Nota del Editor: esa columna es la versión larga de una columna para Confidencial del 2008 (http://www.confidencial.com.ni/archivo/2008-609/analisis_609.html), escrito para la revista ENVIO. Se anexó para Envío una parte que nunca fue publicado antes, que se refiere más en detalle –desde de la perspectiva 2008- al Gobierno Ortega-Murillo. Consta qué no me equivoqué.
Analizar los mecanismos de Cooperación Externa, tanto la oficial como la canalizada por medio de las Organizaciones no-gubernamentales, en términos de la Ley de Oferta y Demanda, o sea leyes del mercado, permite quizás mejor que cualquier otra perspectiva entender sus mecanismos concretos y a la vez captar por qué Nicaragua está por perder su muy favorable posición mantenida durante largo tiempo en éste mercado.
Igual como en cualquier mercado el comprador, el que tiene la plata representa la demanda y aquél, que ofrece algo a cambio por esta plata, representa la oferta. El monto total de la cooperación externa no lo definen las necesidades de los que la buscan, sino la disposición de los estados cooperantes, de sus gobiernos, parlamentos y por ende electores a gastar sus recursos en este tipo de actividades, donde éste gasto lógicamente compite con otros posibles gastos. Por tanto la oferta la representan los países, que buscan cooperación externa, y la demanda los países e instituciones que están dispuestos a gastar cierta cantidad de sus recursos en proyectos de cooperación.
Se trata de un mercado favoreciendo a la demanda, pues sumando las necesidades de al menos 2/3 de la humanidad hay mucho más oferta en posibles proyectos de cooperación que demanda, es decir dinero y recursos disponibles para engancharse con esta oferta. La demanda puede darse el lujo de elegir entre una muy amplia oferta a aquellos proyectos que más le parezcan, mientras hay una competencia muy feroz entre los oferentes para “ubicar” su producto.
La revolución en los 80
Nicaragua a los inicios de los 80 era un caso emblemático, de tal forma que aún cuando de 1983 en adelante la cooperación oficial de países occidentales y de las organizaciones multilaterales se redujo, en las sumas hubo más que compensación por la cooperación no solamente de los países socialistas sino de muchos otros países, en particular del llamado tercer mundo. La mayor parte de la deuda externa aún no condonada actual de Nicaragua tiene ahí su origen. A la vez -en particular bajo la consigna “Nicaragua debe sobrevivir”- se desarrolló un amplia campaña de “mercadeo”, cuyos protagonista eran literalmente centenares de organizaciones no-gubernamentales en los países occidentales, en particular Alemania, Canadá, Estados Unidos, España, Francia, Gran Bretaña y otros países.
Sin embargo, por ser iniciativas “desde abajo”, aún aquel entonces muchos de estos recursos no pasaron por manos del gobierno central, sino llegaron directamente a cooperativas, municipios y proyectos. La asombrosa cantidad de hermanamientos aún existentes entre municipios acá y allá tiene ahí su origen. Al agudizarse la situación económica, el Ministro de Cooperación Externa Henry Ruiz intentó a inicios de 1986 en vano de canalizar estos fondos a través del ministerio o al menos controlar los proyectos, sin embargo al final se optó por crear una ONG propia, la FACS, pues la alternativa simplemente hubiera sido perder los fondos casi por completo.
La apariencia de las ONG europeas y estadounidenses con sus proyectos en Nicaragua no cumplió solamente con una función de mercadeo externo sino además con un función política interna. Me consta personalmente, que del año 1983 -las brigadas internacionales en los cortes de café- en adelante, la dirección política del FSLN canalizó una buena parte de estos proyectos hacia regiones, sectores o circunstancias, en los cuales el FSLN mismo estaba perdido el apoyo popular -como el Valle de Pantasma, El Cua y Bocay, Nueva Guinea- o que en las circunstancias de la guerra no se podía mantener como prioritario, como educación, desarrollo comunal -hermandades entre municipios-, medios -Barricada, CORADEP, Revista Los Muchachos- u organizaciones gremiales -ATC, CST- y de género -AMLAE-.
Dado la gran diversidad de las ONG participantes, se procuró a presentarle a cada sector de ONG una Nicaragua según sus expectativas: comprometida con los ideales del cristianismo para iniciativas con origen cristiano, comprometida con la clase obrera para iniciativas con origen sindicalista, comprometida con el anti-imperialismo o al menos la emancipación del tercer mundo para iniciativas con origen político; y no sin problemas, puesto que la abrumador mayoría de éstas organizaciones no compartió pero en nada visiones revolucionarias leninistas mucho menos del Socialismo Real. A los representantes de éste último se les presentó una Nicaragua en camino directo al Socialismo hasta como una nueva cabeza de playa para la liberación -después de Cuba- en el hemisferio occidental, sin que a lo interno -más allá de la retórica- se hubiese logrado a implementar un verdadera planificación de la economía. Las funciones del gobierno se limitaron al intento de control el comercio interno -para mantener la ciudad a expensas del campo-, el control de comercio externo y la administración de las unidades de producción, tanto agrarias como industriales, que más por abandono que por expropiación activa y formal cayeron en manos del estado. Al final -sin haber nunca logrado articular un modelo propio de desarrollo- el sistema colapsó, tanto por sus contradicciones internas como por el colapso del Socialismo Real y por tanto del oxígeno externo en forma de bienes industriales, armamento y petróleo.
La cooperación en la transición
Al perder el FSLN las elecciones del 1990, se reanudó el flujo de la cooperación multilateral, igualmente de países como Alemania, EEUU y Francia. Esta vez bajo el eslogan de ayudarle a Nicaragua en la construcción de la democracia, o sea premiando los resultados de las elecciones. Estos flujos más que compensaron el retiro respectivamente colapso de los países socialistas, más aún cuando los aportes de éstos últimos se había usado en primer instancia para sostener la guerra. Cabe señalar que ya en 1988 Nicaragua con el apoyo del Gobierno de Suecia había estrenado una nueva modalidad de coordinar a los cooperantes oficiales, la Conferencia o Mesa de los Cooperantes. Este modelo se ha vuelto casi rutina y lo vemos a menudo, desde Afganistán o el Iraq hasta el sureste de Asia después del Tsunami.
Se apostó que con transferencias masivas en corto tiempo se pudiera reactivar la economía nicaragüense, ignorando consciente o inconscientemente sus problemas estructurales de fondo, en particular el bajísimo nivel de calificación laboral de su mano de obra, el retraso de más que una década en inversiones energéticas y por ende la desarticulación completa de los engranajes productivos en la década de los 80, los que en suma resultan en niveles de productividad en campo e industria sin competitividad alguna. A la vez pocos dueños originales, en particular los que habían emigrado al exterior, tenían interés alguno en recibir de vuelta sus propiedades industriales deterioradas y obsoletas, mucho menos estaba dispuestos a invertir en su modernización. Cabe señalar que la privatización de activos productivos también resultó en una eliminación efectiva de esos activos en los países del antes Socialismo Real, de tal forma que hasta el día de hoy en suma la producción agraria e industrial de estos países -incluyendo Alemania Oriental- está por debajo de los índices de producción del año 1990. Es así, que también la nueva deuda externa se vuelve rápidamente impagable.
En el caso de Nicaragua, había que asumir dos cargas más: la desmovilización de unos 150,000 personas o combatientes o apoyo a los combatientes y un crecimiento acelerado de la población económicamente activa. El Gobierno de Doña Violeta no tenía recursos para financiar la inserción laboral -inserción, puesto que muchos de los desmovilizados no habían tenido ni trabajo civil ni oficio civil antes-, entonces recurrió al distribución del único recurso disponible, tierras y terrenos bajo administración del estado, aunque muchas veces el estado no era legalmente el dueño. Por el otro medio se toleró medio se vio forzado a tolerar la piñata de otros bienes técnicamente en manos del estado en aras de un armisticio con los funcionarios salientes del periodo anterior.
Durante el Gobierno de Doña Violeta se establece al mismo tiempo aún con más fuerza el mecanismo de cooperación por medio de organizaciones no-gubernamentales, nacidos por un lado de la privatización de un sin número de actividades antes públicas, con sus activos y cuadros, en la fase de transición; por el otro, como continuación de actividades ya iniciadas antes con el financiamiento de aquellos grupos en el exterior, que no estaban muy interesados en cooperar con un gobierno percibido como anti-sandinista. Muchos funcionarios del actual gobierno vienen de estas ONG, que le han dado cabida y trabajo durante 16 años.
Cabe mencionar que se cambió paulatinamente el carácter de sus fuentes principales de financiamiento, puesto que tanto internamente como en el exterior se esfumó la apuesta en un cambio revolucionario rápido. Externamente se secaron por colapso los fuentes antes anti-imperialistas, a lo interno se apunta al desarrollo humano alternativo es decir acciones complementarias o sustitutivas para grupos o comunidades pequeñas. A la vez las ONG se ofrecen como canal alternativo y con menor costo administrativa de proyectos de asistencia social.
El nuevo modelo de cooperación entra en una crisis muy profunda ya a finales del periodo del Gobierno Barrios-Chamorro. Visto en abstracto porque de nuevo Nicaragua no logró a articular un modelo propio de un desarrollo coherente, sino todos los sectores se dejaron guiar en sus programas y proyectos por la disponibilidad de fondos externos.
Las ONG bajo Alemán
El fracaso de la cooperación por medio de canales oficiales, hace de las ONG aún más atractivas. Normalmente son proyectos y programas más pequeños, con un costo de administración más bajo y -lo más importante- moldeables según las exigencias de la demanda, es decir se adaptan más rápidamente a las prioridades cambiantes sin la necesidad de entrar en negociaciones complicadas. Simplemente se dice para cual tipo de proyectos hay fondos disponibles, y las ONG comienzan a competir en producir ofertas.
En vista de su origen muchas veces sandinista, las ONG eran objeto de ataque para el Gobierno Arnoldo Alemán desde su primer día. Sin embargo, no logró su objetivo, sino que hasta la Cooperación Oficial iba camino a poner punto final a la Cooperación Oficial preferencial con la condonación de la nueva deuda acumulada. En esta situación el Huracán Mitch viene al rescate. Sin mucha competencia propia y desacreditado por su propia actuación durante el desastre, el Gobierno Alemán se ve forzado a cederles a las ONG un papel aún más protagónico si quiere reactivar también la parte oficial al menos parcialmente. Un gobierno con fama de corrupción no es un buen argumento para convencer a cualquier parlamentario.
El esquema de Bolaños
Aún así, al finalizar su período, la mayoría de los cooperantes oficiales ya había decidido descontinuar su cooperación preferencial para con Nicaragua. El entrante Gobierno Bolaños apuesta a dos nuevas mantras en la cooperación oficial: la coordinación y armonización institucionalizada y la cooperación pública-privada en la ejecución de los proyectos.
No se trata de algo especial para Nicaragua, sino de un esfuerzo con la participación por lado de la oferta de varios países, en su mayoría africanos, y por lado de la demanda de casi todos los gobiernos importantes y de todas las agencias multilaterales. Nicaragua logra a destacar en la implementación piloto de varios instrumentos, como las mesas de donantes por temática o sector, la redacción participativa de estrategias de reducción de pobreza y por ende el modelo del aporte directo al presupuesto. El Gobierno Bolaños promueve la participación de las ONG como actor esencial de la Sociedad Civil. Así Nicaragua se presenta y se presenta a Nicaragua como modelo exitoso en varias conferencias internacionales, haciendo su oferta muy atractiva.
¡Ojo! Lo atractivo no se refiere a resultados medibles por su impacto sino a la concordancia de los planteamientos por Nicaragua con las mantras y los modelos favoritos de la cooperación. Para entenderlo mejor: ningún contribuyente en Alemania, EE.UU. o Suecia recibe un beneficio directo o indirecto por sus impuestos gastados en proyectos en Nicaragua. Por tanto, el efecto real o impacto real es de menor importancia. La formación de criterios depende por completo de la evaluación hecha por los gobiernos cooperantes y del mercadeo que estos -no el gobierno de Nicaragua- hacen en los medios de los resultados. A la inversa, noticias sobre el fracaso visible de proyectos, corrupción o gobiernos ineptos, son puro veneno para la opinión pública en los países cooperantes, puesto que reafirman un prejuicio latente, que países como Nicaragua están como están por culpa propia.
La alianza entre FSLN y PLC -descartado como partido corrupto- pone a las ONG con raíces sandinistas en una disyuntiva: si quieren continuar recibiendo fondos, tienen que cooperar con el Gobierno Bolaños, pues salvo un núcleo muy reducido no hay organizaciones dispuestas en el exterior a apoyar éste proyecto político de Daniel Ortega y su grupo con fondos oficiales.
Después de la euforia por las nuevas mantras ya a finales del gobierno Bolaños, comienzan a salir las primeras evaluaciones del impacto, según los cuales Nicaragua no solamente no avanzó sino retrocedió en varios indicadores. Más que un país cooperante atribuyó está situación al enfrentamiento institucional sin tregua entre Presidencia y Asamblea, esperando que un nuevo gobierno con cierto respaldo parlamentario, sea el ganador que fuera, permitiera a superar la situación.
La era Ortega: ¿Nicaragua o Haití?
El segundo Gobierno Ortega asume con muchas expectativas y voluntades positivas, más aún por aquellos que ahora esperaban un enfoque concertado y más centrado en problemas sociales de fondo, como educación y salud, como los países europeos. Y no solamente los cooperantes pensaron así.
Sin embargo, quedaron bien decepcionados: Primero, el gobierno ha reducido su participación en los contextos -Grupo de París, Grupo ODM- de la concertación entre oferta y demanda. En Nicaragua este retiro no ha llamado la atención de casi nadie, poco sorprendente, pues los medios antes no le habían prestado mucha atención tampoco.
Segundo, Nicaragua también se retiró de otros contextos de concertación regional, concentrándose casi exclusivamente en su relación con Venezuela y el contexto ALBA. Hasta los países latinos aliados o al menos favorables hacia Nicaragua en los 80 como Brasil y México, rechazados por Nicaragua, apuestan a otros países en la región.
Tercero, el gobierno ha venido invalidando casi todos los mecanismos de cooperación, por cuya implementación Nicaragua se había destacado, de tal forma que hoy por hoy Nicaragua ya se rubrica como “ejemplo de fracaso” del modelo de apoyo presupuestario directo. Además no pasa ni un mes, en lo cual Nicaragua no llame negativamente la atención en los medios de comunicación allá. O sea del “destacado de la clase” se está convirtiendo en el “villano de la clase”.
Cuarto, en su afán de controlar a las ONG, el gobierno las pierde como agentes efectivos de mercadeo de una Nicaragua diferente, un papel que las mismas han jugado con mucha efectividad y eficiencia durante más que 2 décadas, conjuntamente con sus organizaciones homólogas o patrocinadoras allá.
En resumen, el Gobierno actual de Nicaragua pone punto final a una “marca” Nicaragua en el mercado de la cooperación, establecida en más que 25 años, sin tener ni de lejos la capacidad de sustituirla por otra, mucho menos que haya compradores alternos, que puedan sustituir a los compradores actuales.
Mientras la Nicaragua de la Revolución era la alternativa paradigmática a Haití, un país quitándose encima una dictadura y haciéndose dueño de su propio destino, aunque accidentado un modelo atractivo para muchas personas solidarias y países, para esos mismos la Nicaragua de hoy está en camino hacía Haití, es decir un país ya sin remedio, digno solamente de la lástima.
La confabulación internacional
El Gobierno y el grupo en el poder atribuyen los efectos negativos ya visibles a una confabulación internacional contra ellos. La hay, sólo que no tiene nada de conspirativo, pues tiene como base un consenso básico tácito entre los gobiernos de los países, que en forma directa o indirecta -por medio de las organizaciones multilaterales e internacionales- apoyan a Nicaragua. Este consenso tiene dos partes, una parte económica, el modelo capitalista de organizar la producción y la distribución, y una parte política, el modelo liberal de organizar la esfera pública por medio de la democracia representativa, de la limitación del ámbito del estado y de balances múltiples horizontales y verticales entre los poderes públicos. Cabe señalar que hasta países como China Popular o Vietnam se suscriben a la primera parte de este consenso, aunque no a la segunda parte para que la nomenclatura partidaria pueda mantenerse en el poder. Este consenso es parte condicionante -llamado Buen Gobierno- de casi todos los convenios de cooperación o donación.
El Gobierno actual sigue suscribiéndose a la primera parte de este consenso. Por ésta razón ha buscado el entendimiento con el nivel superior de la empresa privada nicaragüense, la banca y con una u otra empresa transnacional y ha logrado a mantener sus relaciones con Banco Mundial, BID y FMI. Sin embargo no se suscribe a la segunda parte o al menos intenta a dar marcha hacia atrás, apuntando quizás a un modelo algo entre México en los tiempos del PRI y la Rusia de Putin, pues para establecer un modelo chino o vietnamita no tiene de lejos ni trayectoria pasada ni capacidad ideológica, mucho menos la convocatoria.
Ahora bien, los gobiernos arriba mencionados se conforman con la adhesión a la primera parte -en esencia la globalización del capitalismo como sistema de producción y distribución- en el caso de los países grandes o importantes en las cadenas de producción como China, Rusia y Vietnam, no insisten mucho en avances en aquellos países pequeños, que nunca se suscribieron a la segunda sino solamente a la primera. Sin embargo todo hace indicar que tampoco están dispuestos a aceptar renuncias al concepto del Buen Gobierno por parte de países como Nicaragua, algo lógico puesto que resultaría indefendible ante su respectivo electorado mantener los volúmenes de cooperación con países económicamente insignificantes y en pleno retroceso político. Precisamente ésta preocupación expresa el comunicado conjunto de la Mesa de Donantes.
La teoría del castigo
Hay ahora muchos comentarios sobre un inminente retiro acelerado de la cooperación externa, como sí éste fuera una consecuencia hasta un castigo específico por el comportamiento -malo o bueno según bando- del gobierno actual respectivamente del grupo en el poder, en particular por el manejo de las elecciones recientes, castigo que lastimosamente traspasa el gobierno y castiga a todo el país, posición que curiosamente comparten todos los comentaristas, independientemente del bando y de los estratos, o sea por igual políticos, empresarios, periodistas y por ende entrevistados de ciudad o campo.
Me temo, con todo respeto, que los nicaragüenses se equivoquen dos veces. Primero sobrestiman la importancia externa real de los asuntos internos de Nicaragua en la situación actual global del mundo, pues en vista de una crisis económica tan globalizada como global y profunda, conflictos armados con participación multilateral desde Afganistán hasta el Congo, y amenazas globales como calentamiento y terrorismo, el problema cómo se hace política interna en Nicaragua es completamente insignificante fuera de Nicaragua.
Tampoco tienen mucho peso -salvo como nota de pie- disonancias agudas que uno u otro representante nicaragüense intenta a meter al concierto internacional: después de escucharlos, el mundo sigue con su agenda de puntos mucho más importantes. En este sentido, el debate en la OEA sobre las elecciones no señala ninguna victoria para nadie, mas bien es un señalamiento por los miembros de la OEA casi en su totalidad a Nicaragua entera, que por favor Nicaragua arregle sus asuntos internos en casa sin causarles molestias a los demás, expresando a la vez -como la Unión Europea- la disposición de apoyar al proceso pero sin tomar partido ni partida en la pelea.
Por segundo, se equivocan en el causante: no es uno u otro comportamiento del gobierno o de su presidente, sino la tremenda facilidad con la cual éste sin mucha resistencia en el camino ha logrado desmantelar todo un andamiaje legal e institucional vinculado con la cooperación, una serie de leyes, decretos y procedimientos internos de Nicaragua, cubriendo desde el manejo de las finanzas, el endeudamiento y la rendición de cuentas, pasando por las estructuras y el funcionamiento del sector público incluyendo los municipios, hasta llegar a la participación ciudadana en asuntos públicos incluyendo la educación pública. Aunque todo este conjunto de reglas sin la más mínima duda le compete solamente a Nicaragua, el estado las hizo parte de los arreglos internacionales de cooperación, comenzando con los Planes Nacionales de Desarrollo pero también en forma de referencias específicas, explicitas e implícitas, en casi cualquier convenio de cooperación.
El desmantelamiento de las estructuras creadas
A pocos meses de haber asumido el gobierno actual, por los vías de hecho y por decreto se comenzó a desmantelar o distorsionar -en forma extra-legal, salvo en el caso de la Ley 290, estructura del gobierno- todo, sin embargo no hubo mucha resistencia por lado de los legisladores ni hubo reacciones sustanciales en defensa del andamiaje legal e institucional como tal por lado de otros sectores como empresa privada o sociedad civil, salvo en aquellos casos, cuando se afectó directamente a sus intereses particulares.
Al final el gobierno les anunció en Octubre 2008 -inmediatamente antes de las elecciones- a la comunidad cooperante por medio del nuevo Plan Nacional de Desarrollo Humano, que el grupo en el poder está decidido a llegar a la abolición completa del modelo democrático, representativo y participativo para sustituirlo por su modelo del Poder Ciudadano, eliminando de ésta forma la base mas esencial de los acuerdos anteriores de cooperación, pero por lado de los otros sectores nicaragüenses no hubo ni quiera comentarios, de un debate público o al menos en la Asamblea Nacional ni hablar.
Los cooperantes entonces están tomando los sucesos alrededor de las elecciones municipales como un indicador clave de qué les espera como próximos pasos en la implementación del PDHN; lo están evaluando y con alta probabilidad llegarán a la conclusión que ya no vale la pena invertir en Nicaragua, pues el único supuesto resultado, que valía la paciencia con tantos desmanes, desvíos y tanta corrupción, -más legalidad e institucionalidad- igualmente resultó ser pura ilusión.
Tampoco hay interés desde el exterior en defender una institucionalidad y una legalidad, que al parecer a los Nicaragüenses mismos no les vale tanto, pues hasta el momento han tolerado con estoicismo ya por buen tiempo que el Poder Judicial en sus ramas, la Contraloría y por ende el Poder electoral han dejado de funcionar como se esperaba. Una cosa es apoyar desde afuera las estructuras nacientes, otra muy diferente es tomar partido en conflictos internos en sustitución de esfuerzos nicaragüenses propios o peor echar plata donde no servirá en forma comprobada. ¿por qué y para qué?.
La nostalgia del primer intento revolucionario
Dentro de Nicaragua hay remanentes de una izquierda nostálgica, que aún sueña con que el grupo en el poder de partido y estado rompa no solamente con la segunda sino a la vez con la primera parte, o sea el sistema capitalista de producción y distribución. Por ésta razón siguen apoyando al grupo en el poder y andan celebrando los resultados de las elecciones del 9 de Noviembre como un XIX Brumaire Sandinista, aparentemente ignorando que no hay -salvo quizás Cuba y Corea del Norte- país en el mundo que está aún en esa onda ni muchos menos tomando nota que el grupo en el poder no tiene ni la más mínima intención salirse de ésta parte.
El propio Carlos Marx ya teorizó sobre la imposibilidad efectiva del “asalto al poder”, cuando éste se intenta sin que el mismo desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones productivas lo hubiesen provocado, o sea asaltos en la línea de pensamiento como concebido por Lenin -negando a Marx- y de una u otra forma imitado en muchos países sin un desarrollo de la producción industrializada. Sin tener una base material desarrollada, es decir sin tener ni infraestructura, ni energía, ni maquinaria, ni la base educativa para permitir una producción de plusvalía sustancial, todos los asaltantes contra-marx se han visto obligados a implementar sistemas de acumulación capitalista primaria de forma aún mas despiadada que el propio capitalismo de Manchester. Así ocurrió en la a Unión Soviética bajo Stalin o la China Popular desde Mao hasta nuestros días, más despiadado porque ni siquiera se les permitió a los explotados en nombre de la vanguardia a organizarse en defensa propia, mucho menos gozaron de los indudables avances, que vienen con la democracia burguesa, los derechos personales, los derechos colectivos y los derechos políticos. Cabe señalar que Rosa Luxemburgo -en su critica fraterna pero directa de la Revolución Bolchevique- ya en 1919 anticipó muchas de las consecuencias, de ahí su consigna que la libertad es siempre la libertad de aquel que piensa opuesto.
Para el caso de Nicaragua, Orlando Núñez ha documentado -en otros tiempos por supuesto- cómo en la década de los ochenta se intentó a mantener la ciudad a expensas del campo. Otros autores, como Andrés Pérez, han documentado como se transfiguró a las organizaciones sociales -asociaciones, sindicatos, cooperativas, organizaciones vecinales y estudiantiles hasta las organizaciones de género y de cultura- en meros instrumentos de transmisión, con la consecuencia que se las tuvo que reconstruir del año 1990 por acá comenzando casi desde cero, reconstrucción paulatina y aún muy parcial, pero posible gracias a los espacios que garantiza el modelo democrático burgués liberal.
El XIX Brumaire Sandinista
Lo que presenciamos, en particular del 9 de Noviembre en adelante, es el intento de limitar hasta eliminar precisamente éstos espacios solamente para estabilizarse como grupo en un poder sin respaldo mayoritario, celebrando los resultados obtenidos en elecciones amañadas como si fuera otro 19 de Julio. Justificar este asalto como acto de defensa aludiendo a los sucesos del Chile de 1973 parece fruto de alucinaciones.
En resumen el proyecto político del grupo en el poder es un proyecto genuinamente reaccionario, remitiéndonos a medias del siglo XIX, es decir hasta antes del pleno desarrollo del modelo democrático burgués liberal y por tanto choca inevitablemente con las tendencias objetivas del siglo XXI sin necesidad de ninguna confabulación internacional adicional. Más aún con sus elementos seudoreligiosos, supersticiosos, providencialistas y anti-feministas hasta retrocede a las épocas antes de la ilustración.
Carlos Marx ya supo analizar éste tipo tragicomedias al escribir en la introducción del XVIII Brumaire de Louis Napoleón: “Según Hegel todos los grandes hechos y personas de la historia para decirlo así, aparecen dos veces, salvo que se le olvidó a añadir que la primera vez como tragedia, la segunda como farsa”.
Por ironía de la historia defender en semejantes circunstancias el capitalismo regulado del siglo XXI así como la plena democracia burguesa liberal equivale a la defensa de conceptos revolucionarios en tiempos ya pasados, pero tiempos que al parecer en Nicaragua aún no han pasado mucho menos culminado.
Nicaragua como tal está por entrar a la historia como otro ejemplo del carácter de doble filo del derecho de los pueblos a instituir entre los hombres gobiernos, de reformar o abolir sus formas e instituir nuevas según su juicio: Si Nicaragua no sabe ejercer prudentemente éste su derecho y hacerlo valer en forma enérgica, entonces debe atenderse a las consecuencias, es decir obteniendo menores y no mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad.