Al analizar el funcionamiento de una sociedad, se puede hacerlo comenzando desde diferentes ángulos: se puede investigar los valores y las creencias personales, se puede analizar las reglas sociales tácitas -las conductas consideradas aceptables- y las reglas explícitas tal como codificadas por medio de leyes y similares y al fin se puede investigar cómo la gente se gana la vida y cómo la vive, desde en qué trabaja y de dónde obtiene sus ingresos hasta qué y cuánto come o qué clase de alojamiento tiene.
Valores, reglas y la economía real están entrelazados. Por medio de educación y formación las reglas externas se convierten en valores internos, las que a la vez a luz de las experiencias sufren modificaciones. Valores y reglas inciden sobre el comportamiento de las personas en la economía real, igual como las expectativas de que la otra persona se comporte en el marco de las reglas tanto las tácitas como las explícitas. Obviamente hay también un traspaso entre generaciones, o sea cada quién se cría dentro de un contexto creado por las generaciones anteriores.
Al comparar diferentes sociedades y en diferentes momentos de su desarrollo histórico, independiente con qué lado de ese triángulo se haya comenzado, se va a encontrar ciertas correspondencias, a veces más a veces menos firmes. Al parecer ciertos valores van mano a mano con ciertas reglas y con cierta economía real. Basándose en esas correspondencias, hay quienes adjudican al lado “valores y creencias personales” un role determinante, intentando desde ahí explicar las diferencias entre el Norte de las Américas y los países de América Latina, y en particular Nicaragua. Según esa explicación la religión católica y sus valores son el causante principal de los presentes problemas económicos como fue “el protestantismo y su ética” que originó la prosperidad allá.
Esa explicación a veces hace referencia al ensayo famoso de Max Weber “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”. Sin embargo, leyendo ese ensayo mismo, uno se da cuenta que el propio Max Weber NO basa el origen de la ética protestante en un otro sistema de valores y creencias sino en un control más estricto de las reglas socialmente aceptadas, posible ante todo en los ambientes urbanos, de lo cual resultan paulatinamente como internalización otros sistemas de valores y creencias. Mas particular según Weber en el régimen protestante-ciudadano se supera la separación de poder entre poder civil-laico de los señores feudales y el poder religioso-eclesiástico de la institución iglesia. Dentro de las ciudades protestantes y de las comunidades protestantes hubo un control mucho más totalitario de las conductas de cada quién. Al final no era tan importante tener ciertas convicciones sino comportarse como si se las tuviera.
Cabe la observación que el supuesto análisis de Weber NO concuerda con la historia económica concreta de Europa tampoco. Resulta –por ejemplo- que el Norte y el Noreste de Alemania, protestante-luterano desde de los inicios de la reformación, hasta hoy día son –exceptuando la capital Berlín- la parte MENOS industrializada de toda Alemania, mientras la industrialización en base de carbón y acero se inicia en regiones predominantemente católicas, como la cuenca del Ruhr y Silesias. Si uno analiza la historiografía, resulta que –incluyendo Suiza- la disponibilidad de fuentes de energía –antes del vapor, la hidráulica- y la ausencia de latifundios eran mucho más importantes que las creencias religiosas, donde la geografía misma –tierras montañosas y accidentadas pero con muchos riachuelos verso tierras planas- creó las condiciones iniciales. Vaya en Nicaragua las diferencias entre “Los Pueblos” y Masaya verso Chinandega y León.
Pero esa simplificación, identificando valores y creencias personales como origen principal, tampoco es una descripción correcta de lo que pasó en Hispanoamérica respectivamente América del Norte, pues se traspasó a las colonias no solamente las creencias sino equiláteros enteros. Cuando se ve más de cerca los otros lados del mismo, se detecta que esos otros lados han tenido –y tienen hasta la fecha- un peso al menos igual sino hasta superior.
Recapitulamos: al mismo tiempo respectivamente poco antes que se establecieran en Nicaragua León viejo y Granada, en España se elimina la autonomía de las ciudades, se prohíbe la manufactura artesanal, se declara cualquier oficio salvo terrateniente o funcionario de la corona como no-apto para nobles y se expulsa a los judíos y se presiona a los conversos por la Santa Inquisición hasta su emigración. Se traslade el modelo latifundio a América Latina, provocando el traslado de la agricultura de las tierras calientes de Extremadura y La Mancha un colapso poblacional en Nicaragua tal que el país –incluyendo los territorios de hoy Costa Rica- no se recuperara hasta inicios del siglo XX. Se establece un modelo de economía exterior, en lo cual las colonias proporcionan metales preciosos y otras materias primas. España los usa para pagar sus importaciones de productos de manufactura desde Flandes y otras parte de Europa –manufactura prohibida tanto en España como la colonias- para exportarlos vía España también a las colonias.
En la parte legal-administrativa, la Corona intenta la administración centralizada por medio de leyes y decretos dictados allá combinados con instrumentos de supervisión y control igualmente centralizados. El intento falla, tanto por las distancias –barcos tardan aún meses en cruzar el Atlántico- como por la resistencia local de los encomenderos. La Corona misma orienta a aplicar las reglas solamente “hasta donde se pueda sin arriesgar fines superiores de la Corona”. Teniendo los auditores y supervisores ningún poder propio para tomar medidas directas en el lugar sino dependiendo en todo de orientaciones directas y específicas, los procesos de supervisión degeneran en mera acumulación de evidencias y testimonios, mas aún cuando se los ejecuta al final de un nombramiento. Solamente a veces, según conveniencia, se castiga a supuestos culpables.
En esa situación la iglesia se convierte en la única instancia con presencia local efectiva y la única, donde de prima a primera intereses institucionales prevalecen sobre intereses personales. Dependiendo económicamente de los aportes de los feligreses locales libres –los encomendados NO aportan el décimo ni sus señores tampoco- la iglesia se convierte en la instancia natural de defender sus intereses, sin olvidar que el sincretismo tolerado, hasta promovido permite importar las deidades de antes arropándolas como santas y santos. La misma religión como practicada difiere en su contenido real del catolicismo español inquisitorio original. Por tanto no hay ni quiera “EL catolicismo”.
Ahora bien, la primera colonia inglesa permanente en el continente americano –Jamestown- se establece 1607 –84 años después de Granada y León- en condiciones completamente diferentes. Nace como esfuerzo de una corporación privada aunque con apoyo de la Corona inglesa. Su organización administrativa se basa en un contrato formal entre los colonizadores mismos, manteniendo ciertas obligaciones con la corporación financiadora. Desde su primer gobernador, se elige los gobernadores entre y por los colonizadores mismos.
Ese esquema –con sus variaciones- de auto-gobernación se repite no solo en todas las otras colonizaciones inglesas – de ejemplo tanto en la protestante Pensilvania como en la católica (!) Maryland- sino también en las colonizaciones holandeses –Nieuwe Amsterdam, hoy Nueva York- y escandinavas. Todas esas colonizaciones desde sus inicios aceptan a inmigrantes de otras nacionalidades y creencias, siempre y cuando el inmigrante aportaba habilidades útiles para el desarrollo de la colonia y se sometió a las reglas como establecidas en las respectivas chartas de fundación y sus posteriores modificaciones, mientras el inmigrante no-español a Hispanoamérica necesitaba un patente especial extendida por la Corona misma.
En lo económico las colonias del norte apostaban desde el inicio a la auto-sostenibilidad, teniendo al comercio exterior como complemento no como esencial, sin por eso menospreciar la exportación de timbre, de tabaco y de posteriormente algodón en el sur. La revolución del 1776 se da cuando la Corona británica intenta a dar macha atrás en la auto-gobernación y a controlar la economía limitando a la producción local y al comercio exterior. Igual como en Europa, el factor determinante para el inicio de la industrialización son la existencia de fuentes de energía y la existencia o no de latifundios, no la religión. En el choque entre el norte industrializado y el sur agrario .. ambos son igual predominantemente protestantes. Se impone a manu militari la economía industrial del norte sobre la economía de exportación de materias primas agrarias del sur.
En resumen pues, hay diferencias abismales entre TODOS los 3 lados de los respectivos equiláteros, no solamente en la parte de valores y creencias personales, mas de cierta forma son diferencias, que persistan hasta hoy día, pues en Nicaragua la base del modelo económico NUNCA se cambió y hasta la iglesia católica sigue como única institución respetada por perseguir intereses institucionales más allá de lo personal.
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