queremos para nuestros hijos y nietos? Con la inversión actual en educación, en 40 años estaremos como hoy: miserable.
¿Cuáles son las prioridades como país? Sólo el incremento asignado a las universidades del CNU por el presupuesto 2005 sobrepasa lo asignado al incremento salarial para los maestros de educación pública. Y sigue el absurdo: la escuelita primaria en Quilalí tiene que pedir a los padres de familia para pagar las facturas de energía y agua, mientras el rector de la UNA y presidente del CNU exige el pago de estas facturas por el gobierno como extra al seis por ciento.
¿Cuál es el aporte directo y tangible de todo el sistema universitario, público y privado, al sistema de educación pública? ¿No sería conveniente, establecer un año de servicio social en la educación como un requisito para la graduación? Así es en varios países de América Latina para todos los futuros profesionales. Esa es la indispensable prueba previa de graduación como patriotas.

martes, 28 de agosto de 2012

Cornelio: Nicaragua, país que no aprende

Nota del Editor:publicado ya en 2007 en La Prensa.

En estos días, desafortunadamente comienzan de nuevo a prevalecer en los medios comentarios como si el problema de la educación pública fuera en primer instancia un problema social o un problema entre maestros luchando para obtener un mejor salario y un ministro y su gobierno, quienes no quieren o, como aducen, no pueden cumplir sus promesas, al menos no ahora. Se sigue ignorando un simple hecho: Nicaragua no tiene sistemas miserables de educación por ser un país pobre, sino que Nicaragua es en muchos aspectos —no solamente económicos— un país miserable por tener pobres sistemas de educación.

Con la excepción tal vez de los emiratos petroleros no hay ningún país en el mundo, en lo cual se hubiese mejorado primero la economía para mejorar después la educación. Desde Suecia, Finlandia e Irlanda hasta Corea, Singapur y Taiwán, siempre hubo primero un sistemático esfuerzo conjunto de las respectivas naciones enteras para mejorar sus sistemas de educación y hasta después, a veces 2 hasta 3 generaciones después, este esfuerzo se tradujo en mejoras económicas.

Estos países en el momento de iniciar su respectiva "revolución educativa" tenían ingresos por cápita por debajo de la Nicaragua de la misma época, igual como Costa Rica los tuvo por debajo de Nicaragua en los años 50 del siglo recién pasado al iniciar la suya. Todos tomaron en su momento la decisión de desarrollar su recurso más valioso: sus hombres y mujeres, mientras en Nicaragua a lo largo de su historia como país independiente siempre hubo otras prioridades, de tal forma que tanto ellos como Nicaragua están donde están y cómo están, por responsabilidad propia. Cabe señalar que los próximos candidatos para dejar a Nicaragua detrás en quizás una, quizás dos generaciones son países africanos como Kenia, Tanzania, Ruanda o Nigeria. En América Latina ya nadie, salvo Haití, compite con Nicaragua por el último lugar.

¿Cuál es el trasfondo sociocultural de semejante desprecio por la generalización masiva de la educación? ¿Cómo es posible que Nicaragua descarte fríamente al 70 por ciento de su potencial humano, mientras países en la cima como Alemania, Francia, Gran Bretaña o EE.UU. se preocupen cada día más como aprovecharse hasta del último del suyo?

Se sabe que la religión predominante influye, puesto que para judíos, protestantes hasta musulmanes leer y escribir antes de cumplir los 14 años es parte esencial de la práctica religiosa, no así para la fe católica o la fe ortodoxa. En la tradición confuciana, educación es la herencia mas importante facilitada por los padres a sus hijos. Influye también una economía basada en agricultura de baja sofisticación y extenso uso de mano de obra de baja calificación en labores simples. Así es la agricultura de Nicaragua, que trabaja hoy con tazas de rendimiento bastante similares a las de hace 100 años hasta más.

Yo encuentro un factor sociocultural adicional y determinante: El nicaragüense piensa que ya un título como tal da derecho a mejores ingresos, como dice el nombre "Licenciado". Se obtiene el derecho al título por la persistencia invertida en obtenerlo, no por la calidad de los resultados académicos. Por la educación formal se adquiere derechos para ocupar posiciones, no capacidades para competir por ellas en el mercado laboral. Los ingresos a su vez corresponden a las posiciones, no a salarios definidos por el mercado. Como botones de muestra: las leyes de colegiación profesional, la ley propuesta para definir los salarios del sector público, tomando como parámetro determinante salarios políticos, y por ende los pronunciamientos de magistrados de la Corte Suprema y del Consejo Supremo Electoral. Es el mundo reaccionario del pensamiento feudalista, no la lógica de una economía competitiva del mercado, aun cuando trate camuflarse como anti-neoliberal. En este pensamiento generalizar la educación equivale a ceder merecidos derechos y por tanto se percibe como acto de beneficencia o, cuando mucho, de justicia social y no como inversión en la competitividad como país.

Me permito observar que un país cuyas elites educadas en su mayoría prefieren seguir viviendo espiritualmente en el siglo XVIII, Internet y celulares no obstante, no tiene remedio ni hay cooperación externa, sea la fuente que fuera, que lo pueda salvar. Es un problema de nación, que está en juego, y no una medición de fuerzas entre magisterio y otro gobierno.

lunes, 27 de agosto de 2012

Cornelio: ¿Cuál Nicaragua queremos?

Nota del Editor: publicado ya en 2007 por La Primerísima y el Nuevo Diario

"No se nace francés, si no se hace francés en la escuela", escribió hace más que medio siglo el escritor conservador francés Andrés Malraux como Ministro de Cultura del Presidente Charles de Gaulle, resumiendo en esta frase casi un siglo de tradición educativa francesa.
En este sentido la Nicaragua, que tenemos hoy y la Nicaragua, que tendrán nuestros hijos y nietos mañana, es y será en gran medida resultado de la escuela nicaragüense.
Pero parece que, igual como Nicaragua no supo aprovecharse de la abundancia en recursos naturales como bosques y agua, mas bien se apresuró en el afán obtener ganancias rápidas en despilfarrarlos hasta destruirlos, en la misma manera Nicaragua está despilfarrando su recurso más valioso, sus jóvenes. Y cómo hoy los recursos naturales ya escasean, dentro de menos que una generación se hará escaso este otro recurso también..
Hay ya la caída dramática de tasa de fecundidad por mujer, de tal forma que la cantidad de jóvenes menor de 15 años y mayor de 3 años, ya no crece, sino se reduce cada año en un 0.18 por ciento como promedio.
Si la tendencia sigue igual, en el próximo censo poblacional del 2015, Nicaragua tendrá una tasa menor que 2.1 hijos en promedio por mujer, es decir entrará al mismo proceso de envejecimiento acelerado y reducción poblacional al mismo tiempo, que se inicio en países como Alemania y Japón hace medio siglo ya, para expandirse rápidamente hasta a países católicos como España o Italia.
Estos países, como otros, se enfrentan a este proceso demográfico mejorando sistemáticamente sus sistemas de educación, para hacer sus economías más productivas, en vista que en un futuro cercano menos personas económicamente activas tendrán que alimentar y mantener de una forma u otra a una creciente población jubilada.
Mientras, en Nicaragua siguen comentarios bizantinos de editorialistas que le echan la culpa de la aparente sobre-población en las aulas a los proletarios con demasiados hijos, como si se viviera aún en el siglo XIX.
En contraste, Costa Rica lanza un programa audaz de expandir la educación secundaria, incluidos los hijos de los emigrantes ilegales nicaragüenses, quienes, así visto, con razón emigran en millares al país vecino.
Nicaragua tendrá una pequeña ventana de oportunidad de quizás unos 10 a 15 años, en la cual la cantidad de hijos dependientes se está reduciendo, la cantidad de personas en la edad a trabajar esta aún creciendo, mientras aún no habrá la avalancha de personas de tercera edad a sostener.
Si se aprovecha esta ventana, capacitando en forma organizada al millón de jóvenes entre 15 y 25 años para subsanar lo que les faltó en educación, y echándolo todo a mejorar la educación pública para que el próximo millón salga mejor, entonces Nicaragua tendrá aún un chancecito de ser en el año 2050 un país donde se podrá vivir.
Si se pierde está oportunidad única, la Nicaragua del 2050 será una país desértico de ancianos miserables, sin la más mínima posibilidad de remediarlo en algún momento.
Es la pregunta de "ser o no ser" como país, lo que está en juego en este quinquenio, no si el Ministro de Castilla tiene malos modales, o si por falta de atención debida durante décadas ha habido escuelas sin condiciones apropiadas, algo remediable a corto plazo si hay una voluntad como nación, poniendo las prioridades apropiadas

sábado, 4 de agosto de 2012

Cornelio: "El triángulo de las Bermudas" o ¿por qué tanta ayuda al fin no ayudó?

Nota del Editor: eso es otro texto muy viejo de hace más que 12 años.

FUENTE: CONFIDENCIAL, SEMANARIO DE INFORMACION Y ANALISIS • AÑO 4 • No. 185 / Del 26 de marzo al 1 de abril de 2000
http://www.confidencial.com.ni/archivo/2000-185/html/body_de_portada1.html

Revisando los cuadros del Banco Central sobre la deuda externa de Nicaragua y su  desarrollo en los últimos nueve años, es fácil concluir que Nicaragua recibió en este período 6,000,000,000 US$ (seis mil millones de dólares) de créditos nuevos, más o menos la misma cantidad que seguimos adeudando formalmente.

Aplicando la relación 50:50 —relación promedio entre créditos y donaciones según el saliente Secretario de Cooperación Externa—, se puede inferir que hubo entre 4,000,000,000 a 6,000,000,000 US$ (cuatro mil a seis mil millones de dólares) adicionales recibidos en el mismo período en concepto de donación.

En suma, Nicaragua muy probablemente recibió de 10,000,000,000 a 12,000,000,000 US$ (diez mil a doce mil millones de dólares) nuevos entre 1990 y 1999, la misma suma que —según expertos— ya se recibió entre 1979 y 1990. Ambas sumas o su equivalente en bienes y servicios, a juzgar por los efectos visibles, desaparecieron en un "Triángulo de las Bermudas", sin dejar muchos rastros, salvo deuda externa eterna por un lado y miseria eterna por el otro.

Muchos tienen explicaciones contundentes sobre este "Triángulo", como el despilfarro metódico y la "piñata" después de los sandinistas y/o la corrupción rampante y al parecer omnipresente de ahora. Yo tuve la oportunidad de participar en este proceso de transferencia de fondos en todos los papeles posibles, primero como representante de un organismo donante, después como parte de una institución nicaragüense receptora, y, al final, como consultor independiente, contratado por uno u otro lado, y hasta por ambos al mismo tiempo.

Por mi experiencia, temo que hay mecanismos podridos más de fondo, donde las explicaciones acostumbradas solamente describen los síntomas, pero no la enfermedad, tal como un termómetro indica fiebre sin explicar la causa.

 

La carrera perversa o ¿quién es el más miserable?

Cuando en el mundo de las empresas se buscan fuentes de financiamiento, uno procura presentar las perspectivas rentables de la inversión propuesta. Para darle validez y soporte a la presentación, se incluyen inversiones exitosas anteriores con sus resultados palpables.

Sin embargo, cuando se trata de obtener una porción de los fondos de cooperación externa, de repente la lógica se invierte: el proponente procura presentar a su clientela a los posibles donantes, como la más necesitada de todos, con las menores oportunidades para un desarrollo exitoso, propio y autóctono, y, precisamente por estas condiciones, con la mayor necesidad de recibir ayuda. Es obvio que esta propuesta tiene como base el fracaso.

Para que no se me entienda mal, no me opongo a que se pida caridad para con los niños quemados, ni que se dé —bajo el mismo concepto— cobija y comida a los enfermos, inválidos o discapacitados.

Pero hemos llegado a tal extremo, que se incluye en el presupuesto nacional aquellos proyectos de menor importancia, que parecen como no elegibles para los donantes —por ejemplo, el 6% para las universidades subsidiadas, las carreteras de Tola, Rivas y Masaya, la pista suburbana, etc—, y que se presente al inverso las necesidades reales y supuestamente más importantes —educación básica, desarrollo rural y vías de acceso a regiones remotas, etc.— como proyectos de ayuda a la comunidad donante.

Es decir, estamos trabajando con la lógica inversa: ¿quién es el más miserable? La base del actuar público, y no solamente esto, sino que canalizar ayuda externa, participar en la ejecución de proyectos y por fin ser beneficiado, se han hecho las actividades más rentables del país.

Aun con toda la familia trabajando de sol a sol, un peón no tiene chance ni perspectiva de obtener una casa digna jamás, pero sí cuando le cae la gracia de una desgracia como el Mitch. ¿Cuántos profesionales han obtenido su tarjeta de crédito y su carro, poniendo como respaldo un contrato de consultoría o su puesto en una ONG? ¿Cuántos funcionarios públicos, desde el Secretario Técnico de la Presidencia hacia abajo, reciben su salario o el complemento del mismo por medio de un proyecto de cooperación externa? ¿Y la empresa privada? ¿Acaso no es cierto que los paquetes más grandes de ventas de equipos los MERINCO, Terán y otros se los deben a la cooperación externa?

Admito que elegimos esta carrera perversa. Pero sostengo que si no salimos de esta carrera hacia el abismo, implementando un sistema coherente y consistente de prioridades nacionales para el sector público y para el sector privado, no vamos a salir nunca para ningún lugar mejor.

 

La atomización de la Administración Pública o ¿quién manda?

Cuando se visita en estos meses cualquier ministerio o alcaldía, hay muchas puertas rotuladas, que llaman la atención: ahí está ubicado el proyecto GTZ-XXX, allá el proyecto BM-YYY, y en la próxima puerta se ve el proyecto BID-ZZZ, y en el otro corredor se encuentran las oficinas del Proyecto Dinamarca y del PNUD.

Sin violar secretos profesionales de consultor, puedo afirmar que hay ministerios e instituciones enteras, donde el espacio y el personal de las Unidades Técnicas de Implementación (UTI) de los proyectos ocupan más que 2/3 del espacio disponible y más del 50% del personal trabaja en ellos.

Un funcionario de primera línea me comentó que él se sentía más como director de un albergue para proyectos externos que como jefe de una parte importante de la Administración Pública del país. De hecho, desde de la Presidencia de la República hasta las alcaldías, quienes están a cargo de la ejecución de los proyectos no son las autoridades señaladas por la Constitución y la ley, mucho menos la Administración Pública ordinaria, sino un enjambre de secretarías, fondos, UTI y oficinas de proyectos.

El problema tiene varios orígenes: por un lado, la compactación superficial de la Administración Pública impuesta por el ESAF, que más bien ha provocado la transferencia de responsabilidades fuera del control por los órganos competentes, puesto que no se pueden manejar miles de millones de dólares sin personal calificado. El eufemismo para tapar esta contradicción se llama Programas de Fortalecimiento Institucional, una hipocresía, tomando en cuenta que las mismas instituciones se están debilitando primero por la aplicación esquemática del ESAF.

Por el otro lado, está la desconfianza de los donantes en la eficiencia, eficacia, y, por ende, honestidad de la Administración Pública nicaragüense ordinaria. Cada agencia externa de cooperación se fija —naturalmente— más en el cumplimento a corto plazo de las metas de su proyecto, que en los objetivos estratégicos de la nación nicaragüense a largo plazo —¿cómo puede ser de otra manera, si no son nicaragüenses ni tienen hijos nicaragüenses?—. Las oficinas y su personal nacional y extranjero aparecen y desaparecen con el ritmo de los proyectos.

Pero de nuevo prevalece la lógica inversa: un puesto en un proyecto supuestamente por tiempo limitado es más estable que un lugar en la planilla ordinaria, porque en los proyectos los donantes impiden el cambio "a la nicaragüense" del personal, por favores familiares o razones políticas.

Sin embargo, los efectos para la estabilidad e institucionalidad del país en el largo plazo son fatales: por mera lógica de hecho, las reglas de administración, evaluación y rendición de cuentas las dictan los donantes, no el país. Por tanto, estas tantas oficinas no son sujetas ni a ley ni a reglamento nicaragüense, ni tampoco al control público por la Asamblea Nacional o Concejos, mucho menos por la Controlaría de la República. Actúan como pequeñas islas extraterritoriales, pero metidas en la Administración Pública nicaragüense, atomizando la misma.

Por ejemplo, hay un municipio muy afectado por el huracán Mitch, cuya alcaldía cuenta —Concejo incluido— con diez personas, pero hay 18 organismos donantes, y cada uno insiste en tener su oficina de proyectos. Para ser consecuente con tal planteamiento, el Concejo debería sustituirse por un Concejo de los donantes, puesto que ellos de cualquier forma manejan 500 veces la cantidad de fondos disponibles a la Alcaldía como tal.

Para que no se me entienda mal de nuevo: pienso que la eficiencia, eficacia, y hasta la honestidad de la Administración Pública dejan mucho que desear. Pero pienso igual que en lugar de permitir el atajo rápido de una oficina ejecutora para cada proyecto y cada donante, deberíamos insistir en el fortalecimiento y la estabilidad de la Administración Pública ordinaria como tal, poniendo en el lado nicaragüense, con la mayor brevedad, el marco legal y reglamentario apropiado.

 

Cooperación externa y transparencia

Parte del manejo transparente, es el manejo transparente de la ejecución de un proyecto. Para este propósito Nicaragua está haciendo muchos esfuerzos para perfeccionar sus leyes y sistemas de control. Falta mucho todavía pero —sorpresa, sorpresa, muchos de los proyectos de cooperación, y no solamente aquellos realizados en base de donaciones sino también los impulsados en base de créditos— se quedan hasta legalmente fuera de los mecanismos nacionales de control y supervisión.

Por ejemplo, por la misma Ley de Contrataciones del Estado, proyectos de donantes, pero también de los organismos multilaterales de créditos —como Banco Mundial y BID— no están obligados a aplicar los procedimientos de esta ley.

La Contraloría los ve —cuando mucho— de lejos y casi siempre sus sistemas de control financiero no compaginan con los sistemas nacionales, sea el SIGFA al nivel del gobierno central, sean las leyes y reglamentaciones para los presupuestos municipales. Vale la pena mencionar que un documento oficial del Banco Mundial califica el enlace a la contabilidad  nacional como deseable, pero no como crítico ni indispensable.

Vale la advertencia que una transparencia limitada —solamente para donantes y agencias de financiamiento— no dará ninguna garantía que los fondos se usen verdaderamente en beneficio a largo plazo del país Nicaragua, puesto que ni unos ni otros son nicaragüenses.

Por tanto, la sugerencia: ¿No será conveniente hacer la transparencia para Nicaragua y para los nicaragüenses tema de conversación en la próxima reunión del Grupo Consultivo, exigiendo como mínimo el estricto apego a las leyes nacionales en la ejecución e integración plena de las unidades semi-autónomas a la administración pública ordinaria?

 

Un trío infernal o ¿quién controla a quién?

El micromundo de la oficina de proyectos de Cooperación Externa se presta a procedimientos que se acercan a la corrupción institucionalizada. Como es un tema muy delicado y sensitivo quiero dejar claro desde el inicio que —salvo en unos pocos casos— no hablo de corrupción personal, es decir, del aprovechamiento y uso personal indebido de fondos, sino de una dinámica de relaciones entre los actores, por cuyos efectos colaterales el éxito y ascenso personal se desvinculan de los resultados reales del proyecto. Es decir, una dinámica comparable en lo grande a la dinámica mortal de las sociedades del socialismo real fenecido.

Voy a personificar esta dinámica por medio de tres personajes: el Task-Manager del organismo donante, la contraparte nacional y el consultor o ejecutor del proyecto. Este trío infernal —sin culpa, como vamos a ver— lo constituyen personas ficticias, y corresponden en realidad a varias personas, pero sus características se basan en experiencias mías en más de un caso real.

El Task-Manager es la persona encargada por el organismo donante de canalizar la ejecución del proyecto, una vez suscritos los acuerdos o convenios políticos en niveles superiores. Son ejecutivos jóvenes, en sus 30, para quienes esta función es la segunda etapa de una carrera en su respectivo organismo.

Su evaluación —y por tanto ascenso— depende de la evaluación de la ejecución, no del proyecto como tal, es decir, si hubo flujo de fondos tal como fue programado en el convenio y si se cumplió con los elementos del programa del proyecto en forma y fecha. El funcionario normalmente será cambiado a otro país, una vez terminado el proyecto.

La contraparte actúa como coordinador nacional del proyecto. Por lo general, no es parte del personal ordinario de la institución ejecutora, sino contratado específicamente para este proyecto. De pro forma, su contratación es asunto nacional, pero requiere del visto bueno del Task-Manager —también para extensiones del contrato— y su salario sale del mismo proyecto. Hay que señalar que los salarios de la contraparte superan con creces lo que se paga en el servicio público ordinario, aunque no son tan altos como en el sector privado y quedan a años de luz del Task-Manager.

El consultor —con mucha mayor frecuencia cuando es un consultor foráneo— es alguien que desde años se ha especializado en trabajar en proyectos de cooperación, a veces hasta con un solo organismo. Su situación se vuelve aún más complicada cuando trabaja por cuenta propia y no tiene el respaldo de una empresa. La contratación de los consultores formalmente está al cargo de la contraparte nacional, pero de nuevo depende del visto bueno, de la no-objeción, del Task-Manager.

En este trío, los tres involucrados tienen como prioridad número uno obtener buenas evaluaciones de su actual desempeño: el Task-Manager, porque su ascenso depende de ellas; la contraparte, porque de esto depende su prolongación en el puesto; y el consultor, si quiere obtener otros contratos. Pero ninguno de los tres asume una responsabilidad a largo plazo con los resultados y efectos del proyecto como tal, porque para todos es sólo una asignación temporal.

La evaluación del desempeño se basa en el cumplimiento formal y no en los resultados y efectos reales. En consecuencia, más de una vez he visto que el Task-Manager sugiere a la contraparte, la contratación de X o Y consultor, con el cual él ya ha trabajado antes, y que normalmente ha cumplido en fecha y forma, aunque el resultado quizás a largo plazo no es el más idóneo. La mención del visto bueno para la prórroga de la contraparte es el último argumento persuasivo, si la contraparte aún no se siente protegida por el hecho de que la recomendación viene desde arriba.

El Task-Manager, a la vez, procura dar sólo recomendaciones verbales, para que su expediente no aparezca manchado. Por motivación propia, ni el Task-Manager ni la Contraparte tienen interés en encontrarse con consultores problemáticos, cuyos informes podrían señalar también fallas o problemas en la ejecución. Y el consultor prudente va a evitar problemas para no poner en riesgo su próximo contrato y participa en el juego ya de los tres.

Muy raras veces he visto misiones de evaluación externa que logran romper este círculo vicioso, por lo general, sólo cuando el proyecto como tal ya terminó o está por terminarse. Ni los mismos organismos donantes —bajo mucha presión por la opinión pública en sus respectivos países— ni las instituciones nacionales tienen interés en hacer públicos los fracasos y sus causas. Más bien, todos se llenan de orgullo por los miles de millones canalizados, como se pudo ver hace poco en el traspaso de la Secretaría de Cooperación Externa a Cancillería.

De nuevo, para que no se me mal entienda: yo no pongo en duda las buenas intenciones de las personas que forman parte del trío infernal. Yo mismo he representado cada uno de los papeles. No dudo que cada agencia tenga sus justificaciones para poner su oficina de proyectos.

Lo que pongo en duda es un mecanismo de ejecución sin plan nacional, sin control y seguimiento local verdadero y permanente. En ausencia de tales controles, el mecanismo vigente poco a poco corrompe a las personas y a la sociedad entera.

 

Vivir a expensas de los hijos y nietos o ¿quién pagará al final?

De momento, los más "beneficiados" per cápita y por segmento socioeconómico por la cooperación externa son las clases media-alta y el comercio, no los pobres ni la producción agrícola campesina, si se parte de las sumas en salarios, viáticos y complementos pagados a consultores y ejecutores, más lo gastado en renta de oficinas, en computadoras, y hasta en Toyotonas y en publicidad, y se pone estas sumas en relación con el tamaño del segmento.

A la inversa, un recorte o una caída de la cooperación externa afectaría a estos sectores más que a cualquier otro. O sea, de un día al otro puede terminarse la ilusión seductora del boom, desde de los escaparates de los centros comerciales hasta las nuevas urbanizaciones.

Pero al final, a veces años más tarde, cuando se presenta la factura global de la cooperación externa en forma de negociaciones ESAF y HIPC, todo el mundo se pregunta: ¿dónde desaparecieron los miles de millones sin efecto permanente visible, en un momento en que ya ninguno de los actores directos se encuentra en la escena?

Pienso, por tanto, que es urgente que el país, la nación, retome el control de su desarrollo, implementando mecanismos nacionales de planificación, evaluación y seguimiento, transparentes, permanentes y públicos, que no dependan sólo de los donantes ni sólo de la administración pública nacional.

Me temo que si no combatimos la enfermedad de fondo, hasta nuestros hijos y nietos seguirán viviendo en una sociedad infectada por lo que en inglés se llama el "Welfare-syndrome", es decir, una sociedad de sobrevivientes, sin vigor, de dependientes y de antemano confiados en que otros les vayan a ayudar a sobrevivir.

Si no actuamos ahora, en conjunto y cada cual en su lugar, vamos a dejar endeudados a nuestros hijos y nietos, no sólo con la carga de los cuatro mil millones de dólares de deuda a largo plazo y fuera de la HIPC, sino con decenas de miles de millones de dólares más.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Cornelio: Cooperación externa o la Ley de Oferta y Demanda

Nota del Editor: esa columna es la versión larga de una columna para Confidencial del 2008 (http://www.confidencial.com.ni/archivo/2008-609/analisis_609.html), escrito para la revista ENVIO.   Se anexó para Envío una parte que nunca fue publicado antes, que se refiere más en detalle –desde de la perspectiva 2008- al Gobierno Ortega-Murillo. Consta qué no me equivoqué.

Analizar los mecanismos de Cooperación Externa, tanto la oficial como la canalizada por medio de las Organizaciones no-gubernamentales, en términos de la Ley de Oferta y Demanda, o sea leyes del mercado, permite quizás mejor que cualquier otra perspectiva entender sus mecanismos concretos y a la vez captar por qué Nicaragua está por perder su muy favorable posición mantenida durante largo tiempo en éste mercado.

Igual como en cualquier mercado el comprador, el que tiene la plata representa la demanda y aquél, que ofrece algo a cambio por esta plata, representa la oferta. El monto total de la cooperación externa no lo definen las necesidades de los que la buscan, sino la disposición de los estados cooperantes, de sus gobiernos, parlamentos y por ende electores a gastar sus recursos en este tipo de actividades, donde éste gasto lógicamente compite con otros posibles gastos. Por tanto la oferta la representan los países, que buscan cooperación externa, y la demanda los países e instituciones que están dispuestos a gastar cierta cantidad de sus recursos en proyectos de cooperación.

Se trata de un mercado favoreciendo a la demanda, pues sumando las necesidades de al menos 2/3 de la humanidad hay mucho más oferta en posibles proyectos de cooperación que demanda, es decir dinero y recursos disponibles para engancharse con esta oferta. La demanda puede darse el lujo de elegir entre una muy amplia oferta a aquellos proyectos que más le parezcan, mientras hay una competencia muy feroz entre los oferentes para “ubicar” su producto.

La revolución en los 80

Nicaragua a los inicios de los 80 era un caso emblemático, de tal forma que aún cuando de 1983 en adelante la cooperación oficial de países occidentales y de las organizaciones multilaterales se redujo, en las sumas hubo más que compensación por la cooperación no solamente de los países socialistas sino de muchos otros países, en particular del llamado tercer mundo. La mayor parte de la deuda externa aún no condonada actual de Nicaragua tiene ahí su origen. A la vez -en particular bajo la consigna “Nicaragua debe sobrevivir”- se desarrolló un amplia campaña de “mercadeo”, cuyos protagonista eran literalmente centenares de organizaciones no-gubernamentales en los países occidentales, en particular Alemania, Canadá, Estados Unidos, España, Francia, Gran Bretaña y otros países.

Sin embargo, por ser iniciativas “desde abajo”, aún aquel entonces muchos de estos recursos no pasaron por manos del gobierno central, sino llegaron directamente a cooperativas, municipios y proyectos. La asombrosa cantidad de hermanamientos aún existentes entre municipios acá y allá tiene ahí su origen. Al agudizarse la situación económica, el Ministro de Cooperación Externa Henry Ruiz intentó a inicios de 1986 en vano de canalizar estos fondos a través del ministerio o al menos controlar los proyectos, sin embargo al final se optó por crear una ONG propia, la FACS, pues la alternativa simplemente hubiera sido perder los fondos casi por completo.

La apariencia de las ONG europeas y estadounidenses con sus proyectos en Nicaragua no cumplió solamente con una función de mercadeo externo sino además con un función política interna. Me consta personalmente, que del año 1983 -las brigadas internacionales en los cortes de café- en adelante, la dirección política del FSLN canalizó una buena parte de estos proyectos hacia regiones, sectores o circunstancias, en los cuales el FSLN mismo estaba perdido el apoyo popular -como el Valle de Pantasma, El Cua y Bocay, Nueva Guinea- o que en las circunstancias de la guerra no se podía mantener como prioritario, como educación, desarrollo comunal -hermandades entre municipios-, medios -Barricada, CORADEP, Revista Los Muchachos- u organizaciones gremiales -ATC, CST- y de género -AMLAE-.

Dado la gran diversidad de las ONG participantes, se procuró a presentarle a cada sector de ONG una Nicaragua según sus expectativas: comprometida con los ideales del cristianismo para iniciativas con origen cristiano, comprometida con la clase obrera para iniciativas con origen sindicalista, comprometida con el anti-imperialismo o al menos la emancipación del tercer mundo para iniciativas con origen político; y no sin problemas, puesto que la abrumador mayoría de éstas organizaciones no compartió pero en nada visiones revolucionarias leninistas mucho menos del Socialismo Real. A los representantes de éste último se les presentó una Nicaragua en camino directo al Socialismo hasta como una nueva cabeza de playa para la liberación -después de Cuba- en el hemisferio occidental, sin que a lo interno -más allá de la retórica- se hubiese logrado a implementar un verdadera planificación de la economía. Las funciones del gobierno se limitaron al intento de control el comercio interno -para mantener la ciudad a expensas del campo-, el control de comercio externo y la administración de las unidades de producción, tanto agrarias como industriales, que más por abandono que por expropiación activa y formal cayeron en manos del estado. Al final -sin haber nunca logrado articular un modelo propio de desarrollo- el sistema colapsó, tanto por sus contradicciones internas como por el colapso del Socialismo Real y por tanto del oxígeno externo en forma de bienes industriales, armamento y petróleo.

La cooperación en la transición

Al perder el FSLN las elecciones del 1990, se reanudó el flujo de la cooperación multilateral, igualmente de países como Alemania, EEUU y Francia. Esta vez bajo el eslogan de ayudarle a Nicaragua en la construcción de la democracia, o sea premiando los resultados de las elecciones. Estos flujos más que compensaron el retiro respectivamente colapso de los países socialistas, más aún cuando los aportes de éstos últimos se había usado en primer instancia para sostener la guerra. Cabe señalar que ya en 1988 Nicaragua con el apoyo del Gobierno de Suecia había estrenado una nueva modalidad de coordinar a los cooperantes oficiales, la Conferencia o Mesa de los Cooperantes. Este modelo se ha vuelto casi rutina y lo vemos a menudo, desde Afganistán o el Iraq hasta el sureste de Asia después del Tsunami.

Se apostó que con transferencias masivas en corto tiempo se pudiera reactivar la economía nicaragüense, ignorando consciente o inconscientemente sus problemas estructurales de fondo, en particular el bajísimo nivel de calificación laboral de su mano de obra, el retraso de más que una década en inversiones energéticas y por ende la desarticulación completa de los engranajes productivos en la década de los 80, los que en suma resultan en niveles de productividad en campo e industria sin competitividad alguna. A la vez pocos dueños originales, en particular los que habían emigrado al exterior, tenían interés alguno en recibir de vuelta sus propiedades industriales deterioradas y obsoletas, mucho menos estaba dispuestos a invertir en su modernización. Cabe señalar que la privatización de activos productivos también resultó en una eliminación efectiva de esos activos en los países del antes Socialismo Real, de tal forma que hasta el día de hoy en suma la producción agraria e industrial de estos países -incluyendo Alemania Oriental- está por debajo de los índices de producción del año 1990. Es así, que también la nueva deuda externa se vuelve rápidamente impagable.

En el caso de Nicaragua, había que asumir dos cargas más: la desmovilización de unos 150,000 personas o combatientes o apoyo a los combatientes y un crecimiento acelerado de la población económicamente activa. El Gobierno de Doña Violeta no tenía recursos para financiar la inserción laboral -inserción, puesto que muchos de los desmovilizados no habían tenido ni trabajo civil ni oficio civil antes-, entonces recurrió al distribución del único recurso disponible, tierras y terrenos bajo administración del estado, aunque muchas veces el estado no era legalmente el dueño. Por el otro medio se toleró medio se vio forzado a tolerar la piñata de otros bienes técnicamente en manos del estado en aras de un armisticio con los funcionarios salientes del periodo anterior.

Durante el Gobierno de Doña Violeta se establece al mismo tiempo aún con más fuerza el mecanismo de cooperación por medio de organizaciones no-gubernamentales, nacidos por un lado de la privatización de un sin número de actividades antes públicas, con sus activos y cuadros, en la fase de transición; por el otro, como continuación de actividades ya iniciadas antes con el financiamiento de aquellos grupos en el exterior, que no estaban muy interesados en cooperar con un gobierno percibido como anti-sandinista. Muchos funcionarios del actual gobierno vienen de estas ONG, que le han dado cabida y trabajo durante 16 años.

Cabe mencionar que se cambió paulatinamente el carácter de sus fuentes principales de financiamiento, puesto que tanto internamente como en el exterior se esfumó la apuesta en un cambio revolucionario rápido. Externamente se secaron por colapso los fuentes antes anti-imperialistas, a lo interno se apunta al desarrollo humano alternativo es decir acciones complementarias o sustitutivas para grupos o comunidades pequeñas. A la vez las ONG se ofrecen como canal alternativo y con menor costo administrativa de proyectos de asistencia social.

El nuevo modelo de cooperación entra en una crisis muy profunda ya a finales del periodo del Gobierno Barrios-Chamorro. Visto en abstracto porque de nuevo Nicaragua no logró a articular un modelo propio de un desarrollo coherente, sino todos los sectores se dejaron guiar en sus programas y proyectos por la disponibilidad de fondos externos.

Las ONG bajo Alemán

El fracaso de la cooperación por medio de canales oficiales, hace de las ONG aún más atractivas. Normalmente son proyectos y programas más pequeños, con un costo de administración más bajo y -lo más importante- moldeables según las exigencias de la demanda, es decir se adaptan más rápidamente a las prioridades cambiantes sin la necesidad de entrar en negociaciones complicadas. Simplemente se dice para cual tipo de proyectos hay fondos disponibles, y las ONG comienzan a competir en producir ofertas.

En vista de su origen muchas veces sandinista, las ONG eran objeto de ataque para el Gobierno Arnoldo Alemán desde su primer día. Sin embargo, no logró su objetivo, sino que hasta la Cooperación Oficial iba camino a poner punto final a la Cooperación Oficial preferencial con la condonación de la nueva deuda acumulada. En esta situación el Huracán Mitch viene al rescate. Sin mucha competencia propia y desacreditado por su propia actuación durante el desastre, el Gobierno Alemán se ve forzado a cederles a las ONG un papel aún más protagónico si quiere reactivar también la parte oficial al menos parcialmente. Un gobierno con fama de corrupción no es un buen argumento para convencer a cualquier parlamentario.

El esquema de Bolaños

Aún así, al finalizar su período, la mayoría de los cooperantes oficiales ya había decidido descontinuar su cooperación preferencial para con Nicaragua. El entrante Gobierno Bolaños apuesta a dos nuevas mantras en la cooperación oficial: la coordinación y armonización institucionalizada y la cooperación pública-privada en la ejecución de los proyectos.

No se trata de algo especial para Nicaragua, sino de un esfuerzo con la participación por lado de la oferta de varios países, en su mayoría africanos, y por lado de la demanda de casi todos los gobiernos importantes y de todas las agencias multilaterales. Nicaragua logra a destacar en la implementación piloto de varios instrumentos, como las mesas de donantes por temática o sector, la redacción participativa de estrategias de reducción de pobreza y por ende el modelo del aporte directo al presupuesto. El Gobierno Bolaños promueve la participación de las ONG como actor esencial de la Sociedad Civil. Así Nicaragua se presenta y se presenta a Nicaragua como modelo exitoso en varias conferencias internacionales, haciendo su oferta muy atractiva.

¡Ojo! Lo atractivo no se refiere a resultados medibles por su impacto sino a la concordancia de los planteamientos por Nicaragua con las mantras y los modelos favoritos de la cooperación. Para entenderlo mejor: ningún contribuyente en Alemania, EE.UU. o Suecia recibe un beneficio directo o indirecto por sus impuestos gastados en proyectos en Nicaragua. Por tanto, el efecto real o impacto real es de menor importancia. La formación de criterios depende por completo de la evaluación hecha por los gobiernos cooperantes y del mercadeo que estos -no el gobierno de Nicaragua- hacen en los medios de los resultados. A la inversa, noticias sobre el fracaso visible de proyectos, corrupción o gobiernos ineptos, son puro veneno para la opinión pública en los países cooperantes, puesto que reafirman un prejuicio latente, que países como Nicaragua están como están por culpa propia.

La alianza entre FSLN y PLC -descartado como partido corrupto- pone a las ONG con raíces sandinistas en una disyuntiva: si quieren continuar recibiendo fondos, tienen que cooperar con el Gobierno Bolaños, pues salvo un núcleo muy reducido no hay organizaciones dispuestas en el exterior a apoyar éste proyecto político de Daniel Ortega y su grupo con fondos oficiales.

Después de la euforia por las nuevas mantras ya a finales del gobierno Bolaños, comienzan a salir las primeras evaluaciones del impacto, según los cuales Nicaragua no solamente no avanzó sino retrocedió en varios indicadores. Más que un país cooperante atribuyó está situación al enfrentamiento institucional sin tregua entre Presidencia y Asamblea, esperando que un nuevo gobierno con cierto respaldo parlamentario, sea el ganador que fuera, permitiera a superar la situación.

La era Ortega: ¿Nicaragua o Haití?

El segundo Gobierno Ortega asume con muchas expectativas y voluntades positivas, más aún por aquellos que ahora esperaban un enfoque concertado y más centrado en problemas sociales de fondo, como educación y salud, como los países europeos. Y no solamente los cooperantes pensaron así.

Sin embargo, quedaron bien decepcionados: Primero, el gobierno ha reducido su participación en los contextos -Grupo de París, Grupo ODM- de la concertación entre oferta y demanda. En Nicaragua este retiro no ha llamado la atención de casi nadie, poco sorprendente, pues los medios antes no le habían prestado mucha atención tampoco.

Segundo, Nicaragua también se retiró de otros contextos de concertación regional, concentrándose casi exclusivamente en su relación con Venezuela y el contexto ALBA. Hasta los países latinos aliados o al menos favorables hacia Nicaragua en los 80 como Brasil y México, rechazados por Nicaragua, apuestan a otros países en la región.

Tercero, el gobierno ha venido invalidando casi todos los mecanismos de cooperación, por cuya implementación Nicaragua se había destacado, de tal forma que hoy por hoy Nicaragua ya se rubrica como “ejemplo de fracaso” del modelo de apoyo presupuestario directo. Además no pasa ni un mes, en lo cual Nicaragua no llame negativamente la atención en los medios de comunicación allá. O sea del “destacado de la clase” se está convirtiendo en el “villano de la clase”.

Cuarto, en su afán de controlar a las ONG, el gobierno las pierde como agentes efectivos de mercadeo de una Nicaragua diferente, un papel que las mismas han jugado con mucha efectividad y eficiencia durante más que 2 décadas, conjuntamente con sus organizaciones homólogas o patrocinadoras allá.

En resumen, el Gobierno actual de Nicaragua pone punto final a una “marca” Nicaragua en el mercado de la cooperación, establecida en más que 25 años, sin tener ni de lejos la capacidad de sustituirla por otra, mucho menos que haya compradores alternos, que puedan sustituir a los compradores actuales.

Mientras la Nicaragua de la Revolución era la alternativa paradigmática a Haití, un país quitándose encima una dictadura y haciéndose dueño de su propio destino, aunque accidentado un modelo atractivo para muchas personas solidarias y países, para esos mismos la Nicaragua de hoy está en camino hacía Haití, es decir un país ya sin remedio, digno solamente de la lástima.

La confabulación internacional

El Gobierno y el grupo en el poder atribuyen los efectos negativos ya visibles a una confabulación internacional contra ellos. La hay, sólo que no tiene nada de conspirativo, pues tiene como base un consenso básico tácito entre los gobiernos de los países, que en forma directa o indirecta -por medio de las organizaciones multilaterales e internacionales- apoyan a Nicaragua. Este consenso tiene dos partes, una parte económica, el modelo capitalista de organizar la producción y la distribución, y una parte política, el modelo liberal de organizar la esfera pública por medio de la democracia representativa, de la limitación del ámbito del estado y de balances múltiples horizontales y verticales entre los poderes públicos. Cabe señalar que hasta países como China Popular o Vietnam se suscriben a la primera parte de este consenso, aunque no a la segunda parte para que la nomenclatura partidaria pueda mantenerse en el poder. Este consenso es parte condicionante -llamado Buen Gobierno- de casi todos los convenios de cooperación o donación.

El Gobierno actual sigue suscribiéndose a la primera parte de este consenso. Por ésta razón ha buscado el entendimiento con el nivel superior de la empresa privada nicaragüense, la banca y con una u otra empresa transnacional y ha logrado a mantener sus relaciones con Banco Mundial, BID y FMI. Sin embargo no se suscribe a la segunda parte o al menos intenta a dar marcha hacia atrás, apuntando quizás a un modelo algo entre México en los tiempos del PRI y la Rusia de Putin, pues para establecer un modelo chino o vietnamita no tiene de lejos ni trayectoria pasada ni capacidad ideológica, mucho menos la convocatoria.

Ahora bien, los gobiernos arriba mencionados se conforman con la adhesión a la primera parte -en esencia la globalización del capitalismo como sistema de producción y distribución- en el caso de los países grandes o importantes en las cadenas de producción como China, Rusia y Vietnam, no insisten mucho en avances en aquellos países pequeños, que nunca se suscribieron a la segunda sino solamente a la primera. Sin embargo todo hace indicar que tampoco están dispuestos a aceptar renuncias al concepto del Buen Gobierno por parte de países como Nicaragua, algo lógico puesto que resultaría indefendible ante su respectivo electorado mantener los volúmenes de cooperación con países económicamente insignificantes y en pleno retroceso político. Precisamente ésta preocupación expresa el comunicado conjunto de la Mesa de Donantes.

La teoría del castigo

Hay ahora muchos comentarios sobre un inminente retiro acelerado de la cooperación externa, como sí éste fuera una consecuencia hasta un castigo específico por el comportamiento -malo o bueno según bando- del gobierno actual respectivamente del grupo en el poder, en particular por el manejo de las elecciones recientes, castigo que lastimosamente traspasa el gobierno y castiga a todo el país, posición que curiosamente comparten todos los comentaristas, independientemente del bando y de los estratos, o sea por igual políticos, empresarios, periodistas y por ende entrevistados de ciudad o campo.

Me temo, con todo respeto, que los nicaragüenses se equivoquen dos veces. Primero sobrestiman la importancia externa real de los asuntos internos de Nicaragua en la situación actual global del mundo, pues en vista de una crisis económica tan globalizada como global y profunda, conflictos armados con participación multilateral desde Afganistán hasta el Congo, y amenazas globales como calentamiento y terrorismo, el problema cómo se hace política interna en Nicaragua es completamente insignificante fuera de Nicaragua.

Tampoco tienen mucho peso -salvo como nota de pie- disonancias agudas que uno u otro representante nicaragüense intenta a meter al concierto internacional: después de escucharlos, el mundo sigue con su agenda de puntos mucho más importantes. En este sentido, el debate en la OEA sobre las elecciones no señala ninguna victoria para nadie, mas bien es un señalamiento por los miembros de la OEA casi en su totalidad a Nicaragua entera, que por favor Nicaragua arregle sus asuntos internos en casa sin causarles molestias a los demás, expresando a la vez -como la Unión Europea- la disposición de apoyar al proceso pero sin tomar partido ni partida en la pelea.

Por segundo, se equivocan en el causante: no es uno u otro comportamiento del gobierno o de su presidente, sino la tremenda facilidad con la cual éste sin mucha resistencia en el camino ha logrado desmantelar todo un andamiaje legal e institucional vinculado con la cooperación, una serie de leyes, decretos y procedimientos internos de Nicaragua, cubriendo desde el manejo de las finanzas, el endeudamiento y la rendición de cuentas, pasando por las estructuras y el funcionamiento del sector público incluyendo los municipios, hasta llegar a la participación ciudadana en asuntos públicos incluyendo la educación pública. Aunque todo este conjunto de reglas sin la más mínima duda le compete solamente a Nicaragua, el estado las hizo parte de los arreglos internacionales de cooperación, comenzando con los Planes Nacionales de Desarrollo pero también en forma de referencias específicas, explicitas e implícitas, en casi cualquier convenio de cooperación.

El desmantelamiento de las estructuras creadas

A pocos meses de haber asumido el gobierno actual, por los vías de hecho y por decreto se comenzó a desmantelar o distorsionar -en forma extra-legal, salvo en el caso de la Ley 290, estructura del gobierno- todo, sin embargo no hubo mucha resistencia por lado de los legisladores ni hubo reacciones sustanciales en defensa del andamiaje legal e institucional como tal por lado de otros sectores como empresa privada o sociedad civil, salvo en aquellos casos, cuando se afectó directamente a sus intereses particulares.

Al final el gobierno les anunció en Octubre 2008 -inmediatamente antes de las elecciones- a la comunidad cooperante por medio del nuevo Plan Nacional de Desarrollo Humano, que el grupo en el poder está decidido a llegar a la abolición completa del modelo democrático, representativo y participativo para sustituirlo por su modelo del Poder Ciudadano, eliminando de ésta forma la base mas esencial de los acuerdos anteriores de cooperación, pero por lado de los otros sectores nicaragüenses no hubo ni quiera comentarios, de un debate público o al menos en la Asamblea Nacional ni hablar.

Los cooperantes entonces están tomando los sucesos alrededor de las elecciones municipales como un indicador clave de qué les espera como próximos pasos en la implementación del PDHN; lo están evaluando y con alta probabilidad llegarán a la conclusión que ya no vale la pena invertir en Nicaragua, pues el único supuesto resultado, que valía la paciencia con tantos desmanes, desvíos y tanta corrupción, -más legalidad e institucionalidad- igualmente resultó ser pura ilusión.

Tampoco hay interés desde el exterior en defender una institucionalidad y una legalidad, que al parecer a los Nicaragüenses mismos no les vale tanto, pues hasta el momento han tolerado con estoicismo ya por buen tiempo que el Poder Judicial en sus ramas, la Contraloría y por ende el Poder electoral han dejado de funcionar como se esperaba. Una cosa es apoyar desde afuera las estructuras nacientes, otra muy diferente es tomar partido en conflictos internos en sustitución de esfuerzos nicaragüenses propios o peor echar plata donde no servirá en forma comprobada. ¿por qué y para qué?.

La nostalgia del primer intento revolucionario

Dentro de Nicaragua hay remanentes de una izquierda nostálgica, que aún sueña con que el grupo en el poder de partido y estado rompa no solamente con la segunda sino a la vez con la primera parte, o sea el sistema capitalista de producción y distribución. Por ésta razón siguen apoyando al grupo en el poder y andan celebrando los resultados de las elecciones del 9 de Noviembre como un XIX Brumaire Sandinista, aparentemente ignorando que no hay -salvo quizás Cuba y Corea del Norte- país en el mundo que está aún en esa onda ni muchos menos tomando nota que el grupo en el poder no tiene ni la más mínima intención salirse de ésta parte.

El propio Carlos Marx ya teorizó sobre la imposibilidad efectiva del “asalto al poder”, cuando éste se intenta sin que el mismo desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones productivas lo hubiesen provocado, o sea asaltos en la línea de pensamiento como concebido por Lenin -negando a Marx- y de una u otra forma imitado en muchos países sin un desarrollo de la producción industrializada. Sin tener una base material desarrollada, es decir sin tener ni infraestructura, ni energía, ni maquinaria, ni la base educativa para permitir una producción de plusvalía sustancial, todos los asaltantes contra-marx se han visto obligados a implementar sistemas de acumulación capitalista primaria de forma aún mas despiadada que el propio capitalismo de Manchester. Así ocurrió en la a Unión Soviética bajo Stalin o la China Popular desde Mao hasta nuestros días, más despiadado porque ni siquiera se les permitió a los explotados en nombre de la vanguardia a organizarse en defensa propia, mucho menos gozaron de los indudables avances, que vienen con la democracia burguesa, los derechos personales, los derechos colectivos y los derechos políticos. Cabe señalar que Rosa Luxemburgo -en su critica fraterna pero directa de la Revolución Bolchevique- ya en 1919 anticipó muchas de las consecuencias, de ahí su consigna que la libertad es siempre la libertad de aquel que piensa opuesto.

Para el caso de Nicaragua, Orlando Núñez ha documentado -en otros tiempos por supuesto- cómo en la década de los ochenta se intentó a mantener la ciudad a expensas del campo. Otros autores, como Andrés Pérez, han documentado como se transfiguró a las organizaciones sociales -asociaciones, sindicatos, cooperativas, organizaciones vecinales y estudiantiles hasta las organizaciones de género y de cultura- en meros instrumentos de transmisión, con la consecuencia que se las tuvo que reconstruir del año 1990 por acá comenzando casi desde cero, reconstrucción paulatina y aún muy parcial, pero posible gracias a los espacios que garantiza el modelo democrático burgués liberal.

El XIX Brumaire Sandinista

Lo que presenciamos, en particular del 9 de Noviembre en adelante, es el intento de limitar hasta eliminar precisamente éstos espacios solamente para estabilizarse como grupo en un poder sin respaldo mayoritario, celebrando los resultados obtenidos en elecciones amañadas como si fuera otro 19 de Julio. Justificar este asalto como acto de defensa aludiendo a los sucesos del Chile de 1973 parece fruto de alucinaciones.

En resumen el proyecto político del grupo en el poder es un proyecto genuinamente reaccionario, remitiéndonos a medias del siglo XIX, es decir hasta antes del pleno desarrollo del modelo democrático burgués liberal y por tanto choca inevitablemente con las tendencias objetivas del siglo XXI sin necesidad de ninguna confabulación internacional adicional. Más aún con sus elementos seudoreligiosos, supersticiosos, providencialistas y anti-feministas hasta retrocede a las épocas antes de la ilustración.

Carlos Marx ya supo analizar éste tipo tragicomedias al escribir en la introducción del XVIII Brumaire de Louis Napoleón: “Según Hegel todos los grandes hechos y personas de la historia para decirlo así, aparecen dos veces, salvo que se le olvidó a añadir que la primera vez como tragedia, la segunda como farsa”.

Por ironía de la historia defender en semejantes circunstancias el capitalismo regulado del siglo XXI así como la plena democracia burguesa liberal equivale a la defensa de conceptos revolucionarios en tiempos ya pasados, pero tiempos que al parecer en Nicaragua aún no han pasado mucho menos culminado.

Nicaragua como tal está por entrar a la historia como otro ejemplo del carácter de doble filo del derecho de los pueblos a instituir entre los hombres gobiernos, de reformar o abolir sus formas e instituir nuevas según su juicio: Si Nicaragua no sabe ejercer prudentemente éste su derecho y hacerlo valer en forma enérgica, entonces debe atenderse a las consecuencias, es decir obteniendo menores y no mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad.