lunes, 13 de julio de 2009

Andrés: La mente es una mente encarnada

Estimado Cornelio,

gracias por armar este diálogo. Hay muchas cosas que valen la pena explorar; tantas, que lo difícil va a ser mantener un hilo conductor en esta conversación. Pero trataremos.

Efectivamente, vos y yo vivimos entre dos mundos. Tu experiencia en Nicaragua está marcada por Alemania. Mi experiencia en Canadá está marcada por Nicaragua. En el libro La Subversión Ética de Nuestra Realidad que pronto será publicado, cito a un autor que, como lo señalo en este mismo libro, se ha convertido en una obsesión para mí: Maurice Merleau-Ponty (1908-1961). Todavía tengo mucho que aprender de este fenomenólogo francés.

Para Merleau-Ponty, la mente “es una mente encarnada”. Lo que pensamos está condicionado por nuestra historia, por nuestras vivencias, por nuestras experiencias. Esto no significa que las ideas estén determinadas mecánicamente por las condiciones materiales en las que vivimos. Le mente encarnada siempre cuenta con “sedimentos creativos”, como dice mi amiga y colega Helen Fielding, otra fenomenóloga.

Todo esto para decirte que nuestras mentes –la tuya y la mía—son mentes encarnadas en una realidad histórica que trasciende las fronteras territoriales de los países donde vivimos. Esto hace de la vida una experiencia comparativa permanente. Una experiencia muy rica, pero también –al menos en mi caso—a veces muy dolorosa.

Lo que queremos con esta conversación es explorar nuestras mentes encarnadas en pasados-presentes que, como bien decís, nos llevan con frecuencia a articular diferentes interpretaciones de un mismo hecho, un mismo libro, un mismo autor, un mismo dato. Y claro que estas diferencias no tienen como causa única la “cola histórica” que arrastramos. Pero no cabe duda de que esta cola está muchas veces presente en las diferentes lecturas que hacemos de la realidad.

Será importante, también explorar las opiniones, explicaciones y aspiraciones que compartimos. Son muchas y, estoy seguro, más importantes que nuestras diferencias. De lo contrario, posiblemente no estaríamos escribiendo en este blog.

Leí con detenimiento tu primera entrega. Debo decirte que la historia alemana, sobre todo la del siglo XX, me fascina y me horroriza. Esto le sucede a millones y millones de personas que, como yo, todavía tratan de explicarse porqué falló la música; porqué falló la filosofía; porqué falló la ciencia; porqué, en fin, falló la inteligencia. Nunca terminaremos de explicar a Hitler y nunca terminaremos de entender el Holocausto en una sociedad de artistas y pensadores.

Pero es indispensable pensar en Hitler y en el Holocausto y en la derrota de la inteligencia para encontrar maneras de evitar la repetición de estos fracasos. En esto, yo pienso que Alemania ha hecho mucho. Ha hecho lo principal: ha abierto la mente para recuperar la memoria; ha luchado contra la tentación y la conveniencia del olvido. Y al hacerlo, ha asumido su responsabilidad frente a la historia.

Nicaragua tiene mucho que aprender de Alemania, cuando de la memoria y el olvido se trata. El nuestro es un país ha vivido del “borrón y cuenta nueva” toda su historia.

El sandinismo no recuerda a Sandino. Por esto el FSLN se transformó en una pandilla. Los renovadores del sandinismo no recuerdan a Sandino. Por esto no saben qué es lo que quieren renovar. Y ni hablar de los liberales, los conservadores, los social cristianos….

¿Puede salir adelante una sociedad que no recuerda y que no es capaz de procesar sus recuerdos? ¿Puede una sociedad desarrollar la capacidad de controlar su futuro sin conocer y pensar su historia?

¿A qué se debe que algunas sociedades puedan enfrentar los demonios de su pasado y otras no? ¿Será nuestro catolicismo dominguero el que nos hace pensar que basta rezar tres padrenuestros y tres avemarías para saldar las cuentas que tenemos con el pasado y seguir adelante? ¿Cómo explicar la brutal escasez de reflexiones serias sobre nuestro pasado reciente, sobre el somocismo y la década de los 1980s, elaboradas desde la perspectiva de los principales autores de estas historias? Nueve comandantes tuvimos en los 1980s. Ni una sola reflexión han logrado producir y parece que morirán sin hacerlo.

¿Cómo explicar que Jaime Wheelock, uno de los nueve comandantes de la revolución por la que murieron decenas de miles de nicaragüenses, sociólogo y autor de libros antes y durante la revolución, haya decidido concentrar sus esfuerzos de escritor después de la derrota del FSLN en 1990, en un libro de cocina y no en un recuento crítico de la dolorosa experiencia de los 1980s? ¡Un libro de cocina en un país con hambre escrito por uno de los comandantes de una revolución que se suponía que era para los pobres!

¿Qué te dice sobre estas cosas, Cornelio, tu mente encarnada en Nicaragua y Alemania?

1 comentario:

Freddy Quezada dijo...

Saludo la aparición de este blog que de seguro traerá aire fresco a Nicaragua, sobre todo por la solvencia ética e intelectual de Ustedes dos, Cornelio y Andrés. Exitos. Por si les interesa, les envío link a una obra (El Debate Contemporáneo) que acabo de terminar junto a Aurora Suárez. Saludos cordiales.

http://freddyquezada.blogspot.com/2009/07/nuevo-libro-de-aurora-suarez-y-freddy.html