domingo, 24 de febrero de 2013

Nicaragua – de regreso a las tinieblas del Siglo XVIII

ARTÍCULO 29.- Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia, de pensamiento y de profesar o no una religión. Nadie puede ser objeto de medidas coercitivas que puedan menoscabar estos derechos ni a ser obligado a declarar su credo, ideología o creencia. 

ARTÍCULO 32.- Ninguna persona está obligada a hacer lo que la ley no mande, ni impedida de hacer lo que ella no prohíbe.

En flagrante violación de los artículos 29 y 32 de la Constitución Política de la Republica de Nicaragua, echando al traste una lucha cívica de casi 300 años –iniciándose prominentemente con François Marie Arouet, más conocido como Voltaire- la mayoría legislativa de la Asamblea Nacional ha vuelto a Nicaragua a las tinieblas del Siglo XVIII, al aprobar en lo general el Libro IX del nuevo Código de la Familia.

En la ley como aprobada "se establece que Gabinetes de Familia se organizarán con personas mujeres, hombres, jóvenes y adultos mayores que vivan en una comunidad, para reflexionar y trabajar juntos, promoviendo los valores y unidad familiar, auto-estima y estima, responsabilidad, derechos y deberes, comunicación, convivencia, entendimiento y espíritu de comunidad a fin de lograr coherencia entre lo que se es, lo que se piensa y lo que se hace".(citado según La Primerisima http://www.rlp.com.ni/noticias/general/136862/gobierno-refuerza-estrategia-social )

Con todo respeto, pero desde Voltaire por adelante se luchó a que el poder del estado se abstuviera a meterse a qué la gente deba creer, pensar y opinar –es decir sus reflexiones,  sus valores, su auto-estima y estima, su espíritu- y que bajo ninguna circunstancia la  “coherencia entre lo que se es, lo que se piensa y lo que se hace” deba ser asunto de políticas de estado. 

Literalmente decenas de millones tuvieron que morir, antes de que se estableciera en la Declaración Universal de los Derechos Humanos esa separación estricta entre lo “privado” y lo “público”, limitando el poder del estado exclusivamente a señalar qué se deba y qué no se deba hacer, pero bajo ninguna circunstancia qué se deba y qué no se deba creer, pensar y opinar. Dentro de esas millones de muertos están también unas decenas de miles de Nicaragüenses, desde antes de la Revolución de Zelaya hasta nuestros días, hasta que en la Constitución del 1987 se estableciera estos principios. 

Me causa profunda decepción, que al parecer ni la bancada gobernante y sus aliados ni la oposición, dentro y fuera de la Asamblea, hayan llegado ni al Siglo XX, del Siglo XXI ni hablar; los primeros no ya solo por el hecho de aprobar en lo general o apoyar semejante adefesio, y los segundos no por no hacer la debida hincapié que el estado y organizaciones estatales o para-estatales no tienen base alguna para meterse a creencias y convicciones de las personas, sino que en su lugar como oposición se perdieron en aspectos completamente secundarios circunstanciales, como el carácter voluntario o  no de la participación en los GdF,  el role de los CPC o las palabras “solidario”, “socialista” y “cristiano” o por ende la supervisión familiar, cuando se trata de un intento mucho más serio y peligroso que todas las violaciones habidas y por haber de constitución y leyes en su conjunto, puesto que se quiere deshacer hasta la Revolución Liberal de finales del Siglo XIX.

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