Nos hemos acostumbrado al ver en el campo un problema social –pobreza-, económico –baja productividad-, ecológico –destrucción de ambiente originario-, pero no político, eso es el derecho de la Nicaragua rural a incidir en su propio futuro por medio de participación decisiva y representación propia en la definición de las políticas del país, reclamo que constituyó el trasfondo en el terreno para el auge de la Contra.
De cierta forma hemos tomado nota solo de las secuelas del esquema político colonial sin superar a este día su esencia, tal como se manifiesta por ejemplo en la Ley 800, que consta un supuesto “derecho” a desalojar, eso es quitarles a otros sus tierras ganadas con esfuerzo y sacrificio por una pinche indemnización. Plata jamáis ha servido como recompensa por un hogar construido a mano propia.
A la inversa, ninguna Propuesta de Nación prosperará sino al fin rompa con 492 años de tradición de conquista colonial dándole a Nicaragua rural el peso y la incidencia política, que la corresponda. Pero hasta donde yo sepa, nadie tiene algo así en su agenda.
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