martes, 7 de junio de 2011

Adolfo Acevedo: Las debilidades del sistema de educación secundaria

LAS DEBILIDADES DEL SISTEMA EDUCATIVO: LA EDUCACIÓN SECUNDARIA

A lo largo de la educación secundaria, aumentan la segregación y la segmentación en términos del acceso y el desempeño educativo.

Completar la educación secundaria es un umbral imprescindible para contar con mayores oportunidades de inserción laboral que permitan salir de la pobreza y la exclusión, y lograr movilidad social ascendente. Además, este ciclo es importante porque en él se dan los primeros pasos hacia la emancipación, por lo que la permanencia de los jóvenes en el sistema educativo durante esta etapa es un factor preventivo frente a rutas precarias y prematuras de tránsito a la vida autónoma.

La conclusión universal de la primaria no garantiza la reducción de la pobreza. En ese sentido, surge la preocupación adicional, derivada de la existencia de creciente evidencia de que las personas requieren de niveles de escolaridad que van más allá de la educación primaria, a efectos de tener una mayor probabilidad de salir de la pobreza.

Por tanto, urge incrementar, no solo el acceso y la conclusión de la educación primaria, sino lograr que un porcentaje mucho mayor de niños, niñas y adolescentes logren avanzar hacia la enseñanza secundaria, y culminarla. Tanto la CEPAL como la UNESCO han señalado la necesidad de establecer una meta relativa al incremento de la conclusión de la educación secundaria.

Esta meta se sustenta en la evidencia de que la conclusión de este nivel constituye actualmente un umbral educativo mínimo que eleva significativamente la probabilidad de mantenerse fuera de la pobreza absoluta en la vida activa, toda vez que se traduce en un incremento importante de los ingresos laborales.

Para tener una mejor perspectiva de los desafíos que deberá enfrentar nuestro país en términos de la educación secundaria, comenzaremos evaluando indicadores de acceso. La tasa neta de matrícula en la educación secundaria representa la matrícula de los niños y jóvenes en edad oficial de cursar la educación secundaria como porcentaje de la población correspondiente. La finalidad de este indicador es mostrar el acceso a dicho nivel de niños y jóvenes en edad de cursar la secundaria.

De acuerdo con este indicador el acceso a la educación secundaria continúa siendo extremadamente bajo para los jóvenes en edad de asistir a este nivel educativo. De acuerdo al MINED, la tasa de matrícula secundaria neta de Nicaragua alcanzó un valor del 45.5% en 2007, el cual es muy bajo, en términos comparativos regionales.

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Fuente: CEPAL Y UNESCO

Por otra parte, según datos de CEPAL y UNESCO, la tasa neta de matrícula del primer ciclo de enseñanza secundaria (baja secundaria) ascendió al 42%, mientras que para el ciclo superior de enseñanza secundaria (alta secundaria), la tasa neta de matrícula se reduce al 15%.

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Sin embargo, debemos recordar que la tasa neta de matrícula secundaria es un promedio, y  que tras dicho promedio se ocultan profundas desigualdades. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Nivel de Vida 2005, es en los hogares de menores de ingresos que se concentran las menores tasas netas de matrícula secundaria, evidenciando una fortísima correlación entre el status socioeconómico de los hogares y el acceso a la enseñanza secundaria.

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FUENTE: En base a EMNV 2005

En secundaria la brecha entre la tasa neta de matrícula secundaria de los niños provenientes de los hogares de mayores ingresos y los provenientes de los hogares de menores ingresos se ensancha de manera abrupta. En promedio, la brecha entre la tasa neta de escolaridad secundaria neta de los adolescentes pertenecientes al quintil más pobre de los hogares y los pertenecientes al quintil de mayores ingresos se eleva a 58 puntos (17.4% contra 75.7%).

Los problemas de acceso a la secundaria, para los hogares de menores ingresos, obedecen al hecho de que, mientras mayor es la edad de los niños, niñas y adolescentes, y a medida que van avanzando dentro del ciclo educativo hacia niveles más altos, va aumentando el costo de manutención, y los desembolsos que deben hacer los hogares – gastos de transporte, uniformes y calzado, libros de texto y materiales escolares – para enviarlos a la escuela, hasta el punto en que para los hogares más pobres se torna cada vez más difícil seguirlos costeando.

Al mismo tiempo, a medida en que los adolescentes van alcanzando la edad laboral, se torna más imperioso para los hogares de menores ingresos que estos se incorporen a la fuerza de trabajo para contribuir al sustento del hogar. Sobre todo al enfrentar el ciclo de alta secundaria, los jóvenes ya tienen oportunidades para incorporarse al mercado de trabajo, lo que desincentiva su retención, sobre todo si enfrentan condiciones adversas de carácter económico. Por esta razón la tasa de matrícula neta de la alta secundaria desciende de manera abrupta, en relación a la de la baja secundaria.

Los siguientes gráficos ilustran, por un lado la correlación que existe, en Nicaragua y otros países latinoamericanos, entre la tasa de desempleo adolescente y el porcentaje de adolescentes fuera del sistema educativo, y por otro las tasas de empleo adolescente por países y edad.

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Fuente: SITEAL, en base a las Encuestas de Hogares

TASA DE EMPLEO ADOLESCENTE SEGÚN PAÍS Y EDAD CCA 2008.

PAÍS / EDAD

13 años

15 años

17 años

Argentina

2,0

5,0

14,4

Bolivia

26,9

30,7

32,6

Brasil

9,4

19,9

38,0

Colombia

9,4

14,3

24,0

Costa Rica

s/d

9,0

19,9

Chile

0,7

2,8

7,4

República Dominicana

3,2

8,6

22,1

Ecuador

11,6

20,8

31,8

El Salvador

14,6

19,5

26,5

Guatemala

33,3

45,0

47,8

Honduras

13,4

29,6

38,1

México

12,4

20,5

36,1

Nicaragua

17,8

30,6

40,5

Panamá

9,5

17,4

24,3

Paraguay

20,3

28,2

46,7

Perú

s/d

35,6

48,5

Fuente: SITEAL, en base a las Encuestas de Hogares

Es así que no solo la cobertura de la educación secundaria es sumamente baja, sino que quienes acceden a ella con mucha frecuencia la abandonan antes de completarla, debido al que el costo para las familias de enviar a los niños a la escuela se eleva considerablemente en secundaria, y la necesidad de generar ingresos, aunque sean precarios, desde una edad temprana.

A efectos de medir de modo directo e insesgado la conclusión de la educación secundaria se requiere verificar la proporción de personas de un determinado segmento de la población (grupo de edad, área de residencia, género, etc.) que ha logrado una escolaridad equivalente al menos a la duración de la educación secundaria. En este caso, se utilizó la población de 20 a 25 años de edad.

JOVENES DE 20 A 24 AÑOS QUE CULMINARON LA EDUCACION SECUNDARIA

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Fuente: CEPAL, en base a Encuestas de Hogares

El hecho de que unos porcentajes importantes de niños, niños y adolescentes no logren culminar la educación primaria, y que menos de la mitad de los que deberían asistir a secundaria se matriculen en este nivel educativo, y que de ellos menos de la mitad logre culminarla, determina que los jóvenes nicaragüenses se incorporen al mercado laboral con niveles de escolaridad extremadamente bajos.

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Fuente: en base a ENMV 2005

Si examinamos el nivel de escolaridad alcanzado por los adultos jóvenes de entre 23 y 29 años, que recién salieron del ciclo de edad escolar, incluyendo el universitario, por Quintiles de bienestar, encontramos, de acuerdo con la EMNV 2005, un nivel de escolaridad de casi 4 años en el 20% más pobre de los hogares o Quintil 1, de 5.3 años en el Quintil 2, 6.8 años en el Quintil 3, 8.4 años en el Quintil 4 y es hasta que arribamos al Quintil 5 que se alcanza una escolaridad promedio de 11.3 años.

Si recordamos que en los tres primeros Quintiles, es decir en el 60% más pobre de los hogares, sobrevive la mayoría de los niños y adolescentes del país, esto significa que la mayoría de los jóvenes, que son aquellos que provienen de los hogares de menores ingresos, en el periodo inmediato anterior tendieron a alcanzar niveles de escolaridad extremadamente bajos.

Esto tiene implicaciones decisivas. Existe una asociación muy estrecha, en todos los países del mundo, entre los niveles de escolaridad que alcanzan las personas y el ingreso laboral que alcanzan en su vida adulta. En cualquier país del mundo se puede encontrar una correlación muy fuerte entre el nivel de escolaridad de las personas y el ingreso laboral que van a percibir en el mercado de trabajo.

En Nicaragua también puede apreciarse esta fuerte correlación entre el nivel promedio de escolaridad alcanzado por las personas en cada Quintil y el ingreso laboral que perciben las personas de ese mismo Quintil. Puede apreciarse que los Quintiles que tienen los niveles de escolaridad promedio más bajos, alcanzar un ingreso laboral promedio que también es muy bajo. Entre más bajo el nivel de escolaridad, más reducido es el ingreso laboral que se obtiene, y viceversa.

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Por consiguiente, puede esperarse que los jóvenes provenientes de los hogares de menores ingresos estén ingresando al mercado laboral con niveles de calificación muy bajos. Esto significa que por los siguientes 50 años de su vida adulta, sólo van a poder encontrar, principalmente, empleos precarios e informales, que los mantendrán bajo el umbral de la pobreza.

Esto es así porque para encontrar empleo formal bien remunerado se requieren niveles de calificación – representados por un umbral mínimo de 11 años - que la mayor parte de los niños y adolescente en Nicaragua no logran alcanzar.

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El último “Reporte de Pobreza” para Nicaragua del Banco Mundial encuentra que las personas con un nivel de escolaridad inferior a la secundaria completa, es decir aquellas con menos de 11 años de escolaridad, están condenadas, con una certeza casi absoluta, a vivir bajo el umbral de la pobreza. Es hasta que alcanzan once años de escolaridad – la secundaria completa - que los ingresos laborales comienzan a superar (apenas) el umbral de la pobreza. Otros estudios confirman la validez de esta estimación[1]/.

Otro estudio del Banco Mundial, relacionado al mercado laboral nicaragüense, indica que “los bajos niveles de educación entre los pobres parecen estar restringiendo su acceso al sector más dinámico de la economía, el sector manufacturero de la maquila, en la medida en que el empleo de este sector requiere una educación secundaria completa”. Es decir que para poder trabajar como operario en la Zona Franca, se requiere cada vez más por lo menos haber completado la secundaria.

Dada la baja escolaridad que han logrado acumular, la mayor parte de los adolescentes y jóvenes, y sobre todo los provenientes de los hogares de menores ingresos que se incorporan al mercado laboral, se insertan en el mismo predominantemente a través de empleos precarios e informales.

La Encuesta de Hogares para la medición del Empleo de Noviembre de 2007 muestra que el 68.5% de las 305.2 miles de personas de 10 a 19 años que se encontraban incorporadas al mercado laboral, encontró ocupación en el sector informal de la economía, y que solo el 27.7% lo hizo en el sector formal. Las tasas de desocupación entre los jóvenes de 18 a 29 años alcanzaban entre un 7% y un 8.3% mientras que la tasa de desempleo promedio nacional era del 5.9%..

EMPLEO FORMAL E INFORMAL POR GRUPOS DE EDAD

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Fuente: INIDE, Encuesta de Hogares para la Medición para el Empleo Noviembre 2007

Se trata de empleos en los que predominan el auto empleo y los empleos sin remuneración, desempeñados principalmente por familiares, y asalariados de micro unidades informales. Estos empleos generan unos ingresos muy bajos, que mantendrán a quienes los desempeñan, por el resto de su vida, bajo el umbral de la pobreza.

El rezago que experimenta Nicaragua en la cobertura y calidad de la enseñanza secundaria, está asociado a la inversión absolutamente raquítica en este nivel de enseñanza. Al respecto, es importante remarcar aquí el hecho de que el Gasto por Estudiante de Secundaria representa apenas la tercera parte del Gasto por Estudiante de Primaria.

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En términos de comparación con los niveles regionales, encontramos que Nicaragua muestra un rezago especialmente grande en el Gasto por alumno de la enseñanza secundaria.

No sólo el Gasto por estudiante de Secundaria como porcentaje del PIB per cápita en casi todos los demás países es mayor que el Gasto por alumno de Primaria, a diferencia de lo que ocurre en Nicaragua, sino que el nivel del Gasto por estudiante de secundaria como porcentaje del PIB per cápita en Nicaragua, es tres veces menor que el promedio de América Latina y El Caribe, e inferior al de todos los demás países de la región, con la sola posible excepción de Haití.

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Fuente: UNESCO, UIS.

El Proyecto para la Educación en Nicaragua (NICARAGUA: EDUCACION PROJECT) del Banco Mundial, resaltaba el hecho de que: “Nicaragua es quizás el único país en el hemisferio donde los gastos por estudiante de secundaria son menos de la mitad los gastos por estudiante de primaria” (en la actualidad representan solo un tercio, como hemos visto). El gasto por estudiante de secundaria tan reducido que evidencia Nicaragua, resulta muy difícil de justificar, porque, como se argumenta en el mencionado Proyecto, “la provisión de educación en el nivel secundario requeriría un nivel de gastos comparativamente más elevado - profesores con conocimiento especializado en las materias, libros de textos más grandes a lo largo de más materias, otros materiales didácticos tales como equipo y materiales de laboratorio, y así sucesivamente”.

Podría argumentarse que quizá Nicaragua invierte muy poco por estudiante de secundaria, como porcentaje de su PIB por habitante, porque es un país pobre. Por ello, resulta interesante comparar los niveles de inversión por estudiante de primaria y secundaria como porcentaje del PIB per cápita de Nicaragua, con los niveles que muestran los países del África sub-sahariana, muchos de ellos tan pobres (Lesoto) o mucho más pobres (Kenia, Malawi) que Nicaragua.

Como puede apreciarse en el siguiente gráfico, la mayor parte de ellos muestran un nivel de prioridad relativa asignada a la inversión por estudiante de secundaria varias superior al de Nicaragua, y casi todos ellos invierten mecho más por estudiante de secundaria que por estudiante de primaria.

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Fuente: UNESCO, UIS.

Fortalecer considerablemente la inversión en la Educación Secundaria y Técnica adquiere especial importancia en la fase de la transición demográfica que atraviesa Nicaragua. El fuerte crecimiento de la población infantil que se produjo en la fase anterior, se traduce hoy - mientras la tasa de crecimiento de la población infantil se torna negativa - en una fortísima entrada de decenas de miles de jóvenes al mercado laboral (se estima que en promedio unos 78 mil ingresarán al mercado laboral cada año en los próximos años).

Si estos jóvenes y adolescentes – particularmente aquellos provenientes de los hogares de menores ingresos -continúan ingresando al mercado laboral con una escolaridad muy baja, estarán siendo condenados a encontrar por el resto de su vida adulta fundamentalmente empleos precarios e informales, que los mantendrán bajo el umbral de la pobreza absoluta. El país perderá definitivamente la oportunidad representada por el denominado “bono demográfico”, y se incrementarán los niveles de descomposición y desintegración social.


[1] / Véase José Ramón Laguna Torres, “AÑOS DE ESTUDIO Y SUPERACIÓN DE LA POBREZA EN NICARAGUA. EL CASO DE LA RED DE PROTECCIÓN SOCIAL¨: “Mediante distintas estimaciones se observa que la educación disminuye la probabilidad de ser pobre en un 80% para 11 años de estudio (desde el punto de vista de la frecuencia relativa) y en un 4% por cada año de estudio adicional al utilizar un modelo probabilística que incluye un conjunto de variables que inciden en el fenómeno de la pobreza. Por último, se confirma que la educación es un instrumento clave para superar la pobreza. Más que emprender esfuerzos paliativos o asistencialistas, se debe pensar en una política de Estado que entregue a los nicaragüenses el nivel mínimo de escolaridad para superar la pobreza (11 años de estudio). En tal sentido, y aunque significa un enorme esfuerzo, el gobierno, la sociedad civil y los partidos políticos deben estar conscientes que de no hacerlo, implicará la perpetuación de la pobreza y el subdesarrollo”.

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