Desde que a inicios de siglo XX Nicaragua alcanzó de nuevo su población inicial de 1520, las tierras hacia el éste han servido en varias ondas como válvula de escape para la creciente presión poblacional, iniciándose la última con el fin de la guerra de los 80, la que reabrió amplias zonas en la región central a la colonización.
Lo más que se reduzcan las tierras aún colonizables –en 2020-30 ya se agotarán-, lo más crecieron la migración interna y externa, pero a la vez se agudizan los conflictos por la tierra en las regiones ya colonizadas respectivamente sus últimas fronteras como Bosawás. Se trata literalmente de una lucha por la supervivencia, tal que al no ofrecer el país otras alternativas, nadie deba sorprenderse por violencia culminando en vendettas sangrientas.
Al grupo, que domina la esfera pública, le tocó el momento histórico de la etapa final de ya casi 500 años de conquista y colonización forzada. Aunque al parecer existe conciencia que esta historia está por acabarse –por esto entre otros el proyecto del Gran Canal- , no obstante con la misma arrogancia de siempre de los poderosos se ignora las dinámicas socio-psicológicas, que acompañen esta etapa final, y la están por convertir en una lucha final entre los ansiosos mismos a sobrevivir sin alternativas salvo la tierra. Indicios: la desestabilización del ámbito municipal rural por medio de la “toma del poder” en los municipios rurales en las elecciones municipales arregladas del 2008 y 2012, que echó gasolina a un fuego ya latente.
Me temo que los desalojos, que inevitablemente acompañarán la construcción del Gran Canal, aportarán lo que falte aún en dinamita, puesto ya no hay hacia donde reubicar a nadie ni las ciudades en su economía informal ya sobresaturada tampoco ofrecerán alternativas.
miércoles, 23 de julio de 2014
¿Una lucha pacifica por sobrevivir? ¿Desde cuándo?
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