Con la ciudad en ruinas y metido a las tareas de desescombreo y reconstrucción, la Shoah (o el Holocausto) en los primeros 22 años después de aquel fatal 16 de Noviembre del 1944 no era un tema local en Jülich. Y en la secundaria –me consta- se lo trataba de una forma muy sumaria, aunque ciertamente un monstruoso crimen pero cometido por unos psicópatas monster sin que la gente común y corriente, todo honrada se hubiese dado la cuenta que estaba pasando.
Esto cambia no hasta 1963, cuando inicia en Frankfurt el Tribunal sobre Auschwitz, la primera vez que se trata en una corte alemana la temática Auschwitz. Yo tenía 13 años y me acuerdo que mi madre casi me obligó a leer a diario los reportajes de la sala de la corte. Al terminar en 1965, quedaron varios asuntos mas claros: una idea al menos de la dimensión de la Shoah y de su organización perfecta, que para llevarlo a cabo se necesitaba la cooperación de decenas de miles de colaboradores de menor a mayor grado y que estos colaboradores necesarios en su vida civil antes y después eran personas como cualquier otro alemán, o sea no tenían nada de psicópatas monster sino que simplemente cumplieron a cabalidad ordenes, seguros que cumpliendo estaban cumpliendo un deber para con la patria Alemania. Esto es lo que Hannah Arendt llamaba la Banalidad del Mal.
En la pequeña ciudad Jülich se había quedado una parte de un cementerio judío. Mi madre como recién electa concejal socialdemócrata entonces propuso al concejo en 1966 que como señal se erigiera en este cementerio un pequeño monumento en memoria de los judíos de Jülich, propuesta aceptada por el concejo del la ciudad.
Yo nunca olvidaré como ella regresó de inauguración y desvelo del monumento: furiosa… y furiosa por la inscripción: En memoria de nuestros conciudadanos judíos fallecidos.
Pues estos conciudadanos no habían fallecido sino que fueron asesinados y además ya antes hubo en Jülich como en muchas ciudades alemanas actos contra los judíos, en particular en la Noche de los cristales rotos, en la cual se vandalizó la sinagoga, algo que no se hace a conciudadanos.
Su solicitud en el concejo de corregir la inscripción fue rechazado por mayoria, aduciendo que a ciencia cierta solamente se sabía que había muertos, pero no cómo ni dónde.
Cabe señalar que para mi y varios de mis compañeros de clase era la primera vez que nos movilizamos en pequeñas manifestaciones contra esta Cultura del Silencio, que en otras cosas se manifestaba en eliminar por desescombreo los remanentes de sinagogas o dejar el rebautismo de calles y callejones como hecho por los nazi. Antes se llamaron Judenstrasse o Judengasse (calle o callejón judío), después en muchos lugares Grünstrasse o Grüngasse (calle o callejón verde), asi también Jülich.
Acá tres fotos: la sinagoga de Jülich en 1938, como ruina en 1945 y aún 1958, cuando ya se había reconstruido los alrededores. En 1966 –me acuerdo- ya estaba una nueva construcción en el lugar.
Fue hasta el 9 de Noviembre del 1983 –35 años después- que se desvelara una placa fijada en la casa donde antes estaba la sinagoga, y como iniciativa ciudadana no por alguna instancia pública.
La inscripción dice: primero en hebreo después en alemán la segunda frase de Mose 3-19,18: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el SEÑOR.
Para continuar: Acá estaba la Sinagoga, la que fue violada el 9-11-1938.
En memoria y como recordatorio.
Ciudadanos de la Ciudad de Jülich.
Pero fue hasta 1996 que el Concejo Municipal resolviera a devolverle a la calle, al menos en una parte, su referencia judía original. Hoy el último tramo donde quedaba la sinagoga se llama An der Synagoge (A la Sinagoga), mientras el resto mantiene el nombre Grünstrasse.
Al fin la ciudad de Jülich así reconoció que la cultura judía había sido parte integral de la ciudad desde el año 1226 y que ya para el año 1348 existía una sinagoga, tradición de más que 700 años, truncada con la deportación y asesinato de los últimos 370 judíos en los tiempos nazi.
Pero aún faltaba darles a estos judíos nombres y apellidos para rescatarlos del olvido.
Esto hace un memorial erigido en 2001, cerca al viejo cementerio judío.
Pero ¡ojo! más que 60 años después de los acontecimientos
y de nuevo en base de una iniciativa ciudadana.
Para cerrar el círculo a mi juventud: la iniciativa empuja nuestro Representante de Clase ya en 1966 y orador en nuestro nombre en la ceremonia de bachillerato del 1968, Heinz Spelthahn y su esposa, acá como guía explicando las inscripciones de una lápida en el viejo cementerio judío.
O sea desde el inicio de nuestra protesta contra la Cultura del Silencio tuvieron que pasar 35 años de mucho y sostenido esfuerzo hasta que se estableciera la Cultura de la Memoria también el Jülich, mas que 60 años después de los sucesos.